sábado, 28 de agosto de 2021

LA PESADILLA

           



          Lo único que deseaba la joven, era dormir. La fiesta de la noche anterior le estaba pasando la factura y después de las clases en la Facultad de Filosofía y Letras, no tenía ganas de nada más, que de tumbarse en la cama a dormir hasta el otro día. Pero consciente de que el semestre estaba a dos meses de terminar, cogió fuerzas y se dirigió a la biblioteca. Debía continuar con una lectura que tenía pendiente.


          Una vez que consiguió el libro fue a sentarse en una de las pocas sillas que quedaban disponibles. Absorta en su lectura, observó el retrato del autor, que se encontraba enseguida de un párrafo que no lograba entender. De pronto, los ojos de la foto empezaron a parpadear y de ellos salieron unas raíces delgadas de color café. Antes de que se diera cuenta, éstas ya estaban enredadas en su cuerpo y la apretaban con fuerza. La chica miró para todos lados, pero todos, concentrados en sus lecturas, no se daban cuenta de lo que le estaba sucediendo.

          El tic-tac de un reloj antiguo de pared, llamó su atención. Lo miró angustiada y entonces éste comenzó a dar las 5 de la tarde. Mientra sonaban las campanadas, el péndulo se volvió una lengua larga que se extendió hasta donde estaba la muchacha. Las raíces la levantaron en vilo y sin soltarla, usaron la lengua como un puente para llegar adentro del reloj.

          Ahí todo era blanco y silencioso. Las raíces comenzaron a aflojar un poco. La muchacha empezó a hacer esfuerzos por soltarse de las horribles raíces. Lo primero que logró liberar fueron los pulgares y enseguida los demás dedos y manos, hasta por fin desenmarañarse de todas las raíces. Caminó despacio, mirando para todos lados, hasta que encontró rastros de sangre, que mientras más avanzaba, eran más grandes hasta ser éstos, grandes charcos.

          Pronto se vio ante una puerta que decía "LLEGÓ TU HORA". Y al abrirla vio muchas máquinas, cada una de ellas con un letrero que decía "RECICLAR".
-Bienvenida seas -escuchó detrás de ella. Se dio la vuelta y vio al autor del libro que estaba leyendo momentos antes, con una sonrisa amigable.
-¿En dónde estoy? preguntó inquieta.
-En el centro de reciclaje. 
-¿Reciclaje? ¿De qué?
-De sangre.
-No entiendo -dijo nerviosa.
-Aquí es donde llegan todos los que han dejado de entender lo que leen. Extraemos su sangre y la reciclamos para transformarla en tinta para bolígrafos. ¿Entiendes la maravilla? -dijo el hombre. -¡Tu sangre quedará impresa en algunas hojas! ¿No te da curiosidad saber qué escribirán con tu sangre? -le preguntó acercando completamente su cara a la de ella.
-¡No seré un peón más para sus locuras! -gritó huyendo hacia la salida. 

          Mientras corría recordó que estaba dentro del reloj de pared que estaba en la biblioteca. Buscó por todos lados sin lograr encontrar la puerta que la llevara afuera. El hombre se acercó despacio y riéndose a carcajadas, con una jeringa enorme en una de las manos. Cuando llegó con ella la sujetó fuertemente. Ella gritó desesperada y en ese instante miró a mucha gente leyendo en silencio. Se enderezó y entonces se dio cuenta que era una pesadilla. Se había quedado dormida sobre el libro que leía. Recogió sus cosas, entregó el libro y fue a casa a dormir. Al otro día, descansada, regresaría a sus deberes.

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