lunes, 16 de agosto de 2021

UNA VIDA TRISTE

 


         Dicen que lo único que tenemos garantizado en esta vida, es la muerte, y debe ser cierto, ya que desde que nacemos empieza la cuenta regresiva de nuestro reloj. Supongo que hay muchas historias dignas de conocerse, pero la que hoy relataré es una que he conocido de cerca, por tratarse de una amiga cercana de mi mamá, a quien quisimos mucho.

 

          Tía Nini, como yo la llamaba, nació en un pueblo de El Salvador. Ella fue procreada cuando un terrateniente violó a su madre, habiéndola raptado en el campo  mientras trabajaba. Nos contaba que cuando ella tenía unos siete años de edad, andando de compras en el mercado, su madre señaló a un hombre y le dijo al oído que él era su padre. Nos dijo que lo miró como miraba a cualquier desconocido, pues no sentía ningún tipo de sentimiento hacia él. Creció con muchas carencias y cuando acababa de cumplir catorce años, un hombre la violó, dejándola embarazada de Quique. Cuando la guerra se puso muy fea en aquel país, cogió a su hijo y se fue a vivir a México con unos tíos, quienes al día siguiente de recibirlos, la mandaron a buscar trabajo, diciéndole que debía buscar alojamiento con su primer sueldo, pues ellos no podían tenerla muchos días en su casa. Tuvo la suerte de encontrar ese mismo día un trabajo como mesera en una fonda y el dueño del comercio le ofreció un cuartito atrás sin cobrarle nada de alquiler. Después de avisar a sus tíos, esa misma noche se fueron a vivir junto a la fonda.

 

          Al poco tiempo su patrón cambió su forma de ser. El hombre amable que conoció se había convertido en uno morboso, quien no desaprovechaba la oportunidad de rozarla y repegársele, hasta que una noche entró al cuartito y, con la amenaza de botarla del trabajo, la obligó a tener relaciones sexuales con él. Como tía Nini no conocía a nadie y no tenía estudios ni sus papeles en regla en México, accedió a darle gusto al desalmado, y un día atendiendo a los comensales, conoció a un guapo militar quien había ido con sus compañeros a comer. Desde el primer momento surgió la atracción entre ellos, hasta que Alberto la invitó a salir. Pronto se enamoraron y él le confesó tener novia formal pero que iba a terminar su compromiso pues quería casarse con tía Nini y cuidarla junto con Quique. Los padres de Alberto se molestaron mucho y nunca aceptaron ni a tía Nini ni a su hijo, cosa que no les importó.

 

          Cuando se casaron, Quique tenía tres añitos y rápido, Alberto mostró su verdadera cara. El nene, como cualquier otro niño, hacía travesuras molestando terriblemente a Alberto, quien tuvo la perversa idea de tejer una especie de fuete con varias tiras de cuero blanco, a la cual llamó La Blanquita, y cada vez que el pequeñito hacía algo que no le pareciera al señor, éste golpeaba la espaldita desnuda del niño, quien gritaba y lloraba revolcàndose de dolor. Tía Nini, al tratar de protegerlo, recibía varios golpes en cuerpo y cara. Desgraciadamente, nunca tuvo el valor de separarse de su malvado esposo. Así vivieron once años, hasta que Alberto murió en una misión militar.

 

          Después de algunos años viviendo sola con su hijo y cuando él ya era un joven, lo asaltaron y mataron, dejando a tía Nini loca de dolor. Definitivamente su viaje por la vida había sido muy difícil, desgastando su salud y enfermando de todo, hasta que en medio de dolores terribles, murió de cáncer. Mi madre decía que la pobre tía sufrió desde que fue concebida.



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