miércoles, 11 de agosto de 2021

CLARA Y SISA

 


          Hace muchos, muchos años, en medio del mar, en un diminuto pedazo de tierra, el malvado Conde de Prados, mandó construir un castillo para vivir ahí cuando se casara. La única forma de llegar era en barco y no se podía salir del castillo, pues el terreno apenas había alcanzado para el edificio sin poder hacer algún jardín. El primer piso estaba muy oscuro, iluminado solamente por las velas de los candelabros. No había ventanas para evitar que las olas las rompieran y se inundara cuando el mar estuviera picado. Muy al contrario, el segundo piso y las altas torres contaban con mucha luz natural, pues éstas sí tenían ventanas. Desde ahí se podía admirar la belleza del agua azul del mar y del cielo con sus nubes, cosa que siempre hacía la condesa desde que llegó a vivir a ese lugar.

          Clara, la hija de los condes creció en ese encierro no logrando acostumbrarse a él. No tenía amigos pues, aunque la servidumbre tenía niños, su padre no le permitía hablar con ellos. Una tarde, mientras lloraba triste por tanto aburrimiento, vio a una serpiente azul de ojos rojos acercársele. Aunque le causó temor, no se movió y el reptil, mirándola fijamente, se movió suavemente levantando la cabeza y el cuerpo. Cuando casi estaba todo levantada, sacudió la cabeza fuertemente, haciéndose de otras cuatro cabezas. La niña abrió los ojos muy asustada y el animal le dijo con voz delicada: -No temas, Clara. He venido a hacerte compañía. Desde hoy seremos amigas inseparables.

          Con el tiempo la niña creció y la serpiente también. Clara se convirtió en una hermosa joven a quien su padre tenía planeado casar con un príncipe anciano que gustaba de golpear a las mujeres. Cuando se enteró de las intenciones de su padre, la joven estaba horrorizada imaginando la vida que le esperaba con ese hombre. Llena de espanto pasaba días y noches, sufriendo por adelantado los maltratos del príncipe. Sisa, su amiga serpiente, le dijo que había una forma para impedirlo, pero era muy peligroso. La joven estuvo de acuerdo en hacer todo lo que se le dijo.

          Se trataba de hacer una pócima con los ingredientes de un árbol que existía bajo las aguas que rodeaban el castillo. El brebaje hacía que quien lo bebiera perdiera la memoria, así que debería hacer que su padre lo bebiera para que se olvidara de sus planes. La persona interesada tenía que ir hasta el árbol y pedirle los ingredientes. La serpiente se ofreció a llevarla montada en ella y así, una mañana se lanzaron al mar desde una ventana y se sumergieron hasta el fondo del mar. Cuando estuvieron frente al árbol, Clara acarició el tronco pidiéndole que la ayudara a que su padre no la casara. De pronto, del tronco salieron dos ojos blancos y una boca amarilla. -Tienes que arrancarme varios pedazos de corteza, los que te quepan en el puño. Luego corta la misma cantidad de mis hojas y tres de mis ramas. Toma una de las piedras que están junto a mi tronco. Haz una infusión con todo esto y se lo das de beber a tu padre. Se lo sirves con la piedra en el vaso, haciéndole creer que ésta le robará el dolor de cabeza, pero lo que verdaderamente le robará es la memoria. Cuando se lo haya terminado lanzas la piedra al otro lado del castillo -y la cara despareció del tronco.

          De regreso, luego de reunir lo necesario y al llegar a la superficie, a Sisa le salieron alas y volando llegaron hasta su habitación y justo cuando Clara se había cambiado la ropa por otra seca, entró su madre, pidiéndole que bajara al salón pues su padre la necesitaba. Al llegar, encontró a un hombre joven, muy guapo, hablando con el conde. Su padre le dijo que era el hijo del príncipe con quien se iba a casar y que había ido a notificarles que su padre había muerto. Clara casi no podía disimular su felicidad, sobre todo cuando el joven apuesto continuó: -No deseo que los planes se deshagan. Me gustaría hacer cumplir la palabra de mi padre, desposando a su hija.

          Clara no tuvo necesidad de hacer la pócima, pues tenía referencias de que el joven y también príncipe, era una buena persona. Habló con él sobre su amiga Sisa y él aceptó que se fuera a vivir con ellos. Luego de casarse, se fueron a su nuevo castillo sobre Sisa, quien feliz los llevó volando a su nuevo hogar.


          

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