viernes, 13 de agosto de 2021

LA BODA DEL SIGLO


          Muy ocupado se encontraba el naire con un gran y majestuoso elefante. La boda del príncipe se aproximaba y debía tener completamente adiestrado al animal para el evento. Además, debía pintarle la cara y las uñas de colores llamativos. Mientras trabajaba con el adiestramiento, un coche se detuvo cerca. Un hombre muy elegante bajó y fue hasta él. Se trataba de un enviado del príncipe que iba a cerciorarse de que todo fuera a buen ritmo para la fiesta. Luego de darle indicaciones regresó al mercedes que brillaba de limpio, pese a la tierra del lugar.

          Cuando el vehículo desapareció de su vista, el trabajador pensó en las injusticias de la vida. Mientras a la mayoría de la gente en la India no les alcanzaba el dinero ni para comer, la realeza, lejos de ayudar al pueblo, gastaban excesivamente el dinero en una boda, y tenían coches de lujo, mansiones preciosas, ropa elegante y comida en abundancia. En cambio él, que se mataba trabajando con los elefantes no tenían ni lo básico. Para no sentarse en el suelo, recogía los neumáticos que los ricos deshechaban para usarlos como asientos y así, se las tenían que ingeniar con todo. Meneó la cabeza y siguió trabajando.

          El gran día llegó. Mientras el adiestrador terminaba de alistar al elefante, llegó una mujer acompañada de tres personas. Llevaban telas finas de colores vivos, un trono de oro precioso y listones elegantes. Con una habilidad impresionante, la decoradora adornó los colmillos y el cuello del enorme animal. Sus ayudantes colocaron las telas sobre su lomo y luego montaron y sujetaron el trono. En eso, la música comenzó.  Era la señal para dar inicio a la celebración. Rápidamente, la mujer colocó un nenúfar exótico sobre la cabeza del paquidermo. Las flores iban arriba y las planta bajaba entre los ojos.

          Pronto el elefante, correctamente engalanado para la ocasión llegó al palacio del príncipe. Éste subió, sentándose en el trono y se encaminó hacia otro de los palacios de la familia real, donde se celebraría la boda. En cierto punto se encontró con la novia, quien también era princesa de otra región y por supuesto, también iba sobre un elefante igualmente decorado. Desde ahí recorrieron el trayecto juntos, cada uno sobre su animal, seguidos por una gran cantidad de gente. Muchos los observaba desde los techos de sus humildes casitas.

          Cuando llegaron al lugar de la fiesta, varios sirvientes los ayudaron a descender y de la mano, entraron al palacio. Más tarde, cuando el ritual religioso terminó, el novio lucía muy feliz, en cambio ella, parecía que llevaba una máscara, pues su sonrisa claramente era fingida. Y no era para menos, pues se trataba de una boda acordada entre los padres de ambos. Se decía que ella suplicó a su padre para que no la casara con él, pero éste no la escuchó pues la decisión estaba tomada y era lo que mejor convenía a todos.

          En cuanto las autoridades religiosas y legales se retiraron, la electricidad fue desconectada para iluminar el gran salón con muchas velas, dando un toque mágico al evento. El baile comenzó y todos,  excepto los reyes del pueblo zulú de África, bailaron. No parecían muy a gusto con las costumbres hindúes.

          La boda del siglo se estaba celebrando en medio de un gran derroche de dinero y comida, mientras afuera, los habitantes de aquella región hindú, como en la gran mayoría de ese país, sufría de pobreza y hambre.


 

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