sábado, 12 de octubre de 2019
UN CASO POCO COMÚN
martes, 8 de octubre de 2019
PASEO POR UN SENDERO
sábado, 21 de septiembre de 2019
SENTENCIAS DE UN LIBRO
martes, 10 de septiembre de 2019
ALGUIEN BUENO
sábado, 31 de agosto de 2019
CONSEJO DEL VIENTO
sábado, 24 de agosto de 2019
NOTAS MUSICALES
martes, 20 de agosto de 2019
Decepción.
Confiaba plenamente en ella... Fue su orgullo desde que la vio nacer. Con el tiempo, el orgullo creció, pues demostraba ser un personita buena, inteligente y justa.
Sin embargo, el tiempo se encargó de demostrar lo equivocado que estaba. Su actitud cambió... Se volvió frívola y egoísta; incluso desalmada. Hizo muchas cosas malas y su padre comenzó a dejar de sentirse orgulloso de ella.
Trató de hablarle, de hacerla entrar en razón para que volviera al buen camino, pero aquella niña, que ahora era una joven mujer, no entró en razón.
El padre, decepcionado y triste, vio en lo que su hija se había convertido y sufría enormemente. Solo le quedaba rezar por ella y seguir viviendo su vida, esperando una respuesta favorable a sus oraciones.
¡Pero qué grande era el dolor de la decepción!
viernes, 16 de agosto de 2019
SUPERANDO UN RECUERDO
domingo, 28 de julio de 2019
ENGRILLADO AL SUELO
sábado, 20 de julio de 2019
LA MAGIA DE UN VERANO
-¿Por qué cantas tan fuerte? -Pregunté.
-Estoy agonizando. -Dijo cantando.
La miré con atención. Era un insecto grande y feo. Cogí mi gorra y me eché aire; hacía mucho calor.
-No te sientas avergonzada con los otros niños. -Me dijo. -No es tu culpa que solo quieras jugar. Tú vienes de una ciudad en donde los niños estudian y juegan; no tienen otra obligación. Aquí la gente es pobre. Toda la familia debe trabajar para poder ayudarse y salir adelante. Acércate a las niñas. Interésate por lo que hacen. Verás que empezarán a aceptarte. Así harás amigos y aprenderás cosas nuevas. Entonces desperté. Me había dormido un buen rato debajo del árbol.
-Sí. Y también las cosas para hacer el pan. -Respondió una de ellas.
-¿Saben hacer pan?
-Claro.
-¿Me pueden enseñar? -Dije emocionada.
-Sí. Ven con nosotras.
Esa tarde estuve haciendo pan con ellas. Y por la noche las acompañé a venderlo casa por casa. Cuandos acabamos me despedí feliz de ellas y me fui a casa. Después de una ducha me fui a la cama. Pensaba en todo lo que viví ese día mientras miraba a las luciérnagas bailar. De pronto, haciendo su coreografía, con sus luces formaron un "BIEN". Sonreí contenta. Pronto me hice amiga de varios niños. Pasé el verano trabajando con ellos y aprendiendo a trabajar, a hacer amigos y también aprendí que existe gente con muchas necesidades y que luchan con todas sus fuerzas para salir adelante.
martes, 16 de julio de 2019
REMORDIMIENTO
miércoles, 10 de julio de 2019
CAFÉ CON UN EXTRAÑO
-¿De qué? -Me respondió sin mirarme y sin dejar de escribir.
-¡Mire! -Ordené. -Todos están paralizados. ¿Qué ha sucedido?
-¡Ah! Es eso. No te preocupes.
-¿Qué tanto escribe? -Pregunté algo desesperada.
-Escribo historias.
-¿Historias?
-Así es, jovencita.
Yo seguía sin comprender nada. ¿Cómo era posible que nadie se moviera, como si fueran estatuas? ¿Y por qué aquel hombre parecía tan tranquilo? ¿Cómo podía seguir escribiendo como si nada sucediera?
-¡Dígame que no es mi historia! -Le grité.
No hubo respuesta por parte del hombre. Él continuaba escribiendo. La angustia se apoderó de mí hasta que morí a causa de un paro respiratorio.
domingo, 7 de julio de 2019
LAIKA
Cumplía diez años cuando Laika, una perrita pastor alemán, llegó a mi casa. Yo estaba feliz con el hermoso regalo que me hizo mi madre. Todos los días jugaba con ella y la alimentaba. Por las tardes, cuando llegaba de la escuela, me recibía con ladridos y moviendo la cola. En verdad que el amor era mutuo entre nosotras dos.
Un sábado por la mañana, al abrir la cerca, Laika se escapó. Por más intentos que hice, no me obedeció. Mi madre y yo estábamos preocupadas, pensando que se podría perder; en cambio mi padre, quien me dio tremenda regañada, estaba furioso. Decía que seguramente regresaría preñada. Por fin, después de poco menos de una hora, Laika regresó y yo volví a ser feliz jugando con ella.
Al poco tiempo, descubrimos que estaba esperando perritos. Yo, por supuesto, brincaba de alegría. Me daba mucha emoción imaginar a los bebés perritos. Mi madre se lo comunicó a mi padre, quien terriblemente enojado fue hasta donde yo acariciaba a Laika, que descansaba a mi lado.
-¡Maldita perra del demonio! -le gritó enloquecido. -Cuando nazcan tus perros, los voy a ahogar en una cubeta de agua. -la amenazó apuntándola con el índice.
Laika solo lo miraba. A mi ver, parecía temerosa.
Los días siguieron su curso y Laika adoptó la mala costumbre de escarbar debajo de un pedazo que teníamos pavimentado en el jardín trasero. Sacaba tierra y la amontonaba a un lado. Mi madre la regañaba, pero Laika lo siguió haciendo.
Una tarde comenzó a llover fortísimo; una verdadera tormenta nos azotaba. Le dije a mi madre que Laika aún estaba afuera. Fue hasta la puerta de la cocina para llamarla a gritos. Entonces, alcanzamos a escucharlos. Se oían ladridos de perritos.
-¡Ya nacieron! -gritó. -Parece que están en el hoyo. Tenemos que sacarlos de ahí o se ahogarán.
Rápidamente mi madre le avisó a mi padre para que los rescatara. Cuando llegó al hoyo que Laika había cavado, se arrodilló y metió la mano para tratar de sacarlos, pero Laika le gruñía enojada y le tiraba mordidas. Después de varios intentos, regresó derrotado. Entonces mi madre fue y lo intentó.
-Laika, soy yo. Vamos... Llevemos a tus perritos adentro de la casa -le dijo cariñosamente.
Con un poco de desconfianza, dejó que sacara a sus tres cachorritos. Adentro, yo ya tenía su cama lista, hecha de colchas y toallas viejas.
Laika se acomodó y sus perritos comenzaron a comer. Cuando mi padre se acercó a verlos, Laika ladró y gruñó enfurecida. Mi mamá se acercó a ella.
-Nada malo les va a suceder a tus hermosos cachorritos -le dijo acariciándola. -Te prometo que los cuidaremos y querremos como a ti.
Laika se tranquilizó y lágrimas brotaron de sus ojos.
Dicen que los perros no piensan, pero yo estoy segura de que sí lo hacen.
viernes, 5 de julio de 2019
LA MALDICIÓN
-Eres el primer ser vivo que veo en mucho tiempo -le dijo con voz cansada.
-He venido por encargo de quien aquí te tiene -respondió el cuervo, mientras se mecía. -Quiere saber si aún vives.
Idalia suspiró tristemente y luego preguntó:
-¿Crees que es justo lo que me ha hecho?
El cuervo guardó silencio.
-¿Crees que es justo lo que a ti te hace? -insistió. -Te maltrata y te ordena hacer cosas, pero nunca es buena contigo.
-Tienes razón -respondió -debo cumplir con sus órdenes para poder poder salir de la jaula en la que me mantiene. Y no puedo escapar porque siempre me encuentra y me golpea.
-Debes ayudarme a acabar con este hechizo -le suplicó. -Planeemos algo.
-Compruébelo por usted misma -le respondió el cuervo desde los aires.
Tan grande era la furia de la terrible bruja, que corría cegada por la rabia y no se fijaba por dónde pisaba. De pronto se le dificultó caminar. Y cada vez que hacía esfuerzos por continuar iba sumergiéndose en el lodo. ¡Había caído en el pantano!
-¡No te quedes mirando! -gritó desesperada. -¡Ayúdame, maldito cuervo!
El cuervo volaba dando giros, esperando a que por fin, ella fuera tragada por la aguas pantanosas. Ante la desesperación que la bruja sintió, olvidó sus poderes y solo fue capaz de luchar con fuerzas para salir de aquello, consiguiendo así, sumergirse más rápido.
jueves, 4 de julio de 2019
ERÉNDIRA
Eréndira palideció. No pudo emitir palabra alguna. Solo fue capaz de romper en llanto. Su madre le pidió silencio y abrazó a su hija, ayudándola a ir a su habitación. La acompañó todo el tiempo hasta que por fin y con mucho esfuerzo, recuperó la calma.
EN EL SILLÓN
En ocasiones, cuando las tardes se tornan grises y el cielo lanza algunas lágrimas, me siento sobre el verde y ajado regazo de mi buen amigo y escojo al azar una carta. Las leo despacio y en voz alta, disfrutando de cada una de las letras que hay escritas en ella. La emoción me hace su presa y la voz se me quiebra con cada palabra de mi amor valiente. En una carta me describía su ansiedad porque aquella guerra terminara pronto para poder volver a mis brazos. Me decía que yo era el motivo por el que luchaba por mantenerse vivo y que rezaba todas las noches por volver pronto. Mis ojos se anegaron de llanto al leer aquello y no pude más que acurrucarme en mi sillón, que como siempre me confortó como solo él sabía hacerlo.
Han pasado muchos años desde que el hombre de mi vida volvió en silencio... Años en los que yo he sufrido por ese regreso en silencio que fue su partida definitiva y a través de los cuales siempre me he preguntado por qué la vida me lo arrebató.
miércoles, 3 de julio de 2019
LA MUÑECA
─¡Por fin! ─exclamó la muñeca que mi mamá me compró en una venta de garaje cuando tenía 5 años. Recuerdo que la muñeca, que era de trapo, solo tenía un ojo y el estambre negro, que era su pelo, completamente enredado. Mi mamá no quería comprarla porque decía que estaba muy fea y vieja, pero yo comencé a llorar y decidí no moverme del lugar hasta conseguir que me la comprara. ─¡Cómo has crecido! ─me dijo sorprendida, mirándome con el único ojo que aún conservaba.
Un poco asustada, volví a meterla en la caja y apreté con fuerza la tapa para evitar que volviera a salir.
─¡No, por favor! ─gritó. ─No quiero estar otros 20 años encerrada.
La saqué y abracé con cariño. Al sentirla entre mis brazos, pegada a mi pecho, los recuerdos de aquella infancia feliz me invadieron. Nunca tuve juguetes nuevos ni de lujo, pero tampoco me hicieron falta. Con esta muñeca defectuosa y sencilla tuve muchas alegrías y mis juegos con ella siempre fueron maravillosos.
─Solo eres un juguete y por eso te tengo guardada ─le dije mientras le arreglaba el pelo, que a pesar de los años, estaba mucho mejor que cuando la compramos. Mi mamá la había lavado y luego le deshizo las trenzas, peinó el estambre con cuidado y luego lo volvió a trenzar.
─Hagamos un trato ─me dijo sonriendo y guiñándome su ojo solitario.
─Déjame ser la muñeca de tu hija. Ahora quiero dormir en sus brazos como tiempo atrás lo hice en los tuyos. Tú lo has dicho... Soy un juguete y mi función es divertir, no estar guardada.
La besé emocionada hasta las lágrimas. Pronto se la regalé a mi niña y le conté la historia que había entre ella y yo. Ella aceptó feliz y me pidió hacerle otro ojo, igual al que ya tenía y que le compráramos ropa para vestirla. La muñeca sonrió.