sábado, 31 de agosto de 2019

CONSEJO DEL VIENTO

          Por mucho tiempo, Olivia miró la vida pasar a través de la ventana. El tiempo avanzaba sin que a ella le importara mucho, hasta que un día, el tic-tac del reloj, se hizo más lento y grave, hasta llegar a molestarla.

          Buscando un poco de luz natural, salió al jardín. Iba descalza y comenzó a caminar entre los rosales y árboles. Agradecidos, sus pies disfrutaron la sensación que les provocaba el césped mojado. Sus ojos gozaron de los colores hermosos que veían y del maravilloso espectáculo que un jardín era capaz de brindar. A su cuerpo le encantó sentir la caricia de los tibios rayos del sol.

          Cerró los ojos para sentir todo aquello con todos los sentidos. Un suave viento llegó; la rodeó y alborotó su cabello. Entonces lo escuchó: "No dejes de disfrutar cada momento de tu vida, cada sensación. Goza cada cosa que te rodee, sin importar si es algo muy sencillo. Tienes la gran capacidad de ser feliz con tan solo lo que te rodea".

          Olivia sonrió y respiró profundamente, mientras sintió cómo jugaba el viento con su falda, antes de alejarse a otros rumbos.



sábado, 24 de agosto de 2019

NOTAS MUSICALES

          Como cada viernes, llegué a casa muy cansada. Cené algo ligero y me tomé dos pastillas para aminorar el dolor de espalda, que hacía ya varios días me molestaba mucho. Puse música suave, muy relajante y me metí al baño para darme un baño de agua caliente en la bañera. Era tanto el cansancio y el agua muy caliente, que pronto empecé a sentir sueño. Cerré los ojos disfrutando del ambiente. De pronto la música empezó a subir de volumen hasta convertirse en un ruido horrible y estridente.

          Cuando abrí los ojos, vi muchas notas musicales bailando en las paredes. Luego se unieron como si se tomaran de las manos y empezaron a girar a mi alrededor. De pronto, se detuvieron y una de ellas, la que parecía ser la jefa de tan raro grupo de bailarinas, les ordenó con voz chillante que me ahorcaran. Pronto, el círculo que formaron se cerró alrededor de mi cuello y comenzaron a apretarme tan fuerte que el aire comenzó a faltarme. Estaba muriéndome asfixiada por un grupo de notas musicales desalmadas.

          Entonces hubo un gran silencio. Abrí los ojos con la respiración agitada y todo estaba normal. La música suave continuaba y no había nada raro en el baño. ¡No vuelvo a tomar esas pastillas!


martes, 20 de agosto de 2019

Decepción.

     Se llevó la mano al corazón; la punzada era verdaderamente aguda. ¿Cómo podía una decepción herir de tal manera?
     Confiaba plenamente en ella... Fue su orgullo desde que la vio nacer. Con el tiempo, el orgullo creció, pues demostraba ser un personita buena, inteligente y justa.
    Sin embargo, el tiempo se encargó de demostrar lo equivocado que estaba. Su actitud cambió... Se volvió frívola y egoísta; incluso desalmada. Hizo muchas cosas malas y su padre comenzó a dejar de sentirse orgulloso de ella.
     Trató de hablarle, de hacerla entrar en razón para que volviera al buen camino, pero aquella niña, que ahora era una joven mujer, no entró en razón.
     El padre, decepcionado y triste, vio en lo que su hija se había convertido y sufría enormemente. Solo le quedaba rezar por ella y seguir viviendo su vida, esperando una respuesta favorable a sus oraciones.
¡Pero qué grande era el dolor de la decepción!


viernes, 16 de agosto de 2019

SUPERANDO UN RECUERDO

          Caminando por el laberinto de mis pensamientos encontré una puerta cerrada con candado. Pasé de lado y durante mi recorrido encontré otras más, abiertas. Visité varias habitaciones de mi memoria; en unas sonreí con melancolía, en otras, reí a carcajadas y en otras más, lloré de tristeza. Estaba contenta por recordar muchas experiencias de mi vida. Cuando regresaba de aquel paseo volví a ver aquella puerta cerrada. Intenté abrirla pero me resultaba muy difícil hacerlo. Necesitaba una llave para abrir el candado.

          Frustrada y un poco cansada seguí mi camino de vuelta. A punto de abandonar los hilos de mi memoria, vi una llave en el suelo, llena de telarañas y polvo. La tomé y regresé hasta la puerta que tanto me intrigaba. Cuidadosamente la metí en la cerradura y abrió. Entré sigilosamente; estaba muy oscuro. Alcancé a escuchar a una niña llorando aterrada. Agudicé la mirada y la vi. Estaba en un rincón abrazando a una muñeca y no dejaba de llorar. Un escalofrío recorrió mi espalda y un dolor agudo lastimó mi estómago. Un nudo se me hizo en la garganta y corrí hasta ella. La abracé con fuerza y la consolé. Una vez que se tranquilizó, la tomé en mis brazos y la saqué de ese horrible cuarto. La llevé a uno donde todo era alegría, risas y paz. Me despedí de ella sonriendo y con un largo y profundo suspiro regresé a la realidad.