martes, 28 de diciembre de 2021

RUFUS Y LOS SUÁREZ



          El cielo empezaba a teñirse de colores oscuros y Rufus, la mascota del matrimonio Suárez empezaba a inquietarse. Sus dueños siempre llegaban cuando aún estaba soleado pero en esta ocasión estaban tardando mucho más de lo habitual. El perro empezó a correr alrededor del jardín trasero y a ladrar con cualquier ruido que escuchaba, acercándose a la puerta creyendo que sus dueños estaban llegando. Cuando la noche se instaló por completo, Rufus se echó junto a la puerta de la cocina y esperó toda la noche. Era la primera vez que dormía afuera y la pasó llorando bajo el sereno nocturno.

El nuevo día llegó y los Suárez seguían sin aparecer. Pasaron varios días y Rufus se quedó sin comida ni agua. No sabía que sus amos habían muerto en un accidente y, como no tenían familia alguna, fueron enterrados en la fosa común. Nadie fue a la casa, así que el perro, al estar encerrado en el patio, comenzó a debilitarse por falta de alimento y por la tristeza de sentirse abandonado hasta que un día, ya no se levantó del lugar donde se acostaba a diario.i

El césped y los rosales comenzaron a crecer mucho pero el espacio que Rufus ocupaba solo fue rodeado por los rosales. Poco a poco, el cuerpo del can fue vestido por las flores hasta formar un hermoso cuerpo floral que despedía un aroma exquisito para la buena suerte de los vecinos. Las rosas eran de colores brillantes y nunca se opacaban, hasta que un día ocurrió una desgracia.

Debido a un descuido, la casa de los vecinos se incendió una madrugada. El fuego se propagó rápidamente extendiendo las llamas hacia la casa abandonada donde se encontraba Rufus, poniendo en peligro dicha propiedad. El calor comenzó a afectar al césped y a los rosales. Las flores que cubrían al animal comenzaron a marchitarse. Todo indicaba que siniestro acabaría con todo. Sin embargo, la ciudad amaneció bajo una lluvia suave y continua, mojando todo lo que estaba a la interperie y acabando con el fuego.

Dice la gente que mientras llovía, se escuchaban las voces de los señores Suárez llamando a su perro Rufus y algunas personas dicen que los vieron descendiendo entre las gotas hasta el cuerpo floral y que lo abrazaron y acariciaron como lo hacían con su mascota. Desde ese día, los vecinos tienen la creencia de que los Suárez protegen a Rufus y su vestido de flores con sus lágrimas, haciendo con éstas una lluvia que mantiene hermoso el montículo floral y protegiendo a su vez, al vecindario de una sequía. 


sábado, 25 de diciembre de 2021

LA HISTORIA SE REPITE



          Los niños jugaban en la calle al cuidado de sus madres, quienes platicaban sentadas en las sillas que decoraban el porche. La algarabía predominaba en aquel lugar pues los chiquillos estaban estrenando los juguetes que recibieron en la recién pasada Navidad y todos esperaban ansiosos la llegada del Año Nuevo. Las mujeres hablaban los propósitos para el próximo año y en unas horas se arreglarían para ir a la misa de fin de año. Todo el pueblo se reuniría en la iglesia y disfrutarían del sermón del sacerdote.

Cuando llegó la hora, todos escuchaban atentos al Padre Armando. Las palabras que les dirigía eran dulces y hermosas y cuando fue tiempo de orar, mientras permanecían con la cabeza inclinada y los ojos cerrados apareció de repente un ser horrible envuelto en llamas. Con voz grave y tenebrosa les dijo que había llegado a castigarlos por su falsedad e hipocresía. En seguida prendió  fuego en la iglesia. La gente, despavorida, corrió hacia la salida, pero las puertas estaban cerradas con candado. En el intento desesperado por huir, pasaron por encima de algunos niños pisoteándolos y con ello, triturando sus pequeños cuerpos. Pronto, las figuras de los santos  y el enorme crucifijo ardieron en llamas junto con todo lo que estaba dentro del templo. El olor a carne quemada invadió a la pequeña comunidad.

Al día siguiente, la gente que no había ido a misa estaba conmovida ante tal desgracia. Lloraban a amigos y familiares que habían perecido en tal desastre.

     -Dicen que el demonio del fuego viajaba en el tiempo-. Dijo una anciana con voz temblorosa.    -Pero con esto, estoy segura de que sigue viajando.

     -¿Por qué dices eso?- Preguntó su esposo.

     -Porque algo similar ocurrió hace más de 500 años en una aldea. El demonio del fuego se presentó allá, cuando un grupo de personas adoraban a su dios y quemó a todos y a todo lo que estaba allí. La gente corría envuelta en fuego y descarnándose entre gritos de dolor hasta morir convertidos en cenizas. Hoy, después de tantos años, se ha repetido la historia.- Dijo persignándose.


jueves, 23 de diciembre de 2021

NUEVAMENTE JUNTOS

   

       Caminando por una calle cualquiera, llena de gente con rostros desconocidos que iban y venían, miraba sin ver los detalles de la avenida. Un semáforo en rojo, autos deteniéndose y más autos avanzando; un anciano ciego guiado por un perro, algunas personas corriendo y algunos otros dando empujones para avanzar más rápido.  Los aparadores de las tiendas estaban iluminados, exhibiendo los productos que allí se vendían. De pronto algo llamó poderosamente mi atención. Fue algo que aún no logro entender. Te presentí cuando un aroma llegó hasta mí haciendo a mi corazón acelerarse. Me detuve y te busqué con la mirada; estaba segura de que estabas cerca. Entonces nuestros ojos se encontraron dejándome atónita. Me sonreíste y encendiste mi cielo con tu luz.

Llegaste hasta mí y tomaste mis manos llevándolas hasta tu boca sin dejar de mirarme, sonriendo con amor. Temblando por la emoción y el temor de volver a perderte y tener que esperar más vidas para volver a encontrarte, me retiré suavemente de ti, impidiendo el abrazo que intuí deseabas darme, pero me enlazaste por la cintura llevándome nuevamente hasta ti. Con voz suave me ofreciste la esperanza como escudo para un corazón que aún te amaba; un corazón que estaba dentro de mi pecho repleto de amor para entregártelo y eso bastó para que todas mis reservas se acabaran y rodeé tu cuello con mis brazos.

Olvidándonos de todo a nuestro alrededor y bañados con el polvo de estrellas, nos entregamos a la dulzura del tan esperado beso. Nuestras bocas se gozaron con la caricia que por algunas vidas habían esperado, saciando la terrible sed que los atormentaba. Nuestros labios bebieron, uno del otro, hasta acabar con la resequedad.

"El mundo posee tu cuerpo, pero no tus ojos", me dijiste. "Ésos son míos y los he llevado conmigo todo este tiempo". Un suspiro muy largo y profundo escapó de mi garganta y recargué mi cabeza en tu hombro. Luego caminamos abrazados hasta el lugar que esa nueva vida nos tenía destinado. Había valido la espera, pues nuevamente volvíamos a ser felices.

La noche fue mágicamente hermosa. La sombra del silencio por fin había desaparecido. Ahora los suspiros, los besos y las risas volvían a acompañarnos, haciendo a nuestras almas desbordar la felicidad que nos embargaba. ¿Cuántas vidas viviríamos nuestro amor? Eso no lo sabíamos, pero de lo que siempre, en cada una de las que vivimos anteriormente, estábamos seguros, era de que en todas las que nos reencontráramos, seríamos completamente felices.

Recuerdo que una ocasión me dijiste que no querías que volviéramos a separarnos, que no deseabas irte y dejarme en la tristeza, a lo que yo te respondí: "No te vas, te quedas, me iluminas con tu recuerdo". Y con la confianza de que nunca dejaríamos de reunirnos nos quedamos dormidos, disfrutando de nuestra compañía, de nuestra respiración y de los latidos de nuestros corazones enamorados.

Una mañana nos despertó el canto de un hermoso pájaro que llegó a nuestra ventana. Emocionada le dije: "Si te retas, enciende con nosotros un mundo de letras, uno de canto, uno de amor. Busca una pareja y llenen de alegría la vida". Ambos echamos a reír sin pensar en otra cosa que el amor.

Hoy tengo mil recuerdos de esa vida y de todas las que juntos vivimos, esperando ilusionada, una próxima en la que volvamos a coincidir para continuar nuestra bella historia.


miércoles, 22 de diciembre de 2021

TRANSPORTADA AL PASADO

     


          Paula abrió los ojos encontrándose sola en un bosque al que jamás había ido. Desconcertada miró para todos lados descubriendo que se encontraba de pie frente a unos árboles enormes. ¿Qué hacía ahí? Se preguntaba incesantemente. Lo último que recordaba era que estaba comiendo pizza con sus amigos y que una mujer que decía ser bruja se acercó al grupo.

Se acomodó el sombrero y empezó a caminar entre los pinos. Seguramente llegaría a algún lugar donde hubiera gente y pediría ayuda. Caminó durante toda la mañana y parte de la tarde, sin encontrar nada que no fueran abetos, ardillas y venados. Cansada, se sentó bajo un árbol y empezó a pedirle al cielo que la ayudara a encontrar gente antes del anochecer. Miro al suelo y vio a un caracol avanzando lentamente entre el pasto. Lo siguió con la mirada hasta que el animalito entró en un hueco que había en un tronco caído. Entonces Paula se levantó y continuó su caminata pensando que si el pequeño animal logró llegar a un refugio,  ella también podría hacerlo.

Mientras recorría kilómetros, que tal vez solo eran metros alargados por su desesperación, recordó que la supuesta bruja le pidió que tomara entre sus manos una calabaza y que inspirara profundamente el olor de un girasol que ella misma le dio. Le dijo que al hacerlo, se transportaría automáticamente a otro lugar. ¿Pero a dónde había viajado? ¿A un lejano y solitario bosque? Pensaba angustiada al notar que faltaba poco para que anocheciera.

El sol ya se estaba ocultando cuando escuchó a lo lejos el rumor de lo que parecían olas del mar. Apresuró el paso y el olor a salitre llegó hasta ella. Ya estaba oscuro cuando llegó a la playa y vio un edificio. Entró en él para resguardarse del frío. Cuando en la mañana despertó, salió y miró a su alrededor. Grande fue su sorpresa al descubrir que había pasado la noche dentro de un antiguo molino de viento. Más allá vio el armazón de un barco, también muy antiguo, que estaba en construcción. Entonces escuchó voces y vio a varios hombres, quienes vestían como en épocas pasadas, acercarse a dicho navío. Fue hasta ellos y les dijo estar perdida. Les preguntó cómo llegar al lugar de donde había venido y todos se sorprendieron, pues nadie conocía tal localidad. Ni siquiera conocían el país que ella les mencionara.

Desesperada y asustada, les preguntó cómo se llamaba la playa, a lo que le respondieron que no tenía nombre, pero que el pueblo se llamaba Trinidad y el pueblo más cercano era San Ildefonso. Pensativa, Paula guardó silencio. No conocía esos pueblos y al ver que dos mujeres que llegaron, vestían vestidos largos y muy anchos, preguntó en qué año se encontraban.

     -¡¿1473?! -Preguntó gritando y abriendo los ojos sorprendida.

No. Eso era imposible. ¿Cómo había viajado al pasado?, pensó aterrada. Aquella mujer en verdad era una bruja. Comenzó a llorar desesperada y cuando las mujeres que llegaron le preguntaron por qué vestía un pantalón como los hombres, decidió no responder, pues temió que la tacharan de loca.

El tiempo pasó y después de mucho esfuerzo, logró adaptarse a la nueva y difícil vida que ahora vivía. Todas las mañanas platicaba con unas plantitas que había sembrado en unas macetas de barro que ella misma hizo. Solo ellas sabían quién era verdaderamente y de dónde venía pues con ellas se desahogaba. 


viernes, 17 de diciembre de 2021

EL SECRETO

 




 

          



Mientras don Ernesto saboreaba una fría cerveza, los recuerdos

llegaban a su mente como una cascada de aguas bravas, golpeando

sin piedad su pensamiento, que por muchos años se mantuvo

protegido detrás de las oscuras paredes del olvido. Sus memorias

escondidas salieron a la luz gracias a la foto que su padre tomó del

pueblo donde ambos nacieron y que colgaba de aquella pared como

esperando pacientemente ser descubierta. Dejó el tarro de su bebida

sobre la mesa y fue hasta el retrato con pasos lentos.



Sin quitar la vista de aquella imagen, recordó a un par de flamenco

en el lago del pueblo y en seguida, sumente se tiñó de rojo. Sacudió

con fuerza la cabeza, tratando así de alejar tal imagen. Lejos de

lograrlo, miró un hacha escurriendo sangre. Cerró los ojos con fuerza

y se vio jugando en el patio de la casa de sus padres con la misma

hacha. Debido a la escasez de recursos económicos, no tenía un palo

para jugar golf, así que el hacha le servía para jugar.



Sonrió al recordar aquello, pero rápidamente su rostro se tensó

cuando un niño pequeñito, de dos años cuando mucho, llegó hasta su

cabeza. Recordó sentir rabia y odio contra el pequeño, porque

gozaba de todo. Su madre le compraba ropa linda y nueva y muhos

juguetes. Ernesto, a pesar de tener varios años más, no lograba

entender la diferencia entre el bebé y él. Mientras recordaba todas

esas sensaciones, su cuerpo se estremeció del tal foma, que le

provocó pegar un brinco... Sangre, mucha sangre apareció frente a

sus recuerdos. En un acto de rabia, descargó varios golpes con el

hacha sobre la cabeza del niño. Luego, con toda la sangre fría, llevó

el cuerpecito hasta un campo de amapolas y ahí lo enterró.



Don Ernesto suspiró hondamente, regresó a la mesa por su cerveza,

se la bebió de un jalón y se alejó de aquella casa y de aquel pueblo,

tratando de volver a olvidar nuevamente su secreto, siguiendo con la

vida de un hombre decente con la conciencia tranquila.

viernes, 3 de diciembre de 2021

JUSTICIA TARDÍA

 


 

 

          

El anciano disfrutaba de los últimos rayos de sol de aquella fría tarde

sentado en una vieja silla de madera, mientras jugaba con su bastón

removiendo la tierra para uno y otro lado. Tenía los pies ajados y las

uñas de pies y manos, largas y sucias. La larga barba gris se movía

con el suave viento, como si fuera una nube traviesa jugueteando con

un hombre.


Un pájaro se posó en el gran roble que le daba sombra a la vieja

casucha de madera y comenzó a trinar. Pronto llegó una gran parvada

haciendo tremendo escándalo con su vuelo y trinos. Aunque ya se

habían acomodado en las ramas para descansar, no dejaban de trinar

fuertemente.



-¡En el nombre sea de Dios!- Murmuró el anciano. -¿Qué mal

presagio me traerán estos pajarracos?- Dijo muy bajito mientras a duras penas se levantaba de la silla.

Su difunta esposa le había inculcado muchas creencias y una de ellas

era que cuando los pájaros en grupo trinaban largo rato, algo malo

sucedería.



Lentamente, entró a la cabaña que ya estaba oscura y a tientas buscó

una vela para encenderla. La puso en el centro de la mesa y se sirvió

un poco de leche con un pan que tenía varios días en casa. Mientras

comía, vio a través de la ventana una sombra moverse sigilosamente.

-¿Quién anda ahí?- Preguntó sin obtener respuesta.

Siguió comiendo, pero estaba atento a la ventana y a la puerta.

Entonces escuchó un grito de dolor. Tan rápido como su artritis se lo

permitió, se levantó y se asomó por la puerta. No vio ni escuchó

nada. Volvió adentro y cerró con candado. Regresó a la mesa y

mientras se acababa sus sencillos alimentos escuchó el sonido del

segundero de un reloj. Miró para todos lados, pues hacía más de

veinte años que no contaba con uno. Entonces se sorprendió al ver

uno colgado de la pared.

-¿Quién trajo este reloj?- Dijo rascándose la cabeza.

Estaba absorto mirándolo, atento al caminar de las manecillas

doradas cuando escuchó una voz detrás de él:

-Cuenta los minutos. Faltan muy pocos para que se haga justicia.

Dio un salto en la silla y volteó para ver quién le hablaba. Un hombre

salió de las sombras y se paró enfrente de él.

-Creiste que nunca te encontrarían, pero te equivocaste. Para la

justicia no existe rincón que no le permita llegar y esta noche vendrá

hasta aquí- Dijo el hombre misterioso, desapareciendo.


Asustado, el anciano lo buscó con la mirada por todos lados, sin

encontrarlo. Fue hasta el pequeño cuarto donde estaba el catre donde

dormía y tropezó con algo parecido a un bulto. Cuando intentó

levantarse, sus manos sintieron un líquido caliente y viscoso, y en su

desesperación volvió a caer manchándose con tal líquido y

aferrándose a un acero frío, parecido a un cuchillo.

-¡Levántese con las manos arriba de la cabeza!- Escuchó una voz

enérgica mientras la luz de una linterna lo alumbraba.


Con los ojos entrecerrados por la luz que llegaba directamente a sus

ojos, se levantó despacio. Entonces varios policías alumbraron la

escena. En el suelo estaba un hombre muerto por varias puñaladas y

el anciano, con la ropa y las manos llenas de sangre, sostenía una

daga de la que escurría el líquido vital del difunto.

El cuerpo estaba lleno de las huellas del viejito y las investigaciones

arrojaron que la víctima fue asesinado con la daga que sostenía

cuando fue capturado. Durante los interrogatorios, el sospechos negó

rotundamente haber matado al hombre pero confesó haber asesinado

a un hombre hacía más de treinta años.


Días después, vestido con el uniforme naranja de la prisión, pensaba

de verdad había estado en su casa el hijo de aquel a quien asesinó

años atrás o fue una aparición.





LA MALDICIÓN DE SIR WALKER



          

La pareja de turistas miraba atenta la exposición de los diferentes

objetos que se exhibían en aquel museo del terror en una ciudad

importante de Londres. Entre los dos leían las notas sobre cada cosa

que veían. Hubo una que llamó poderosamente su atención. Se

trataba de un tronco humano con cabeza, aunque ésta estaba cubierta

con una lámina pues, se decía, tenía un rictus de dolor imposible de

ver. El matrimonio lo miró con asombro, pues además de esto, no

tenía ni brazos ni piernas.


-Ha de ser horrible no tener brazos. -Dijo el hombre con algo de
aversión.

-Yo creo que la cara está horriblemente desfigurada y por eso la
cubrieron. -Dijo su esposa.


Luego fueron a leer sobre el objeto que miraban.



“En 1891 Sir Alexander Walker fue arrollado por un tren, quedando

sin sus extremidades, luego de que al contraer gangrena, le fueron

amputadas. Sufrió de dolores terribles aún meses después de la

operación que lo dejara como ahora lo vemos. Muchas veces le

suplicó a su esposa, Lady Margaret, con abundantes lágrimas:

“Pónganme en una urna de cristal para que todos puedan mirarme.

Pero cuando alguien sienta repulsión por algo de lo que me haya

sucedido, una maldición le caerá, afectándolo de igual manera.”


Ambos sintieron un escalofrío al leer aquello. Salieron en silencio
del museo y cuando ya estaban en la habitación del hotel donde se
hospedaban, un terremoto muy fuerte sacudió la ciudad, destruyendomuchos edificios, entre ellos el hotel de los turistas en cuestión. La pareja quedó inconsciente y sepultada entre escombros y otras víctimas. Cuando despertaron, se encontraban en el hospital, descubriendo que la maldición de Sir Walker los había alcanzado. El hombre había perdido ambos brazos y su esposa había quedado con el rostro desfigurado.


Gritos de horror se escucharon en el hospital.