domingo, 18 de septiembre de 2022

LA CURANDERA DE LA SELVA

 


          En las profundidades de una selva desconocida y casi virgen vive una extraña mujer. Entre la gente de las tribus cercanas, la conocen como la Reina Fantasma. Todos la respetan por los dones y poderes con los que está dotada. Cuando alguien muere sorpresivamente o por razones ilógicas, le llevan el cadáver hasta su choza.

     -Señora -dice un hombre mientras llama a la puerta.

     -Pasa -contesta la hechicera desde adentro.

El hombre entra en la vivienda con el cuerpo de su mujer en brazos y la deposita sobre las grandes hojas cafés de una planta tropical. La bruja se acerca y se pone de rodillas al lado del cuerpo mientras cierra los ojos y comienza a rezar en susurros. Después de varios minutos se levanta y coge a una gallina negra, la lleva hasta la mujer muerta y sobre su cuerpo, le entierra un cuchillo a la gallina, bañando el cadáver con la sangre del animal. Luego me da un masaje extendiendo el líquido viscoso por todo el cuerpo para después, con el mismo cuchillo, abrir en canal a la difunta.

Luego de sacar cuidadosamente los órganos del cuerpo sin vida, los palpó entre rezos que iban subiendo de volumen. Varios pares de brazos surgieron del cuerpo de la curandera y las vísceras eran manoseadas por todas esas manos hasta que la Reina Fantasma comenzó a convulsionar y cayó al suelo.

     -Tu mujer murió porque le hicieron ojo. -Le dijo al hombre luego de calmarse y levantarse. 

     -¿Quién se lo ha hecho?

     -Fue una mujer de tu familia. Una joven, de pelo crespo y grandes ojos.

El hombre tomó a su mujer en brazos nuevamente y se retiró dispuesto a cobrar venganza. 

Todo lo que la Reina Fantasma dice, es considerado cierto en dicha selva. No existe verdad más grande que sus declaraciones. Los aldeanos no se han percatado de que sus aseveraciones causan más desgracias en el lugar.




jueves, 25 de agosto de 2022

EL MONSTRUO DE LA COMARCA


 

          Hace muchísimos años existió una ciudad pequeña y muy hermosa con verdes campos y lagunas azules y cristalinas de agua limpia y pura. Los habitantes de tal localidad eran gente amable y trabajadora. Todos los ciudadanos se preocupaban por el bien comunal y no había nadie que sufriera solo, pues siempre comtaba con la ayuda y apoyo de todos en el vecindario. La hermosa y traquila ciudad era adornada por un castillo que se levantaba detrás de la comarca. Nadie se acerccaba allá pues allí vivía la mujer serpiente. ¿Y quién era tan temida dama? Era una maldición para la ciudad y sus habitantes. Se decía que esta horrible mujer con cuerpo de serpiente se deslizaba astuta y silenciosamente por las calles de la aldea y secuestraba a cualquier persona que le gustara. La enrollaba con la cola y rápidamente huía con su presa, llevándola hasta el castillo. Una vez ahí, se la comía despacio,  disfrutrando de la carne y escupiendo los huesos... Cuando reunía una buena cantidad de éstos, los usaba para adornar las paredes del castillo.

     Un buen día llegó un hombre joven, de gran tamaño y cuerpo musculoso. Se instaló a vivir en la región y pronto se hizo amigo de todos en el pueblo. Inmediatamente se enteró de lo que sucedía algunas noches cuando la mujer serpiente salía del castillo. Este hombre, dispuesto a acabar con el temor de tan bella y trabajadora comunidad, se dio a la tarea de cazar a tan temido monstruo. No descansaba por las noches, pues estaba atento a cualquier ruido hasta que una noche escuchó algo que se arrastraba por el suelo y la pared. Cuidadosamente salió y se le enfrentó con un hacha en la mano. Ésta se levantó sobre parte de su cuerpo y le mostró furiosa los colmillos, tratando de asustarlo.  El hombre, disimulando el miedo que tenía empuñó con fuerza su arma y dio tres pasos hacia el monstruo, que en aquella posición parecía enorme. La mujer serpiente siseó furiosa y encrespó su cabellera, la cual estaba formada de colas de serpiente. El hombre dio dos pasos más hacia ella, haciéndola retroceder y refugiarse nuevamente en el castillo.

─¡No salgas más! ─Gritó el hombre.

     Por la mañana todo el mundo hablaba de lo sucedido. Decían que John, que así se llamaba el valiente que enfrentó al monstruo, era un ángel enviado por Dios para cuidar de la comunidad. Nadie sospechaba lo que sucedía adentro de hermoso edificio. La mujer serpiente se encontraba enojadísima, pues nadie la había humillado de tal forma. Los días pasaron y ella estaba incómoda, harta del encierro y el ayuno al que la había obigado aquel hombre. De pronto se sintió tan vacía que quiso escapar de ella misma y sin esperar a que anocheciera, salió más brava que nunca. Cuando la gente la vio, comenzó a correr aterrorizada, gritando. El escándalo era tal que llegó hasta oídos de John, quien se encontraba en sus ocupaciones. Dejó todo y se asomó a ver de qué se trataba. Entonces vio a la mujer serpiente. Los ojos le brillaban por el odio y el hambre de causar mal. John se hizo de su hacha y decidido fue hasta ella.

─¿Crees que estoy jugando? ─Le preguntó con un grito.

     El monstruo se alzó más alto que aquella noche y siseó aún más fuerte mientras lo miraba de forma intimidante. Luego, sorpresivamente, lanzó su cola hacia él y lo enrolló fuertemente. Sin pensarlo dos veces, el hombre le dio un hachazo rompiendo la cola del animal provocando con esto que un grito horrible escapara de su boca. John se liberó rápidamente de la cola y corrió tras el monstruo que se arrastraba con dificultad hacia el castillo. Al llegar hasta ella, se trepó sobre el monstruo y la siguió cortando en pedazos hasta dejarle un pedacito de cuerpo y la cabeza. Todos en el pueblo consideraron a John su héroe por haberlos rescatado de tal monstruo, pero seguían teniendo miedo de acercarse al castillo pues se decía que el cuerpo le estaba creciendo con los años y un día saldría nuevamente a cobrar su venganza.



miércoles, 24 de agosto de 2022

ISLA SOLEDAD

 


          Más hermoso no podía ser el paisaje. El mar en calma mandaba suavemente las olas azules coronadas con espuma blanca a refrescar las arenas oscuras de la tierrra caliente que vestía a la isla Soledad. Esta tierra era completamente virgen, habitada únicamente por algunos animales y decorada con una flora exótica de belleza inigualable.

     Una noche, el océano sufrió los embates de un fuerte huracán que furioso, se acercó a la isla azotando árboles y palmeras. La tempestad duró varios días y cuando por fin las aguas cesaron y el sol dejó ver sus cálidos brillos, la isla Soledad parecía un campo de guerra abandonado. Las palmeras, arrancadas de raíz por los vientos huracanados, yacían sobre el suelo.

     Un barco  apareció encayado contra una gran roca a la orilla de la isla y se escuchaba el rugido de un león que desde allí provenía. Horas después salió de ahí un hombre y con una daga comenzó a cortar las lianas y ramas de los árboles que estaban tirados. Pronto, constuyó una pequeña y refrescante choza. Luego regresó al barco y sacó a un enorme león. El hombre conversaba con el animal y éste parecía entender porque le contestaba con suaves rugidos. Con una rama escribió S.O.S en la arena y luego fue a pescar para prepararse algo de comer, mientras el león se iba por su cuenta a conseguir comida.

     Después de varios días, una fuerte ola se adentró mucho más de lo normal y al retirarse, dejó una botella de cristal con una mujer dentro de ella. La  chica gritaba y se movía desesperada tratando de salir de su encierro. Luego de muchos intentos y cansada, se arrinconó llorando por su infortunio. El sol quemaba fuerte y ella sudaba a más no poder. Un escorpión se acercó despacio y con su aguijón llamó la atención de la muchacha. Ésta se aterró aún más al ver a tal arácnido tan cerca de ella. Temblaba de miedo y ya no tenía fuerzas para seguir gritando. Entonces aparecieron el hombre y el león.  El joven de un pisotón acabó con el animalito y luego se puso en cuclillas.

─¿Quién eres y qué haces allí dentro? ¿Cómo te has metido allí?

¡Ayúdame a salir! Un hechicero me ha metido cuando me negué a aceptar sus amores.

     Rápidamente, el hombre hizo intentos por rescatarla. Cogió la botella y la colocó enfrente del león.

─¡Písala! ─Ordenó al león. Mas éste retrocedió. ─¿Qué sucede? ¡Rómpela con tu pata para que la chica pueda salir! ─Pero el león siguió retrocediendo.

     Pronto se dio cuenta que si el león lo obedecía podría matar a la joven. Miró hacia todos lados tratando de encontrar una solución. Entonces miró el cañón que salía de uno de los lados del barco. Hizo unos cálculos, tomó la botella y la colocó de tal forma que el cañonazo no la tocara y fue hasta el navío. Disparó y con la fuerte vibración, la botella se rompió en mil pedazos dejando libre a la cautiva.  Cuando por fin se vio libre, la chica se abrazó a su rescatista.

     Con el paso de los días,  los jóvenes se fueron enamorando. El amor que sentían el uno por la otra se iba tejiendo con lazos fuertes pese a la situación en la que se encontraban. Sin embargo, gracias a sus ganas de seguir adelante lograron grandes cosas en aquella isla hasta llegar a adaptarse a ella. Allí vivieron y tuvieron hijos. Y aunque han pasado muchos años no pierden la esperanza de que alguien llegue un día y los descubra. Mientras tanto aprenden a vivir y a sobrevivir en ese lugar que el destino les deparó para conocerse y hacer una vida. Ellos enseñaron a sus hijos a leer y a escribir y a ser valientes para poder seguir en esa hermosa tierra que quisieran poblar un día no muy lejano. Entre otras cosas, aprendieron a hacer una mezcla con los pétalos de las flores y arena. Las remojaban con el agua del mar y los molían hasta que se hiciera un líquido. Luego,  sumergían en ella la punta de una pluma de águila y escribían. Fue así como inmortalizaron su historia sobre  piedras enormes y troncos de árboles.


martes, 23 de agosto de 2022

LA VISITA DEL UNICORNIO

 




          Desde la cima de la montaña, un unicornio se desvelaba todas las noches observando atentamente la ventana de una de las habitaciones del castillo. Allí dormía Lucero, la doncella de una bruja malvada que se vestía con ropas hermosas y adornaba su cuerpo arrugado con joyas brillantes, simulando ser una reina buena. Todos en el reino creían que la reina era muy buena y que se preocupaba por su gente, pues vivía atenta a las necesidades de su pueblo y los ayudaba a llevar una vida digna y feliz. Nadie imaginaba lo negro de su alma ni lo que las paredes de tan hermosa edificación ocultaban.

     Tal castillo era habitado únicamente por la reina Cristal y Lucero, quien se encargaba de atender hasta el más mínimo capricho de su soberana. Desconocía que su ama la odiaba por ser hija de la mujer que había ganado el amor del hombre que ella amaba. Cuando estos dos hicieron público su amor, la bruja hizo un hechizo para destruír su relación. El resultado de esto fue que los padres del joven se opusieran al comprromiso, con lo cual el muchacho renunció a su familia defendiendo con fuerza su amor.

     Con el pasar de los años, lejos de olvidarse de ellos, la bruja desalmada siguió haciendo brujerías y brebajes para acabar con la que sin saberlo, la había hecho sufrir al aceptar el amor de aquel joven. Un día se cruzó con ella y al darse cuenta de que estaba embarazada, la maldijo en voz alta con palabras raras que nunca había escuchado. A partir de entonces, la mujer vivió atemorizada pues un espanto la perseguía de día y de noche. Días después dio a luz a Lucero entre gritos de dolor y miedo, pues decía que frente a ella estaba el espanto esperando a la bebé para llevársela. Por la mañana, amaneció muerta en su cama junto a su hermosa bebé recién nacida, quien lloraba pidiendo pecho. Varios años después de amarla y cuidarla con todo su amor, el hombre falleció dejando huérfana a la pobre Lucero.

     Cuando Lucero se convirtió en una jovencita hermosa, conoció al herrero del pueblo y ambos se enamoraron perdidamente. Él le propuso matrimonio y ella aceptó feliz. Al enterarse de esto, la reina los mandó llamar al castillo y les dijo estar feliz con su amor. Les ofreció hacerse cargo de la boda y ayudarlos a iniciar su nueva vida sin contratiempos. Conociéndola como una reina noble y generosa, aceptaron tal ofrecimiento. El joven herrrero no tenía dinero para comprar un anillo pero tenía una esmeralda que su madre había recibido de su abuela el día de su propia boda. Así que decidió dársela a su prometida. Lucero la besó y la guardó entre su negra melena, sobre los pasadores que ajustaban su pelo.

     Un día, el joven no se volvió a ver. Nadie, ni siquiera sus padres sabían en dónde estaba. Lo buscaron por mar y tierra hasta que la reina lo declaró muerto. Lucero creyó morir de la tristeza. Nuevamente había quedado sola. La reina volvió a intervenir. Le propuso que fuera su doncella y que viviera en el castillo. La joven, sin ánimos de nada, aceptó. Desde entonces se volvió la criada de aquella bruja disfrazada de reina, que ahora la maltrataba y explotaba sin misericordia.

     Una noche, mientras lloraba mirando por su ventana, vio a un unicornio volando enfrente de ella. Éste daba vueltas y aleteaba con fuerza tratando de llamar su atención hasta que Lucero abrió la ventana. El unicornio se acercó todo lo que pudo a ella y con su aleteó la invitó a subirse en él. La muchacha lo montó y dieron un paseo por el cielo lleno de brillantes estrellas. Luego se detuvieron sobre una nube y cuando ella lo desmontó, el unicornio metió su cuerno entre su pelo sacando la esmeralda que su novio le había regalado. Ella lo miró sorprendida y comprendió que él era el amor de su vida.

     ─¿Eres tú? ─Preguntó emocionada.

     El unicornio asintió con la cabeza.

     ─¿Quién te ha hecho esto? ¿La reina?

     Él animal aleteó suavemente y llevó su cuerno hasta sus manos donde tenía la esmeralda. La empujó ligeramente mirándola a los ojos. Ella, emocionada se abrazó a él.

     ─Cuando la angustia quiera invadirme, la sacaré de mi pelo y la colocaré cerca de mi pecho para econtrar la paz.

     Al regresar al castillo, la bruja ya los esperaba furiosa. Tomó un caldero con una pócima que había preparado y la lanzó al uniornio. Éste logró esquivarla y aleteando fuertemente, la devolvió a la mala mujer, provocando que toda su piel se quemara y toda ella se redujera a cenizas. Desde entonces y no teniendo otro lugar para vivir, la hermosa Lucero siguió viviendo en el castillo, pero ahora sin que alguien la maltratara. Todos los días recibía la visita del unicornio y cada noche él se iba hasta la montaña para cuidarla desde allá.



sábado, 20 de agosto de 2022

AMANTE DE LA SANGRE

 



          El pecho del hombre se levantaba agitado mientras miraba a la chica cepillar su largo pelo. Cada vez que ésta pasaba el cepillo entre el cuello y el hombro, colocando la cabellera sobre su espalda, el corazón del espía aceleraba sus latidos al ver una de las venas de la mujer sobresaliendo de la piel. Ligeramente se veía cómo latía y esto exacerbaba los sentidos de aquél que disfrutaba mirándola escondido, detrás de la puerta, a través de una ranura entre ésta y la pared.

 

     Mientras la joven se miraba en el antiguo espejo, descubrió que su cabello estaba disparejo. Tomó unas tijeras y sin pensarlo, las llevó hasta donde creía que podría arreglar tal desperfecto. Cuando ejecutó el movimiento, cortó también la vena que sobresalía en su cuello y un chorro de sangre caliente brotó manchando su ropa, piel y espejo con el líquido viscoso y rojo. Excitado hasta más no poder, el hombre salió del escondite y de dos zancadas llegó hasta ella.

 

     La mujer, aterrada por lo que le estaba sucediendo, no fue capaz ni de gritar al percatarse de que un extraño la tomó en brazos y de su cuello se prendió. La boca del desconocido succionó la suave piel disfrutando de la sangre, su veneno, ése al que era adicto pese al daño que le provocaba. Era algo muy extraño, pues no podía prescindir de ese líquido a pesar de que después de beberlo le provocaba una crisis de convulsiones llevándolo a lastimarse la lengua. Era su veneno, su dulce veneno que lo mantenía con vida en esta oscura vida y seguiría consumiéndolo hasta que por fin, una de las convulsiones lo dejara sin vida.

 

     Se dice que siempre está detrás de mujeres jóvenes, al acecho, en busca de una oportunidad para satisfacer su extraña necesidad sin temor a perder la vida en alguna de esas ocasiones.




sábado, 9 de julio de 2022

LA PRINCESA DEL MAL

 



       vive en una cueva oscura, entre animalejos y espíritus malos, abandonada por el hombre que un día descubrió haber sido engañado por ella con sus terribles artimañas. Malherida por la amargura que esto le había causado y atormentada por el odio que roe sin descanso su corazón, se hace obedecer por almas oscuras y malignas. Sus vasallos la llaman la princesa del mal y ésta les ordena cada noche actos horribles.

Entre susurros les ordena que vayan al pueblo y que con cadenas torturen a toda persona que vean que es feliz. Les pide que no sientan compasión por nadie y que dejen fluir el terror en la pequeña comunidad mientras hacen sufrir a quienes no hacen nada, más que ser buenas personas.

Sumisos y emocionados van los demonios a cumplir con la tarea de ir por los seleccionados. Con los ojos vidriosos y enrojecidos, y babeando por los deseos de hacer el mal, corren entre los árboles del bosque, desesperados por llegar hasta su primera víctima.  Con la respiración agitada se esconden entre las sombras  y una vez que encuentran  a un inocente lleno de felicidad, lo envuelven entre ruidos del más allá y golpes invisibles.

Mas esto no dura para siempre. Llega un día en que el torturado se escapa de dichos actos y vuelve a ser feliz dejando en el olvido tan horrible experiencia.  Y la princesa del mal, lejos de hallar la victoria, se hunde más y más en su pena y como una malatrecha flor, se va consumiendo la mala imitación de una diosa.




martes, 28 de junio de 2022

LÁGRIMAS CRISTALINAS

 



          Flora nació árbol y nunca tuvo problema con ello hasta que uno de los muchos hombres que llegaban a reposar bajo su sombra le robó la calma. Cada vez que este humano se sentaba junto a su cuerpo para leer un libro, ella disfrutaba de su roce. Aprovechaba cualquier soplido de Eolo para dejar caer algunas hojas de su frondosa cabellera verde y hacerle sentir de esa manera su amor. Un día en que el hombre llegó con algunos amigos, lo escuchó decir que amaba ese lugar, que ahí encontraba la paz que tanta falta le hacía. Ella, dentro de su inocencia y perdidamente enamorada de él, tomó dichas palabras literalmente. “¡Está enamorado de mí!”, pensó emocionada. Grandes esfuerzos hacía extendiendo sus oscuros brazos para poder abrazarlo, pero éstos se extendían hacia el cielo, siendo cada vez más imposible lograrlo.

 

Muchos días pasaron y el amor de ella crecía y crecía. Ilusionada lo esperaba todas las tardes para poder sentir su espalda sobre ella. Entonces ocurrió lo que menos pensó que pasaría: El hombre llegó con una mujer y leyó poemas muy bonitos. La intrusa sonreía feliz y de pronto, él la besó en la boca. Muchos celos sintió Flora y esto ocasionó que muchas de sus hojas cayeran sobre ellos, molestándolos y haciendo así que se retiraran de allí. La mujer árbol los miró con tristeza, alejarse de ella. El tiempo siguió avanzando y aquel hombre no volvió jamás. Flora se sentía engañada, traicionada en lo más profundo de su ser. Desde entonces, todas las tardes, a la misma hora en que el traidor solía llegar hasta ella, Flora lloraba intensamente. Gotas cristalinas caían de sus hojas llamando la atención de los humanos. Esto se volvió un espectáculo que mucha gente iba a ver por las tardes, pero aquél, su gran amor, no volvió jamás.




sábado, 9 de abril de 2022

LA TRAICIÓN


 

          Los hermanos se mataron como enemigos. Sí, como si se hubieran odiado desde el momento de nacer. Pero no, nunca se habían odiado. Siempre se quisieron mucho y fueron los mejores amigos por más de veinte años. Si uno sufría, el otro también sufría. Si uno era feliz, el otro lo era más por la felicidad de su hermano. Pero como bien dicen por ahí, no todo es eterno.

Un día apareció una joven y guapa mujer en las vidas de estos buenos muchachos. Uno de ellos, el mayor, se enamoró perdidamente de ella y después de un corto noviazgo llegaron al altar para bendecir su amor, mientras el diablo sonreía maléficamente desde un rincón.

Luego de un par de años, hastiado de la paz que reinaba en la familia de los hermanos en cuestión, el ángel malvado envenenó las almas del hermano soltero y la cuñada, llevándolos a traicionar al esposo enamorado. Amantes se volvieron hasta el día que fueron sorprendidos en el pecado. Cual si fueran animales rabiosos, se trenzaron en cruenta batalla hasta que ambos sacaron sus pistolas y se dispararon cayendo muertos al instante.

Hoy, después de varios años, una madre sigue llorando por tal tragedia, mientras una viuda está felizmente casada, formando una familia.



viernes, 18 de marzo de 2022

DESVANECIDO CUAL SUSPIRO



          Con una sonrisa burlona dibujada en su rostro, miró a lo lejos el gran monumento. Le parecía que los halagos para tal obra de arte eran exagerados. Llegó hasta ella y la observó con detenimiento mientras escuchaba al guía relatar la historia de su construcción y culto. La sonrisa del hombre era verdaderamente molesta, pero nadie le prestaba atención. 
     -Me parece que la historia de esta figura ha sido adornada para parecer interesante. -Dijo dirigiéndose al guía turístico.
El hombre siguió con su relato, haciendo caso omiso al comentario. 
Más tarde, cuando todos comenzaron a alejarse, el hombre decidió quedarse un poco más. Se acercó al monumento y de pronto no pudo dar más pasos. La esfinge congeló a aquél de sonrisa sardónica, quien con el calor intenso, propio del desierto, se desvaneció como un suspiro, quedando perdido y olvidado en las arenas de la Meseta de Guiza.

sábado, 5 de marzo de 2022

PÁNICO EN EL ASILO




          El Asilo Oscuro, conocido así por las negras historias que se contaban de lo que le sucedía a los internos, siempre daba de qué hablar. Una mañana llegó un nuevo huésped, que no se despegaba nunca de un costal. Al poco tiempo, los gemidos de una mujer se escucharon en la noche. Cuando los enfermeros fueron a ver qué sucedía, la encontraron con el rostro ensangrentado y llorando de dolor. Cuando el director del lugar fue a verla, la mujer abrió desmesuradamente los ojos y comenzó a sollozar.

     -Tranquila -le dijo el director. -No volverá a sucederte nada malo. Te cuidaremos.

A las pocas noches volvió a suceder lo mismo, pero ahora con un hombre. Los internos comenzaron a preocuparse. Temerosos comentaban los hechos. No tenían idea de quien pudiera estar causando daño. Mientras hablaban sobre ello, el interno recien llegado pasó por ahí y todos lo miraron con desconfianza.

     -¡Ey! ¿Qué llevas en ese costal? -lo cuestionó un compañero.
El hombre sujetó con fuerza su morral y siguió su camino. Quien lo cuestionó fue tras él gritando improperios. Por la mañana, amaneció sin lengua.

El rumor se regó como pólvora provocando en los residentes pánico por el hombre de la bolsa. Nadie se atrevía a mirarlo siquiera, pues todo aquél que lo molestaba de cualquier manera, se quedaba sin lengua.

Mientras en el lugar todos estaban atemorizados, el director del asilo sonreía mientras saboreaba un delicioso guisado de lengua.



viernes, 7 de enero de 2022

LA ATREVIDA




          Todas las noches invocaba a los malos espíritus en un cuarto oscuro, iluminado únicamente por la luz de las velas negras y rojas que formaban un triángulo en medio del lugar. Mientras rociaba el suelo con sal negra, murmuraba rezos satánicos. Luego, con un cuchillo, cortaba el cuello de algún ave, ya fuera gallina o pájaro y con la sangre bañaba una calavera que estaba en el centro de la figura formada con las velas. Con esto, el sitio se llenaba de sombras que acariciaban lascivamente su cuerpo y se escuchaban voces tenebrosas que mencionaban su nombre. 

Una noche, mientras hacía su ritual diario, invocó directamente a Luzbel.
     
     -¡Luzbel, es a ti a quien deseo esta noche!

La habitación permaneció en calma y en silencio igual que al principio.

     -¡Luzbel! ¿Acaso soy mucha mujer para ti?- Siguió sin obtener respuesta alguna. Entonces se desnudó y acariciándose insistió.  -¿A qué le temes, maldito Luzbel? ¡Cobarde!

Una fuerte corriente de aire helado entró por la ventana apagando las velas. El cielo comenzó a tronar y a relampaguear. La mujer se quedó quieta por unos minutos, tratando de descubrir al demonio en la oscuridad. De pronto, las velas volvieron a encenderse por sí mismas, mostrándole que solo estaba ella.

     -¡Te he perdido el respeto, Luzbel! ¡No eres más que una mentira!- Gritó furiosa.

Terriblemente molesta se dirigió a sus aposentos y se acostó. Más tarde escuchó pasos dentro de la recámara.  Se enderezó y lo vio. Los cuernos retorcidos que adornaban su cabeza le parecieron hermosos y con una sonrisa sensual lo esperó impaciente. Cuando estuvo sobre ella, la cuestionó.

     -¿Quién te crees que eres para llamarme cobarde?- Le dijo mientras enredaba su cola alrededor del cuello femenino. -¿Crees que por llamarme para complacerte, he de venir?

Desesperada, la mujer trataba de zafarse de aquella cola que la asfixiaba poco a poco.

     -¡Te excediste en tu atrevimiento!- Dijo mordiéndole la lengua mientras la jalaba con fuerza hacia afuera de su boca.

Los ojos de la atrevida se abrían desmesuradamente, pareciendo que en cualquier momento se saldrían de su lugar, hasta que empezaron a sangrar. Toda la noche sufrió castigos horribles e inimaginables hasta morir en brazos de Luzbel.

Por la mañana fue hallada muerta en su cama misteriosamente. El rostro mostraba terror, pero solo Dios y Luzbel sabían lo que verdaderamente pasó.





miércoles, 5 de enero de 2022

UN PASEO MUY EXTRAÑO




          El ruido inconfundible de la máquina de escribir se escuchaba al final del pasillo. Las teclas golpeando el papel llevaban un ritmo impresionante, a veces interrumpido por segundos. El hombre que escribía estaba inspirado y las ideas le llegaban de golpe, lo cual estaba aprovechando aquella madrugada.

La idea que desarrollaba estaba basada en un paseo extraño que acababa de tener. Una amiga lo invitó a conocer una ciudad antigua que no estaba muy lejos. Recorrieron las solitarias calles, cruzándose con un zorro que atento los miraba y no les despegó la vista hasta que doblaron en una esquina. Ahí se encontraron con una calle que tenía como techo una gran cantidad de sombrillas coloridas y el suelo estaba tapizada por piedras de colores.

Las sombrillas eran ángeles y las piedras, excepto las blancas, eran pecados. Había que caminar con mucho cuidado porque según las piedras que se pisaran, eran los pecados que se cometerían durante el día. Se decía que de una u otra forma, se cumplían dichos pecados y los ángeles, buenos o malos, intervendrían.

Cuidadosamente caminaron y entonces el coyote apareció nuevamente, aullando detrás de ellos y haciéndolos dar un gran brinco. El hombre pisó la piedra naranja, la de la gula. Luego, tratando de dar un salto para pisar la blanca, cayó en la amarilla, la ira. Y por último, pisó la roja, de la lujuria.

Horas más tarde fueron a comer a un bonito restaurante. Comieron, saciaron su hambre, pero él, aunque estaba lleno, siguió comiendo pues la comida era deliciosa, no se detuvo hasta que un ángel bueno descendió hasta él y lo hizo recobrar la razón. El pobre hombre se sentía muy mal del estómago, a punto de vomitar y el ángel bondadoso le sopló en la cara haciéndolo sentir mucho mejor y aliviándolo rápidamente.

Luego, mientras descansaban en un banco de un parque, comenzó a ver a su amiga de manera diferente. No podía despegar la mirada de sus senos que se abultaban bajo la blusa. Una inquietante sensación lo invadió dando paso a la lujuria. La tomó entre sus brazos y comenzó a besarla con obscenidad. Ella trataba de apartarlo sin lograrlo hasta que otro ángel descendió y le habló al oído, haciéndole ver que estaba cometiendo un error.

Luego de que se hubo disculpado con su amiga, emprendieron el regreso y cuando llegaron hasta su coche se encontraron con que un muchacho estaba pintando figuras en las ventanas de su vehículo. La furia se apoderó de él y comenzó a golpearlo con todas sus fuerzas. Un ángel malvado descendió y lo animó a seguir con el cruel castigo hasta que lo mató a golpes.

Más tarde se percató de que había llevado el cadáver del chico hasta el bosque y una vez ahí le prendió fuego. Cuando solo quedaron cenizas, recogió un poco de ellas y las depositó en una pequeña maceta donde tenía un bonsai.

Mientras escribía su relato, trataba de recordar de dónde había sacado el arbolito y aunque no lograba recordar, seguía dando forma a su historia en la vieja máquina de escribir.