miércoles, 18 de agosto de 2021

LA VISITA DE SATANÁS

           





          Como cada noche, Olivia despertó con un olor a azufre que le molestaba mucho, pero esta vez, se levantó a averiguar qué era lo que despedía tan desagradable olor.  Al salir de la habitación se llevó un susto, pues ahí, en el pasillo estaba el Diablo. ¡Sí, el mismísimo Belcebú! Se talló los ojos y volvió a mirar. ¡Ahí seguía! Sonreía sensualmente y la miraba con obscenidad mientras la desvestía con esos ojos rojos. Se sintió muy atraída cuando se percató del buen cuerpo que lucía ese ser, a pesar de tener cuernos y cola, acalorándose por los bajos instintos que el Demonio le estaba provocando. Seguramente la estaba hipnotizando o controlando mentalmente, pues aunque sabía que debía huir de ahí, estaba paralizada, deseando intensamente ser poseída por él.

          Él se acercó sin dejar de sonreír y le pasó la lengua por el cuello. Un calorcito bajó desde su vientre hasta su íntimo vértice. En un breve momento, en que la razón tocó una campanita en su cerebro, regresó corriendo a su habitación, cogió la cámara que recién había estrenado hacía unas horas e intentó fotografiar a Satanás, pero el aparato cayó al suelo, pues éste la tumbó sobre la cama. Olivia se olvidó de todo y se dejó llevar por la diabólica pasión que sentía y se entregó a la lujuria. Por la mañana despertó sola y muy cansada, con una rara sensación que, a pesar de todo, le causaba alegría. Se levantó y vió la cámara en el suelo, y una nota en el espejo que decía: "Desde hoy, tu alma y cuerpo me pertenecen".


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