lunes, 27 de septiembre de 2021

EL JARDÍN DE LOS CANDILES


 



          El enorme jardín estaba bellamente iluminado. De las ramas de los árboles colgaban candiles, dándole un hermoso toque en la noche. Parecía una imagen salida de un cuento de hadas. La dueña de la la propiedad era una anciana soltera, heredera de una familia muy bien acomodada. Vivía sola, pues nunca se casó y no tenía familiares vivos.

          Narda, como se llamaba la mujer, deseó con todas sus fuerzas conocer a un hombre bueno que iluminara su vida y a quien entregarle su amor. Desgraciadamente, a pesar de haber sido muy guapa, nadie se fijó en ella. Le temían, pues se decía que era bruja. Ella siempre se comportó muy amable con la gente y era educada y graciosa, mas ningún hombre quiso relacionarse con ella.

          Cuando se dio cuenta de que esperando no conseguiría novio, decidió buscarlo por su cuenta. Iba a fiestas y reuniones y hacía que la presentaran con el hombre que le gustaba, para luego pedirle matrimonio. Ni así consiguió casarse. No hubo un solo hombre en el pueblo que aceptara su propuesta.

          Los años fueron pasando. Narda insistía y los hombres se negaban. Pero además de negarse, se desaparecían del pueblo. La gente decía que los que se negaban tenían miedo a que ella se vengara y por eso se mudaban a otro lugar. Y así, entre propuestas y negativas, Narda fue envejeciendo. Las malas lenguas comentaban que la manía que tenía por colgar candiles en los árboles era por que la oscuridad le daba miedo y como ya estaba mayor y sola, prefería tener iluminado el jardín.

          Una noche, una pareja traspasó la propiedad para mirar de cerca el encantador jardín. De pronto vieron que la anciana estaba debajo de uno de los árboles llorando, mientras acariciaba a varios candiles y hablaban con ellos.

-No me hiciste caso, Carlos. Y mira en dónde terminaste. -le dijo a un candil.

-Y tú, Ernesto, me despreciaste y mírate ahora. -le dijo a otro.

-¿Recuerdas cómo te burlaste de mí? -se dirigió a un candil al que llamaba Eduardo.

          Así fue hablándoles a uno por uno. La pareja estaba extrañada. Habían descubierto algo raro. Empezaron a retroceder para alejarse pero Narda los descubrió.

-Vaya, vaya -dijo sonriendo. -Así que ya lo saben.

-No escuchamos nada -respondió asustada la chica.

-A mí nadie me engaña; todo lo se. Y se que ustedes, un par de jóvenes que solo han escuchado rumores sobre mí, han descubierto que convertí en candil a todo hombre que me rechazó.

-No -insistió la chica.

-¿Olvidas que soy bruja? -La miró fijamente a los ojos. -Yo solo deseaba un hombre a mi lado para que le diera luz a mi vida, pero todos me humillaron y se burlaron de mí. ¡Por eso los convertí en esto! -Señaló los candiles que colgaban de los árboles. -¡Ahora me iluminan eternamente! -Soltó una carcajada.

          Días después se supo que una pareja de novios se había fugado y que los padres de ambos estaban muy tristes, rogando a Dios que volvieran pronto.


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