Embrutecido por la sed de poder absoluto
el dictador robó las almas de los inocentes
diciéndoles al oído propuestas indecentes
con perversa labia, propia de cualquier zorro astuto.
Los engañados, un grupo benévolo e incauto,
se dejó envolver por esas palabras envolventes
quedando atrapados en una fosa de serpientes
sufriendo de terrible terror, nada diminuto.
Hoy, la venganza contra aquel maldito disoluto,
lo hará revolcarse en medio de dolores crujientes
suplicando piedad entre gemidos incongruentes
sufriendo infinitamente el infernal estatuto.
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