En su pecho descansa la medalla
arrullada por la respiración,
su brillo contrasta con el candor
de la inocente y sincera mirada.
Parece volar con cada suspiro
lanzado por la joven, casi niña,
cuando el muchacho de sus sueñas mira,
provocándola temblar suavecito.
Un tierno y transparente sentimiento
crecía en el corazón candoroso
inflamado por los delirios locos
luciendo aún más el dije entre los pechos.
Un brillo llamó la atención del chico
haciéndolo voltear hacia ella,
muy nerviosa le sonrió apenas
cuando él se le acercó decidido.
¡Qué hermosura! ¡Cuánta belleza encuentro!,
dijo el hombre sin más, emocionado
y tomando la joya entre sus manos
rozó apenas el delicado cuello.
La criatura se estremeció al contacto
logrando que a los ojos la mirara
y soltando suavemente la alhaja
le sonrió viéndola embelesado.
¡He encontrado lo más bello del mundo!
dijo acariciando su rostro terso,
mientras ella solo quería un beso
y él, ante su belleza quedó mudo.
Así fue el comienzo de una relación
que gracias a un adorno llamativo
colgando de un cuerpo tan exquisito
vio nacer a un fuerte y gran amor.
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