sábado, 6 de noviembre de 2021

JUSTO ASESINATO

 

 


 

          Nació dentro de una familia adinerada. Nunca sufrió hambre y siempre tuvo todo lo que deseó. Creció con la idea de que los trabajadores de las tierras de su familia debían estarles eternamente agradecidos por darles trabajo a cambio de comida y una pequeña choza de adobe. Aseguraba que esa gente no necesitaba nada más pues además, su esposa, siendo una fiel cristiana muy obediente de las leyes de Dios, les regalaba la ropa que ella y su familia desechaban.

Cansados de vivir en la miseria, los trabajadores se reunieron y acordaron exigirle a su patrón un sueldo  que les permitiera vivir dignamente y un pedazo pequeño de tierra, en donde pudieran construir sus casas y sembrar. Sabían que el hombre contaba con innumerables hectáreas de tierras y muchas las tenía abandonadas. Teniendo todo lo que tenía, no perdía nada con donar un poco de ellas a sus empleados.

Cuando hablaron con él, el hombre soltó una carcajada diciéndoles que no eran nadie para exigirle nada. Les dijo que si se atrevían a volver con sus exigencias estúpidas los mandaría atar a un árbol para azotarlos.

     -No somos esclavos. Esos tiempos ya pasaron. -Dijo uno de los trabajadores.

     -No lo son, pero aún así, no les daré nada. Agradezcan que tienen comida, techo y ropa.

     -Es una injusticia que no nos de un sueldo después de todo lo que hacemos por usted. Y si no acepta lo que le estamos pidiendo, iremos a acusarlo al palacio municipal.

El patrón, lleno de rabia, golpeó con su fuete la cara del hombre que dijo esto último, haciéndolo trastabillar y luego caer al suelo. El hijo del hombre castigado, quien apenas era un chiquillo, se le echó encima, pateándolo, cosa que el desalmado patrón no toleró y golpeó varias veces al chiquillo, también con el fuete. El odio brillaba en sus ojos y a pesar de que la gente le gritaba que se detuviera, continuaba con el castigo, disfrutándolo al máximo, hasta que el pequeño murió.

La gente regresó a las chozas con el cadáver del niño. Después de velar y enterrar a la criatura se armaron con palos y regresaron a la hacienda. En cuanto vieron al hombre, fueron hasta él y furiosos lo golpearon. El terrateniente murió apaleado gracias a su egoísmo e injusta conducta.

 


1 comentario:

  1. Fuerte, trasmite Anna. Sos fuerte tambien en relatos. Un gusto compartir aqui contigo.

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