martes, 14 de septiembre de 2021

MÁS ALLÁ DE UNA AVENTURA - CAPÍTULO IV - LOS PLANES

 



El domingo a medio día fueron a caminar por la  playa. No se metieron a nadar porque el agua estaba fría. Pero el día era muy agradable y después de caminar por largo rato, se sentaron en la arena.
-Esta noche regreso a mi casa, corazón- dijo suspirando.
-Nos veremos mañana, ¿cierto?- juntó las palmas de las manos y las llevó a la boca, a modo de súplica.
-Claro que sí. Pero sólo por la tarde- sonrió. -Tengo que trabajar.


-¿Y bien?- preguntó Sonia, cuando fue a recoger a sus hijos.
-Nada- dijo mientras se sentaban en la sala.
-¿Nada?- la miró levantando una ceja.
-Por favor, Sonia- dijo con la voz muy queda. -Nos pueden oír. Mañana platicamos en nuestro descanso.
-Solo adelántame algo- y asegurándose de que ni su esposo ni los niños estaban cerca, siguió: -¿hicieron el amor?
-Por favor- dijo ruborizándose. -Te lo contaré todo mañana.
-Sí… sí lo hicieron.


Luego de que sus hijos le platicaron lo bien que se la pasaron en Disney World, todos fueron a acostarse. Al día siguiente tenían que ir a la escuela. Acababa de acostarse, cuando Yassine la llamó.

-Te extraño- dijo suavemente. -Te necesito aquí conmigo.
Platicaron un rato y ella se despidió.


-Lo quiero saber todo- le dijo Sonia en el descanso.
-La pasé muy bien- suspiró. -Es un hombre encantador- dijo bajando la mirada mientras sonreía.
-¿Encantador? ¡Vaya!- dijo sorprendida.
-¿Qué?- la miró interrogante.
-¡Te encariñaste con él!- dijo golpeando la mesa. -Te dije que tuvieras cuidado.
-Tranquila. No me encariñé en un fin de semana. ¡Por favor!
-¿Te gustó hacer el amor con él?
Bella no contestó. Sólo la miró sonriendo. Sonia tamborileó con los dedos sobre la mesa. Se estaba poniendo de mal humor. Veía a su amiga diferente; sonreía de manera particular. Tenía la mirada más brillante. Parecía estar sobre una nube.
-¡Contesta, caramba!
-¡Sí!- dijo con voz queda y emocionada. -No te imaginas lo bien que lo pasé. No te voy a dar detalles; solo te diré que me gustó tanto, que espero con ansia el próximo fin de semana para estar con él otros tres días más.
-Cuidado- se limitó a decirle, mientras se levantaba de la mesa.


Del lunes al jueves, le pidió a Irene que cuidara a sus hijos por las tardes. Se puso de acuerdo con Sonia para llevarse a sus hijos a su casa desde el viernes. A Adolfo le avisó que tendría que tomar más clases; que ese fin de semana era el último.
Por la noche del viernes, Yassine y Bella veían abrazados una película.
-Vamos por tus hijos, mañana. Los llevaremos al cine y a comer.
-¡No! Todavía no- dijo casi gritando.
-¿Porqué no? Quiero conocerlos.
-Es muy pronto. No sabría qué decirles- se deshizo del abrazo y se levantó nerviosa.
-Les diremos la verdad- insistió él.
-¿Cuál verdad?- volteó a verlo.
-Que somos novios- sonrió.
-¡Estoy hablando en serio!- dijo mientras se asomaba por la ventana para ver la ciudad.
-¿Lo quieres más formal?- se levantó de la cama, fue hacia ella, y volteándola hacia él, la abrazó de la cintura. -Bella, te quiero- le dió un beso en la frente. -¿Quieres ser mi novia?
Bella abrió los ojos sorprendida ante eso. Yassine le estaba pidiendo que fueran novios. Él estaba tomando las cosas en serio. Más que en serio. Y ella estaba jugando. No, no estaba jugando. También se sentía enamorada de él.
«¿Pero qué estupideces estoy pensando?» lo empujó suavemente y se zafó de él. Fue a sentarse en una silla.
-¿Qué me dices, mi luna?- insistió él.
-Por favor, corazón- dijo casi en un susurro. -Te llevo diez años.
-¿En serio?- preguntó sorprendido. -Te ves mucho más joven. Pero eso no me importa. Te quiero así, tal y como eres- Fue nuevamente hacia ella y tomándola de las manos, la hizo levantarse de su asiento. -Bella, te quiero. Te lo juro. ¿Quieres ser mi novia?
-Claro que sí- respondió dándole un beso en la boca. -Pero…- continuó. Prefiero esperar más tiempo para que conozcas a los niños, ¿de acuerdo?
-Como gustes, mi bella. Espero que la próxima vez pueda conocerlos.
Bella sonrió, bajando la mirada.


-¿Te gustaría conocer mi país?- le preguntó mientras le acariciaba los brazos.
Bella no respondió. Estaba acostada sobre el pecho de Yassine. Cerró los ojos imaginando lo extraordinario que sería hacer ese viaje. Conocer otro país, otra cultura. Tal vez conocer a la familia de él, ¿porqué no? Y además de todo eso, pasar varios días completos al lado de él, haciendo el amor como locos.  Suspiró profundamente.
-Imagina pasear por ciudades bellas que tienen años de antigüedad- siguió diciendo Yassine. -Sentir el agua del Mar Mediterráneo, pasear en camello por la playa, ir a la mezquita a rezar. ¿No te atrae la idea?
-Por supuesto que me atrae. Pero ese viaje debe costar una fortuna- movió la cabeza negativamente. -No puedo darme ese lujo.
-Bella, yo te invito- dijo sonriendo. -Estoy dispuesto a correr con los gastos, con tal de que conozcas mi país y a mi familia.
Ella se enderezó muy seria y después de ponerse una pijama, fue hacia la ventana. Cruzó los brazos y no dejaba de ver hacia afuera. Estaba pensativa. No podía permitir que él gastara tanto dinero en ese viaje para ella, sobre todo, cuando ella lo estaba engañando de esa forma, haciéndole creer que era divorciada. Y a parte de todo eso, no había forma posible de irse de su casa ni por una semana. No existía ningún pretexto para que Adolfo consintiera ese viaje.
-Yassine- suspiró, y después de un breve silencio continuó. -Te agradezco mucho esta oferta, pero de verdad, no puedo aceptar- dijo sin apartar la vista de la ventana.
-Pero, ¿por qué no, mi alma? Tómalo como un regalo.
-Porque no es justo para ti- dijo volviendo la mirada hacia él.
-Claro que es justo- dijo riendo. -Yo quiero que tú vayas a conocer mi casa, mi gente.
-Vamos a dejar esto pendiente- propuso ella, al ver que él no iba a desistir tan fácilmente.


Estuvieron platicando largo rato sentados en unas sillas del aeropuerto, mientras se llegaba la hora de que Yassine tuviera que partir. Él le rogó que pensara seriamente en aceptar el viaje. Ella le prometió pensar sobre ello, aunque solo lo hacía para que él se fuera tranquilo. Bella lo acompañó hasta la sala de abordar.
-Mi bella luna, he pasado unos días maravillosos- le dijo al oído, mientras se abrazaban fuertemente. Luego la besó profundamente.
-Yo también, corazón- dijo con los ojos llenos de lágrimas.
-No llores, mi alma- se agachó pensativo. Y jalándola de una mano, la llevó a un rincón. -Mi bella, mi bella luna, te quiero y no quiero verte llorar, ¿de acuerdo?
Ella solo asentía con la cabeza y apretaba los labios, pero las lágrimas no dejaban de correr por su rostro.
-Bella, te necesito fuerte. Tienes que ser fuerte. Los dos tenemos que ser fuertes y tus lágrimas nos debilitan. No pensaba decírtelo hasta que fueras a Marruecos…
-¿Qué?- levantó la mirada.
-Mi bella, yo tengo planes. Tú y tus hijos están en esos planes. Mi relación contigo es seria, mi alma. Mi familia está enterada de mis planes y me apoyan.
Bella lo abrazó más fuerte y lloró todavía más. En esos momentos su cabeza era un caos y no sabía exactamente lo que sentía. No sabía si lloraba de gusto porque él la quería como ella lo estaba queriendo. O si lloraba al darse cuenta de que Yassine se estaba ilusionando mientras ella solo lo estaba engañando.


-No puedo creer lo que mis ojos están viendo- dijo Sonia molesta.
-¿Ahora de qué se trata?- preguntó Bella bajando la mirada.
-¡Estás triste! Se te nota- levantó la vista hacia el cielo. -Se trataba de pasar un buen rato y ya. ¡Nada más!
-¡Y así fue!- protestó Bella. -Pasé un buen rato. Y no estoy triste- se adelantó y fue a sentarse a una banquita que estaba cerca de los columpios de los alumnos.
-Supongamos que no estás triste- continuó Sonia dándole alcance y sentándose junto a ella. -Dime, ¿qué te pasa? Porque evidentemente estás diferente.
-Estoy preocupada.
-¡No tomaron precauciones!- se llevó las dos manos a la boca, abriendo los ojos, asustada.
-No es nada de eso. Estoy preocupada porque este asunto está tomando un camino que yo no esperaba.
-Explícate, por favor- dijo moviendo las puntas de los pies sobre el suelo, a manera de ansiedad.
-Sabiendo que soy diez años mayor que él, me pidió que fuera su novia.
-¿Y?
-Acepté.
-Ya veo- dijo sonriendo extrañada. -¿Esa es tu preocupación?
-Bueno, es que estoy casada- dijo apenada.
-Déjame tratar de entenderte- propuso Sonia. -¿Te preocupa que siendo casada, hayas aceptado ser novia de otro hombre, que vive en otro continente y que solo puede venir algunas dos veces por año a visitarte?- dijo buscando su mirada. -¿Es esa tu preocupación?- insistió.
-Dice que tiene planes y que en ellos estamos mis hijos y yo.
-¿Y?
-Me da pena estar engañándolo- dijo echándose hacia atrás.
-Bella, tranquilízate. No pasa nada. Tienes dos opciones.
-¿Cuáles?- preguntó frunciendo el ceño.
-Una es, que le digas la verdad- la miró a los ojos. -Confiésale que eres casada y hazle saber que estás arrepentida de haberle mentido. Halaga sus virtudes para aminorar el dolor que va a sentir al enterarse de todo esto.
-No puedo hacer eso.
-¿Por qué no?
-Él es un muchacho noble, bueno. Le voy a hacer mucho daño confesándole la verdad- se llevó las manos hacia la cara, mientras se recargaba en la banca- Además…- hizo una pausa.
-¿Además…? -Sonia movió su mano derecha, instándola a continuar.
-Si le confieso la verdad, se enojará tanto, que estoy segura que nunca más va a querer volver a verme.
-Entonces tienes la otra opción- dijo poniendo las manos sobre sus piernas. -Sigue con el engaño, y quizás con el tiempo, se aburra de venir. Quizás deje de tener posiblidades económicas para venir. Puedes inventar algún pretexto para terminar con él; propiciar una pelea en la que él se enoje tanto y ya no quiera venir a verte.
-Pero al seguir con él, va a seguir haciéndose ilusiones.
-Entonces no sé qué más puedas hacer- se levantó de la banca. -Se acabó el descanso. Regreso con mis alumnos.


Bella siguió sentada un rato más, pensativa. No estaba segura, pero creía haberse enamorado de Yassine. Ante esa idea, sacudió la cabeza con fuerza, como si de esa manera se olvidara del asunto.
Para cuando Adolfo regresó de su viaje, Bella se sentía un poco mejor. Además estaba contenta porque con su esposo a su lado, se olvidaría nuevamente de Yassine. Los niños también estaban contentos de tener a su papá en casa otra vez. El les llevó regalos a todos. Fueron a comer a un restaurante, y allí todos platicaron lo que habían hecho durante esas cuatro semanas.
-Lo que más me gustó de Disney World fue la casita de Minnie Mouse- dijo la pequeña. -Ahí jugué con Sonia a que preparábamos la comidita.
-No se por qué siempre que vamos, quieres ir a esa casita- intervino el mayor de los niños.
-Pues porque es mujer- respondió el otro nene.
-¿En qué juego se divirtieron más, ustedes dos?-preguntó Adolfo.
-¡En todos!- respondieron al mismo tiempo.
Todos comenzaron a reir. Bella estaba contenta; tenía una familia feliz. Adolfo era un buen padre y buen esposo.  El no merecía ser traicionado. Sus hijos no merecían sufrir por causa de una traición. Estaba decidido. No volvería a ver a Yassine. Iba a mantenerse en contacto con él, vía internet; no iba a contestar más sus llamadas. Iba a tratarlo poco a poco fríamente, hasta que él solo tomara la decisión de terminar con ella. No tenía ningún caso seguir con él. Quiso tener una aventura, y lo hizo; pero como le dijo Sonia un día, era tiempo de darle vuelta a la página y seguir adelante.


-Te extrañé tanto, cariño- dijo Adolfo, mientras ella se preparaba para acostarse.
-Yo también, mi amor. Los días se me hicieron eternos sin ti- dijo evitando verlo a los ojos. Se sentía fatal. Le seguía mintiendo.
-Me hiciste mucha falta.
-Tú más a mí- dijo acostándose.
Él comenzó a besarla. Bella correspondió al beso y estaba disfrutándolo. Adolfo la acariciaba y besaba con ternura. Ella cerró los ojos.
-Déjame ver tus lindos ojos, cariño.
Bella se puso tensa. Al escuchar esas palabras, vino a su mente Yassine. Él siempre le pedía mantener los ojos abiertos mientras hacían el amor. Le gustaba ver sus ojos mientras disfrutaban del amor. Los abrió y vió a Adolfo. Por un momento pensó en deshacerse del abrazo de él y levantarse de ahí. Pero no supo de dónde sacó fuerzas y se entregó a su esposo.
Más tarde, ya cuando él dormía, ella no dejaba de pensar en lo sucedido.


En la escuela platicó con Sonia, pero no le contó lo sucedido a la hora de hacer el amor con Adolfo.
-Los niños están felices con su papá de regreso- comentó mientras acomodaba libros en las gavetas.
-¡Qué bien! ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?
-Bien- se limitó a decir.
-¿Sólo bien?
-Estoy contenta- corrigió.
-Hace días que no veo que tengas algún video de tu artista favorito- dijo acercándose a la computadora.
-No he tenido tiempo- respondió suspirando.
-¿Te ha llamado?- preguntó mientras la ayudaba a acomodar los libros.
-Dos veces. La primera vez para avisarme que había llegado bien- tomó aire, como si se estuviera ahogando. -La segunda vez, fue antenoche, pero como tenía mi celular apagado, me dejó un mensaje.
-¡Ah!- respondió Sonia. Se daba cuenta perfectamente de que Bella no quería decir mucho. -El sábado Joel y yo vamos a ir a bailar- cambió de tema. -¿Porqué no van con nosotros?
-No sé- dijo recargándose en un librero.
-Anímate, mujer. Te va a servir de distracción.


Los días pasaron, uno tras otro, muy lentamente. Por más esfuerzos que hacía, Bella no lograba olvidar por completo a Yassine. Reconocía que no había futuro para ellos. Sabía que con el tiempo, él encontraría una mujer de su edad, soltera, y se enamoraría de ella. La distancia iba a contribuir para ello y Bella también, ya que no contestaba ninguna de sus llamadas. Se daba cuenta de que era él, porque en el identificador de llamadas decía “llamada desconocida”. Leía los correos electrónicos que él le mandaba, pero se tardaba varios días en contestarlos. Cuando lo hacía le explicaba que estaba muy ocupada con proyectos de la escuela y de sus hijos. Pero siempre le contestaba amable porque no quería lastimarlo. Esto se estaba volviendo tan difícil para ella. Deseaba que Yassine la olvidara pronto y dejara de comunicarse con ella. Pero en cuanto se decidía a responder alguno de sus correos, era amorosa en sus letras; no quería cerrar completamente ese capítulo de su vida.


En varias ocasiones habían salido a pasear en familia y en otras ocasiones con la familia de Sonia. También habían salido de noche las dos parejas. Bella ponía todo de su parte para regresar a la normalidad. Se repetía una y otra vez que a quien verdaderamente amaba era a Adolfo. Pero aunque ella trataba de no pensar en Yassine, él no se alejaba de su mente completamente. Recordaba sus palabras, sus caricias, la forma en que la veía. Por las noches no quería ver el cielo, porque la luna le recordaba muchas cosas de él. Tampoco quería ver videos de música árabe porque se ponía muy triste. Se distraía ocupándose con sus hijos, su esposo, su casa y su trabajo. Con Adolfo se sentía muy mal porque algo había pasado en ella, muy dentro de su ser. Sabía que quería a su esposo, pero algo había cambiado. Ya no disfrutaba de sus caricias. Hacía grandes esfuerzos por hacer el amor con él. En ocasiones tenía que pensar en Yassine para poder participar con él.
«¡Dios, ayúdame, por favor!» suplicaba Bella. «No quiero vivir así». Cada día que pasaba sufría pensando en Yassine. «Se me tiene que pasar. Se que esto va a terminar pronto» se decía una y otra vez.


Por su parte, Yassine percibía el distanciamiento de Bella. Se sentía incómodo porque sabía que algo no andaba bien.
-¿Qué me cuentas de tu novia?- le preguntó Hayat, un día en que fue a saludarlo.
-Está bien, aunque muy ocupada.
-¿Cuándo va a venir?
-Todavía no sabemos. Se tiene que organizar en su trabajo, para dejar todo en orden y poder venirse con calma- se le ocurrió contestar eso, aunque no estaba muy seguro de lo que iba a pasar.
Habían pasado tres semanas desde la última vez que Bella le contestara uno de sus correos. Siempre le había gustado saber el terreno que pisaba y en esta ocasión estaba inseguro. Eran las tres de la mañana y no conseguía dormirse. Se preguntaba qué estaba pasando. Por qué el silencio de Bella. Se levantó de la cama y fue hacia la ventana. Vió la luna y buscaba ver la cara de su amada, más no la encontró. No pudo más y fue hacia el teléfono.
"En estos momentos no puedo atenderte. Por favor deja tu mensaje y en cuanto pueda, me comunicaré contigo", escuchó a la grabadora.
-Mi luna- dijo suavemente. -Se que algo te pasa, aunque no se bien qué sea. ¿Acaso te has arrepentido de ser mi novia? ¿No quieres saber más de mí?- guardó silencio por unos segundos y continuó. -Somos adultos, mi alma. Por favor, mándame un correo dejándome saber lo que pasa. Y créeme, aceptaré cualquier decisión que hayas tomado. Te amo, y por lo tanto respetaré lo que hayas decidido. Si no recibo una respuesta tuya, lo tomaré como un adiós y prometo no volver a molestarte. Cuídate.


Bella lo estaba pasando muy mal. Extrañaba mucho a Yassine. El había cumplido su palabra. No le había vuelto a llamar, ni a mandar un correo electrónico. Había pasado poco más de una semana desde que le dejara aquel mensaje. Por otro lado, ya no disfrutaba teniendo relaciones sexuales con Adolfo. Casi siempre le ponía por pretexto estar cansada o tener dolor de cabeza. Y cuando accedía a hacer el amor con él, tenía que cerrar los ojos y pensar en Yassine. Tenía miedo de que inconscientemente dijera su nombre.


Una tarde en que Adolfo la llamó para avisarle que llegaría hasta muy noche, fue a la computadora. Revisó sus correos y vió que no había nada de Yassine. Suspiró tristemente mientras se recargaba en la silla. Estuvo varios minutos pensando y decidió escribirle.
“Corazón. No sabes lo ocupada que he estado. Por eso no me había podido comunicar contigo. Yo también te amo. No tienes idea de lo mucho que te extraño. Bella”.
Después de enviarlo, estuvo viendo algunas noticias en internet. De pronto se dio cuenta de que tenía un correo nuevo. Era de Yassine.
“Yo también te extraño, mi bella. Te amo y por lo tanto necesito que seas sincera conmigo. Dime, mi alma, ¿qué está pasando? Y no me digas que todo está bien, porque se que no es así. ¿Porqué estos silencios tan grandes? Ténme confianza, por favor. Yassine”.
Bella no supo qué contestarle. Así que apagó su computadora.
Por la mañana, a la hora de su descanso, él la llamó. Bella estaba con Sonia y mientras contestaba el celular, se levantó de donde estaba y se retiró de ahí, haciéndole una seña a manera de despedida.
-Hola- respondió nerviosa.
-¿Cómo está la mujer más bella de Miami?- preguntó él.
-Extrañándote mucho.
-¿Es por eso que no me contestas mis correos?- le reprochó.
-Corazón, he estado muy ocupada y….
-No me mientas, mi alma- la interrumpió. -Sé que se trata de otra cosa. ¿Me lo vas a decir o no?- preguntó muy serio.
-Mi amor, te quiero mucho- se limitó a responder.
-Yo también, mi luna. Pero necesito que seas sincera. ¿Qué está pasando?
Después de unos segundos en que solo hubo silencio, se atrevió a responder.
-Tengo miedo.
-¿Pero miedo de qué, mi alma?
-¿No te das cuenta? Soy diez años mayor que tú. Tengo tres hijos pequeños. Vivimos en diferentes países, que además están demasiado separados. Somos de diferentes culturas. ¿Necesitas más, para comprender mi miedo?- preguntó desesperada.
-Mi bella, mi bella luna. Ninguna de esas razones me parecen válidas. Te amo tal y como eres. Estos puntos que me has mencionado son fáciles de resolver. Deja el miedo atrás, mi alma. Lo único que impedería nuestro amor, sería que tú no me amaras.
-¡Sí te amo!- respondió rápidamente. -Te amo como no tienes idea.
-Entonces, luchemos por nuestro amor. Te lo dije en el aeropuerto y ahora te lo repito, te necesito fuerte, mi alma.
Depués de platicar largo rato, durante el cual se dijeron lo mucho que se amaban y extrañaban, se despidieron.
Así fue como Bella y Yassine reanudaron su relación. Se escribían continuamente y él la llamaba como antes, una vez a la semana. Bella había dejado de estar triste; había recuperado su buen humor.


Adolfo tenía varias semanas preocupado. Bella lo había notado y suponía que eran cuestiones del trabajo. No le había preguntado sobre ello, porque apenas podía con su estado de ánimo, pero ahora, que se sentía mejor, quiso saber por qué problemas estaba atravesando. Fue hacia la biblioteca para platicar con él.
-¿Tienes problemas, corazón?- seguía siendo amable con él, porque lo quería.
-Cosas del trabajo, mi vida. No te preocupes- siguió escribiendo en su escritorio.
-¿No es nada grave?- insistió.
-Nada que no se pueda resolver.
Bella no insistió más, y se fue a su cuarto a revisar sus correos.
“Mi bella, no aguanto más sin ti. Te extraño tanto, mi luna. Dime en qué mes y día puedes venir a Marruecos, para comprarte el boleto. Necesito verte pronto. Quiero besarte y hacerte el amor muchas veces. Te amo. Yassine”.
Bella sintió su corazón latirle a mil por hora. Se emocionó tanto de saber que él la quería ver.


-No sé qué hacer. Me encantaría ir para allá, pero ¿cómo le haría?- le preguntó una mañana a Sonia.
-¿Crees que Adolfo te permitiría un viaje de esa naturaleza?- preguntó antes de llevarse un gajo de naranja a la boca.
-Por supuesto que no. Pero estoy dispuesta a mentirle con tal de ir a ver a Yassine.
-¿Te atreverías a tanto?- preguntó sorprendida. -¡Estás loca!
-¿Por qué?- preguntó con las manos en la cintura.
-Irte al fin del mundo a encontrarte con tu amante. ¿Qué te pasa?- movió la cabeza negativamente. -Es peligroso. Algo podría pasar.
-Necesito tu ayuda, amiga- Vio que Sonia se iba a negar -Por favor, te lo ruego, ayúdame- dijo con las manos juntas llevándoselas hacia la boca, a manera de súplica.
-Esto es delicado, Bella- dijo agachándose.
-Si hacemos las cosas bien, no va a pasar nada- dijo entusiasmada.
-¿Hacemos? A mí no me involucras más en tus cosas- dijo muy seria, mientras se terminaba la naranja. -Si tú crees que vale la pena arriesgarte, hazlo tú sola- y se fue a platicar con otras maestras.
Por más que pensaba en el asunto, no lograba idear una buena excusa para poder salir sola de viaje.
Por esos días Adolfo parecía tener mucho más trabajo. Llegaba muy tarde todos los días y su estado de ánimo había cambiado. Bella lo atribuía a algún problema en la oficina, pero no le preocupaba. Él era una persona muy inteligente, y no era la primera vez que se enfrentaba a algún problema grave. Cualquier día lo resolvería y punto. En cambio ella… ella sí estaba ante algo difícil de resolver.


Mientras, en Casablanca la vida parecía muy triste para Yassine. De verdad que extrañaba a Bella. Le hacía mucha falta verla, escucharla, sentirla.  Un día, mientras conducía hacia su trabajo escuchó en el radio que Kathem Al Saher iría a dar una serie de conciertos por el norte de África; Marruecos se encontraba entre los países que visitaría.

«A mi Bella le encantaría escuchar en vivo a este hombre» pensó sonriendo. Llegó al lugar en el que estaba trabajando y se distrajo con sus ocupaciones. Por la tarde llamó a Bella.
-¡Hola!- la escuchó responder.
-Mi bella luna- dijo suavemente. -¿Cómo estás?
-Bien, aunque te extraño mucho.
-Mi alma, he decidido que vengas en Julio.
-No sé si pueda, corazón- respondió débilmente.
-Haz un esfuerzo, Bella. Tengo todo programado para ese mes. Te va a encantar venir.
Hablaba con tal entusiasmo, que la contagió.
-Todavía no compres el boleto, pero te prometo que esta misma semana te escribo un correo en el que te aviso mi decisión.
-Me parece justo. Bella….- guardó silencio unos segundos -me haces falta, mi bella.
-Tú también. Voy a hacer todo lo posible por ir.


 Sonia se levantó del sillón, dio la vuelta al mismo, y apoyó los brazos sobre el respaldo. No dejaba de ver a Bella, que estaba sentada en el sillón de enfrente. Tenía los codos sobre las piernas y con las manos cubría su rostro agachado, mientras levantaba las puntas de los pies, denotando ansiedad.
-¿Estás completamente segura de querer hacer esto?- preguntó resignada.
-Por supuesto que sí- respondió Bella con la voz quebrada por la ansiedad que sentía. -Te juro que me voy a morir si no voy a Marruecos.
-¡No te vas a morir!- dijo Sonia molesta. Y caminando de un lado a otro, por la sala, continuó: -¿Y si algo sale mal? No sé… ¿qué pasaría si una vez que estés allá, él cambia de actitud y ya no te deja regresar?
-¿Cómo se te ocurre pensar eso?- dijo Bella levantándose del sillón. -Él es una buena persona.
-¡Pero si no lo conoces, Bella!- insistió.
-Yo se que es un hombre bueno. Pero, suponiendo que algo salga mal, ten la seguridad de que yo asumo toda la responsabilidad. Prometo no meterte en problemas.
-¿Y cómo se supone que sería eso?- levantó la vista al cielo. -¡Estoy tan metida en esto, como lo estás tú!
Por la noche, mientras Sonia cenaba con su familia, comenzó a decirle a Javier que extrañaba mucho a su madre.
-¿Porqué no la invitas a que pase unos días con nosotros?- sugirió Javier.
-Eso pensé, pero la pobre está tan cansada, que no creo que le agrade mucho venir hasta acá- dijo tristemente.
-Este verano lo voy a pasar con mucho trabajo, y me va a ser imposible tomar vacaciones.
-Lo sé, no te preocupes- dijo sonriendo.
Javier notó que Sonia estaba nerviosa. La estuvo observando por algunos minutos, mientras los niños platicaban.
-¿Te gustaría ir a verla, tú sola, mientras los niños están en el campamento de la iglesia?- preguntó él, de pronto.
-¡Por supuesto!- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
-Adelante, entonces. Planéalo todo.
-Gracias, mi amor. Te adoro- le dijo levantándose de su asiento para ir a abrazarlo y besarlo. -Invitaré a Bella. A ella también le hacen falta unas vacaciones… y aprovechando que sus hijos también van a estar en el campamento….
-¡Ustedes dos!- la interrumpió él riendo. -Me gusta mucho más tu idea, mi amor. Ojalá que Adolfo la deje ir sin problemas.

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