Sacaron a todos los internos al jardín del asilo. Últimamente se quejaban de que no había actividades recreativas y se aburrían encerrados en sus celdas. El director, cansado de escuchar sus quejas, decidió complacerlos.
-¡Inicia el juego en el club fuego infernal! -Anunció el director del asilo.
Los internos sonrieron felices y aplaudieron hasta que vieron que varios enfermeros llegaron con perros embravecidos. Los soltaron y se dejaron ir sobre los internos, que ya corrían despavoridos buscando un refugio.
El director y los enfermeros reían y hacían apuestas desde un lugar seguro donde miraban la escena sangrienta, ignorando los alaridos de dolor de los pobres internos.
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