viernes, 17 de septiembre de 2021

EL AVISO

    


     
Después de acomodarme en mi nueva casa, la primera noche caí rendida. Un ruido extraño me despertó y me enderecé en la cama silenciosamente. El ruido provenía de afuera y se hacía más intenso, así que me dirigí a la ventana y antes de abrirla, me di cuenta de que era un cuervo golpeando el vidrio con alas y pico. Regresé a la cama pensando que quería entrar para refugiarse del frío y traté de volver a dormir. No lo conseguí pues el ruido era demasiado molesto. Entonces volví a la ventana para asustarlo y cuando la abrí ya no estaba. Lo busqué con la mirada regresé a la cama y volví a escucharlo picoteando y aleteando tan fuerte, que creí que iba a romper el vidrio. Abrí la ventana y lo encontré en el alféizar. Me miró fijamente produciéndome un escalofrío que me recorrió la espalda y sin quitarme la vista de encima comenzó a graznar fuertemente. Cogí el cojín que estaba en mi cama y golpeé al animal para que se alejara, mas lejos de hacerlo, empezó a defenderse picoteando el cojín, el cual se empezó a romper dejando que muchas plumas salieran de él y mientras caían las vi manchadas de rojo. Creí que el cuervo se había lastimado y por temor a que me fuera a atacar, cerré rápidamente la ventana. El animal volvió a golpear el vidrio insistentemente. Desde el centro de la habitación lo miraba y él seguía golpeando la ventana. A ratos dejaba de hacerlo para graznar mirándome fijamente. El miedo comenzó a invadirme. Me acerqué nuevamente, esta vez despacio, y el animal se quedó quieto y en silencio, pero sin dejar de mirarme. Con mucho cuidado volví a abrir la ventana. El cuervo, que estaba agitado, volteó hacia el pozo de agua que estaba en medio del jardín y luego volteó hacia mí, como queriendo decirme algo. Entonces me decidí. Por ahí mismo, por la ventana salí. El cuervo voló y se detuvo en la orilla del pozo, esperándome. Fui hasta allí y el animal comenzó a graznar otra vez. Me asomé para ver dentro y una niña que se ahogaba, extendía los brazos hacia mí, suplicando ayuda. Rápidamente regresé adentro con el cuervo graznando detrás de mí, provocándome un terror que nunca antes había sentido. Cogí el teléfono para llamar a la policía mientras el ave casi rompía mi ventana a picotazos.

          Cuando las autoridades llegaron, encontraron los restos de una niña que viviendo, en mi ahora casa, había desaparecido extrañamente hacía más de cuarenta años.

-¿Cómo es que nadie descubrió esto, antes? -Pregunté a uno de los policías.

-Esta casa ha estado deshabitada desde entonces. Nadie vivió aquí en todos estos años. -dijo el detective Pérez, un hombre de edad avanzada. -¿Qué otros misterios resolverá usted mientras aquí viva? -Me preguntó con un dejó de suspenso en la voz.

          Una sensación de temor me invadió completamente, haciéndome dudar en si quería seguir viviendo en esta casa.



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