La pareja de turistas miraba atenta la exposición de los diferentes
objetos que se exhibían en aquel museo del terror en una ciudad
importante de Londres. Entre los dos leían las notas sobre cada cosa
que veían. Hubo una que llamó poderosamente su atención. Se
trataba de un tronco humano con cabeza, aunque ésta estaba cubierta
con una lámina pues, se decía, tenía un rictus de dolor imposible de
ver. El matrimonio lo miró con asombro, pues además de esto, no
tenía ni brazos ni piernas.
-Ha de ser horrible no tener brazos. -Dijo el hombre con algo de
aversión.
-Yo creo que la cara está horriblemente desfigurada y por eso la
cubrieron. -Dijo su esposa.
Luego fueron a leer sobre el objeto que miraban.
“En 1891 Sir Alexander Walker fue arrollado por un tren, quedando
sin sus extremidades, luego de que al contraer gangrena, le fueron
amputadas. Sufrió de dolores terribles aún meses después de la
operación que lo dejara como ahora lo vemos. Muchas veces le
suplicó a su esposa, Lady Margaret, con abundantes lágrimas:
“Pónganme en una urna de cristal para que todos puedan mirarme.
Pero cuando alguien sienta repulsión por algo de lo que me haya
sucedido, una maldición le caerá, afectándolo de igual manera.”
Ambos sintieron un escalofrío al leer aquello. Salieron en silencio
del museo y cuando ya estaban en la habitación del hotel donde se
hospedaban, un terremoto muy fuerte sacudió la ciudad, destruyendomuchos edificios, entre ellos el hotel de los turistas en cuestión. La pareja quedó inconsciente y sepultada entre escombros y otras víctimas. Cuando despertaron, se encontraban en el hospital, descubriendo que la maldición de Sir Walker los había alcanzado. El hombre había perdido ambos brazos y su esposa había quedado con el rostro desfigurado.
Gritos de horror se escucharon en el hospital.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario