jueves, 23 de diciembre de 2021

NUEVAMENTE JUNTOS

   

       Caminando por una calle cualquiera, llena de gente con rostros desconocidos que iban y venían, miraba sin ver los detalles de la avenida. Un semáforo en rojo, autos deteniéndose y más autos avanzando; un anciano ciego guiado por un perro, algunas personas corriendo y algunos otros dando empujones para avanzar más rápido.  Los aparadores de las tiendas estaban iluminados, exhibiendo los productos que allí se vendían. De pronto algo llamó poderosamente mi atención. Fue algo que aún no logro entender. Te presentí cuando un aroma llegó hasta mí haciendo a mi corazón acelerarse. Me detuve y te busqué con la mirada; estaba segura de que estabas cerca. Entonces nuestros ojos se encontraron dejándome atónita. Me sonreíste y encendiste mi cielo con tu luz.

Llegaste hasta mí y tomaste mis manos llevándolas hasta tu boca sin dejar de mirarme, sonriendo con amor. Temblando por la emoción y el temor de volver a perderte y tener que esperar más vidas para volver a encontrarte, me retiré suavemente de ti, impidiendo el abrazo que intuí deseabas darme, pero me enlazaste por la cintura llevándome nuevamente hasta ti. Con voz suave me ofreciste la esperanza como escudo para un corazón que aún te amaba; un corazón que estaba dentro de mi pecho repleto de amor para entregártelo y eso bastó para que todas mis reservas se acabaran y rodeé tu cuello con mis brazos.

Olvidándonos de todo a nuestro alrededor y bañados con el polvo de estrellas, nos entregamos a la dulzura del tan esperado beso. Nuestras bocas se gozaron con la caricia que por algunas vidas habían esperado, saciando la terrible sed que los atormentaba. Nuestros labios bebieron, uno del otro, hasta acabar con la resequedad.

"El mundo posee tu cuerpo, pero no tus ojos", me dijiste. "Ésos son míos y los he llevado conmigo todo este tiempo". Un suspiro muy largo y profundo escapó de mi garganta y recargué mi cabeza en tu hombro. Luego caminamos abrazados hasta el lugar que esa nueva vida nos tenía destinado. Había valido la espera, pues nuevamente volvíamos a ser felices.

La noche fue mágicamente hermosa. La sombra del silencio por fin había desaparecido. Ahora los suspiros, los besos y las risas volvían a acompañarnos, haciendo a nuestras almas desbordar la felicidad que nos embargaba. ¿Cuántas vidas viviríamos nuestro amor? Eso no lo sabíamos, pero de lo que siempre, en cada una de las que vivimos anteriormente, estábamos seguros, era de que en todas las que nos reencontráramos, seríamos completamente felices.

Recuerdo que una ocasión me dijiste que no querías que volviéramos a separarnos, que no deseabas irte y dejarme en la tristeza, a lo que yo te respondí: "No te vas, te quedas, me iluminas con tu recuerdo". Y con la confianza de que nunca dejaríamos de reunirnos nos quedamos dormidos, disfrutando de nuestra compañía, de nuestra respiración y de los latidos de nuestros corazones enamorados.

Una mañana nos despertó el canto de un hermoso pájaro que llegó a nuestra ventana. Emocionada le dije: "Si te retas, enciende con nosotros un mundo de letras, uno de canto, uno de amor. Busca una pareja y llenen de alegría la vida". Ambos echamos a reír sin pensar en otra cosa que el amor.

Hoy tengo mil recuerdos de esa vida y de todas las que juntos vivimos, esperando ilusionada, una próxima en la que volvamos a coincidir para continuar nuestra bella historia.


3 comentarios: