Me perdí en el abismo misterioso
de una mirada oscura y penetrante
sin pensar en la aventura constante
que me llevaría al fondo de un pozo.
Absorbí el veneno más peligroso
convirtiéndome en no más que su amante
ignorando al decoro suplicante
que cordura rogaba muy ansioso.
Ciega seguí aquel camino brumoso
con actitud pasiva impresionante
pues bien atrapada estaba en el guante
de un hombre sumamente mentiroso.
De pronto se asomó el sol vergonzoso
dejándome ver el barco flotante
que con paciencia esperaba el instante
para transportarme a un lugar fangoso.
Muy débil y con coraje asombroso
me armé con la gran espada brillante
de la supervivencia apabullante
que descubrí en el camino arenoso.
Solamente lancé un golpe furioso
y huí de la cadena lacerante
que los ojos de un maldito farsante
puso en mi corazón antes fogoso.
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