sábado, 5 de marzo de 2022

PÁNICO EN EL ASILO




          El Asilo Oscuro, conocido así por las negras historias que se contaban de lo que le sucedía a los internos, siempre daba de qué hablar. Una mañana llegó un nuevo huésped, que no se despegaba nunca de un costal. Al poco tiempo, los gemidos de una mujer se escucharon en la noche. Cuando los enfermeros fueron a ver qué sucedía, la encontraron con el rostro ensangrentado y llorando de dolor. Cuando el director del lugar fue a verla, la mujer abrió desmesuradamente los ojos y comenzó a sollozar.

     -Tranquila -le dijo el director. -No volverá a sucederte nada malo. Te cuidaremos.

A las pocas noches volvió a suceder lo mismo, pero ahora con un hombre. Los internos comenzaron a preocuparse. Temerosos comentaban los hechos. No tenían idea de quien pudiera estar causando daño. Mientras hablaban sobre ello, el interno recien llegado pasó por ahí y todos lo miraron con desconfianza.

     -¡Ey! ¿Qué llevas en ese costal? -lo cuestionó un compañero.
El hombre sujetó con fuerza su morral y siguió su camino. Quien lo cuestionó fue tras él gritando improperios. Por la mañana, amaneció sin lengua.

El rumor se regó como pólvora provocando en los residentes pánico por el hombre de la bolsa. Nadie se atrevía a mirarlo siquiera, pues todo aquél que lo molestaba de cualquier manera, se quedaba sin lengua.

Mientras en el lugar todos estaban atemorizados, el director del asilo sonreía mientras saboreaba un delicioso guisado de lengua.



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