lunes, 11 de octubre de 2021

LA VENGANZA DE LA COCINERA

 


          Dicen que hace más de tres mil años, en el pueblo más lejano del mundo, allá donde la luz de las estrellas no llegaba, había un castillo, al que la gente llamaba Castillo Negro, por la maldad de los reyes que allí vivieron y que murieron de forma muy extraña. La historia se dio a conocer de boca en boca, durante todos estos años y es por eso, que yo la se.

          Se dice que los reyes eran muy malos con su pueblo y su servidumbre. Maltrataban a los sirvientes y los castigaban por cualquier error que cometían. Una vez, la hija del caballerango arrancó una manzana de uno de los árboles del huerto y se la comió. La reina, mientras paseaba por ahí, vio a la niña saboreando la fruta y fue tal la rabia que sintió que ordenó que la encerraran en la torre más alta por dos semanas, sin derecho a agua y comida. El caballerango y su esposa, quien era la cocinera mayor del castillo, se hincaron ante su reina suplicando el perdón para su hija, más la reina no cedió y muy por el contrario, amenazó con darle otra semana más de castigo a la niña, si no dejaban de interceder por ella. Dos semanas después, al levantar el castigo de la pequeña, la encontraron muerta.

          Su madre se volvía loca por el dolor tan grande y juró vengarse. Por las noches, antes de retirarse a descansar, iba al bosque y buscaba hierbas y animales extraños. Comenzó a hacer veneno con ellos, el cual vertía en botecitos y poco a poco ponía un poco de la pócima en la comida de los reyes. Pocas semanas después éstos cayeron enfermos. La cocinera no sentía satisfacción con ello, así que buscó más hierbas. Una noche se puso a la tarea de cocinar hierbas con arañas peludas y víboras. Cuando el menjurge quedó listo, se lo bebió de un trago, produciéndole éste, espasmos, vómito y convulsiones hasta convertirse en una bruja flaca y vieja, de mirada maléfica. Segura de poder vengarse al máximo con su condición de bruja, se marchó del castillo, abandonando incluso a su esposo.

          La reina, cada vez más débil por la enfermedad causada p or el veneno de la antigua cocinera, estaba de muy mal humor y maltrataba a las cocineras por no saber cocinar bien. Había llegado a azotarlas por que no le gustaba la comida que le daban. Una noche en que no podía dormir, se levantó de la cama y fue a la ventana para tomar aire fresco. Entonces la vio. Una bruja pasó volando en una escoba cerca de donde ella estaba. Tremendamente asustada cerró ventana y cortinas y se puso de rodillas ante el crucifijo de oro que colgaba de una pared y comenzó a rezar y a persignarse. A la noche siguiente, sin abrir la ventana, la vio pasar nuevamente, pero esta vez, la bruja volteó a mirarla lanzándole chispas con los ojos.

-¿Alguien ha escuchado algo sobre una bruja? -Le preguntó por la mañana a su sirvienta de cámara.

-Sí, Su Majestad -respondió bajando la voz. -Dicen que es la cocinera que se fue y que está buscando venganza.

-¿Venganza? ¿De qué?

La sirvienta bajó la cabeza.

-¡Contéstame, muchacha del demonio! -Gritó la reina. -¿De quién quiere vengarse?

-De usted -dijo con voz temblorosa. -La culpa por la muerte de su niña.

-Retírate -ordenó. -¡Que te largues!

          Una vez a solas, fue nuevamente a rezar de rodillas ante el crucifijo y después se metió a la cama sin probar alimento, sintiéndose muy enferma. Despertó por la noche, al sentir una luz que pasaba por su ventana. Fue hasta allá y la abrió. Entonces vio a la bruja en su escoba, suspendida en el aire y lanzándole una luz verde con los ojos, que le causaba mucho temor y después se alejó soltando una risa estridente. La reina no pudo más y antes de desmayarse, alcanzó a gritar pidiendo ayuda. Cuando recobró la conciencia estaban el rey, el doctor y varios sirvientes y guardias a su lado. Dio la orden de que la dejaran a solas con el rey y entonces le dijo lo de la bruja. El rey, quien también estaba enfermo, llamó al jefe de la guardia para pedirle que buscaran a la bruja y la llevaran ante ellos para luego quemarla. Pronto, muchos soldados salieron en su búsqueda. Llevaban instrucciones de no mirarla a los ojos y de no hablar con ella, esto, para evitar que los durmiera y pudiera escapar.

          El jefe de los soldados, se alejó en su caballo blanco, adentrándose en la maleza del bosque. Entonces se escuchó un grito. Todos fueron hasta el lugar de donde provenía él grito y encontraron a su jefe muerto. Entonces, uno a uno fueron cayendo muertos. La noticia llegó rápidamente al castillo. Los reyes, muy asustados, mandaron llamar al cura, pero antes de que éste llegara, al rey se le encontró muerto en su cama, sin una sola gota de sangre en su cuerpo. La reina no encontró mejor opción que arrodillarse frente al crucifijo para pedir protección. La ventana se abrió de golpe, dejando entrar un frío helado. Dicen los sirvientes, que una carcajada terrorífica se escuchó en todo el castillo y luego un grito de dolor. Cuando los guardias entraron a la alcoba de la reina, la encontraron muerta, completamente morada a causa de la asfixia por la que murió, según dijo el doctor.

          Desde entonces, el Castillo Negro está abandonado, pues dicen que la bruja y una niña lo habitan y no se dedican a otra cosa que no sea el cultivo de manzanos y a comer grandes y deliciosas manzanas rojas.



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