martes, 23 de agosto de 2022

LA VISITA DEL UNICORNIO

 




          Desde la cima de la montaña, un unicornio se desvelaba todas las noches observando atentamente la ventana de una de las habitaciones del castillo. Allí dormía Lucero, la doncella de una bruja malvada que se vestía con ropas hermosas y adornaba su cuerpo arrugado con joyas brillantes, simulando ser una reina buena. Todos en el reino creían que la reina era muy buena y que se preocupaba por su gente, pues vivía atenta a las necesidades de su pueblo y los ayudaba a llevar una vida digna y feliz. Nadie imaginaba lo negro de su alma ni lo que las paredes de tan hermosa edificación ocultaban.

     Tal castillo era habitado únicamente por la reina Cristal y Lucero, quien se encargaba de atender hasta el más mínimo capricho de su soberana. Desconocía que su ama la odiaba por ser hija de la mujer que había ganado el amor del hombre que ella amaba. Cuando estos dos hicieron público su amor, la bruja hizo un hechizo para destruír su relación. El resultado de esto fue que los padres del joven se opusieran al comprromiso, con lo cual el muchacho renunció a su familia defendiendo con fuerza su amor.

     Con el pasar de los años, lejos de olvidarse de ellos, la bruja desalmada siguió haciendo brujerías y brebajes para acabar con la que sin saberlo, la había hecho sufrir al aceptar el amor de aquel joven. Un día se cruzó con ella y al darse cuenta de que estaba embarazada, la maldijo en voz alta con palabras raras que nunca había escuchado. A partir de entonces, la mujer vivió atemorizada pues un espanto la perseguía de día y de noche. Días después dio a luz a Lucero entre gritos de dolor y miedo, pues decía que frente a ella estaba el espanto esperando a la bebé para llevársela. Por la mañana, amaneció muerta en su cama junto a su hermosa bebé recién nacida, quien lloraba pidiendo pecho. Varios años después de amarla y cuidarla con todo su amor, el hombre falleció dejando huérfana a la pobre Lucero.

     Cuando Lucero se convirtió en una jovencita hermosa, conoció al herrero del pueblo y ambos se enamoraron perdidamente. Él le propuso matrimonio y ella aceptó feliz. Al enterarse de esto, la reina los mandó llamar al castillo y les dijo estar feliz con su amor. Les ofreció hacerse cargo de la boda y ayudarlos a iniciar su nueva vida sin contratiempos. Conociéndola como una reina noble y generosa, aceptaron tal ofrecimiento. El joven herrrero no tenía dinero para comprar un anillo pero tenía una esmeralda que su madre había recibido de su abuela el día de su propia boda. Así que decidió dársela a su prometida. Lucero la besó y la guardó entre su negra melena, sobre los pasadores que ajustaban su pelo.

     Un día, el joven no se volvió a ver. Nadie, ni siquiera sus padres sabían en dónde estaba. Lo buscaron por mar y tierra hasta que la reina lo declaró muerto. Lucero creyó morir de la tristeza. Nuevamente había quedado sola. La reina volvió a intervenir. Le propuso que fuera su doncella y que viviera en el castillo. La joven, sin ánimos de nada, aceptó. Desde entonces se volvió la criada de aquella bruja disfrazada de reina, que ahora la maltrataba y explotaba sin misericordia.

     Una noche, mientras lloraba mirando por su ventana, vio a un unicornio volando enfrente de ella. Éste daba vueltas y aleteaba con fuerza tratando de llamar su atención hasta que Lucero abrió la ventana. El unicornio se acercó todo lo que pudo a ella y con su aleteó la invitó a subirse en él. La muchacha lo montó y dieron un paseo por el cielo lleno de brillantes estrellas. Luego se detuvieron sobre una nube y cuando ella lo desmontó, el unicornio metió su cuerno entre su pelo sacando la esmeralda que su novio le había regalado. Ella lo miró sorprendida y comprendió que él era el amor de su vida.

     ─¿Eres tú? ─Preguntó emocionada.

     El unicornio asintió con la cabeza.

     ─¿Quién te ha hecho esto? ¿La reina?

     Él animal aleteó suavemente y llevó su cuerno hasta sus manos donde tenía la esmeralda. La empujó ligeramente mirándola a los ojos. Ella, emocionada se abrazó a él.

     ─Cuando la angustia quiera invadirme, la sacaré de mi pelo y la colocaré cerca de mi pecho para econtrar la paz.

     Al regresar al castillo, la bruja ya los esperaba furiosa. Tomó un caldero con una pócima que había preparado y la lanzó al uniornio. Éste logró esquivarla y aleteando fuertemente, la devolvió a la mala mujer, provocando que toda su piel se quemara y toda ella se redujera a cenizas. Desde entonces y no teniendo otro lugar para vivir, la hermosa Lucero siguió viviendo en el castillo, pero ahora sin que alguien la maltratara. Todos los días recibía la visita del unicornio y cada noche él se iba hasta la montaña para cuidarla desde allá.



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