miércoles, 24 de agosto de 2022

ISLA SOLEDAD

 


          Más hermoso no podía ser el paisaje. El mar en calma mandaba suavemente las olas azules coronadas con espuma blanca a refrescar las arenas oscuras de la tierrra caliente que vestía a la isla Soledad. Esta tierra era completamente virgen, habitada únicamente por algunos animales y decorada con una flora exótica de belleza inigualable.

     Una noche, el océano sufrió los embates de un fuerte huracán que furioso, se acercó a la isla azotando árboles y palmeras. La tempestad duró varios días y cuando por fin las aguas cesaron y el sol dejó ver sus cálidos brillos, la isla Soledad parecía un campo de guerra abandonado. Las palmeras, arrancadas de raíz por los vientos huracanados, yacían sobre el suelo.

     Un barco  apareció encayado contra una gran roca a la orilla de la isla y se escuchaba el rugido de un león que desde allí provenía. Horas después salió de ahí un hombre y con una daga comenzó a cortar las lianas y ramas de los árboles que estaban tirados. Pronto, constuyó una pequeña y refrescante choza. Luego regresó al barco y sacó a un enorme león. El hombre conversaba con el animal y éste parecía entender porque le contestaba con suaves rugidos. Con una rama escribió S.O.S en la arena y luego fue a pescar para prepararse algo de comer, mientras el león se iba por su cuenta a conseguir comida.

     Después de varios días, una fuerte ola se adentró mucho más de lo normal y al retirarse, dejó una botella de cristal con una mujer dentro de ella. La  chica gritaba y se movía desesperada tratando de salir de su encierro. Luego de muchos intentos y cansada, se arrinconó llorando por su infortunio. El sol quemaba fuerte y ella sudaba a más no poder. Un escorpión se acercó despacio y con su aguijón llamó la atención de la muchacha. Ésta se aterró aún más al ver a tal arácnido tan cerca de ella. Temblaba de miedo y ya no tenía fuerzas para seguir gritando. Entonces aparecieron el hombre y el león.  El joven de un pisotón acabó con el animalito y luego se puso en cuclillas.

─¿Quién eres y qué haces allí dentro? ¿Cómo te has metido allí?

¡Ayúdame a salir! Un hechicero me ha metido cuando me negué a aceptar sus amores.

     Rápidamente, el hombre hizo intentos por rescatarla. Cogió la botella y la colocó enfrente del león.

─¡Písala! ─Ordenó al león. Mas éste retrocedió. ─¿Qué sucede? ¡Rómpela con tu pata para que la chica pueda salir! ─Pero el león siguió retrocediendo.

     Pronto se dio cuenta que si el león lo obedecía podría matar a la joven. Miró hacia todos lados tratando de encontrar una solución. Entonces miró el cañón que salía de uno de los lados del barco. Hizo unos cálculos, tomó la botella y la colocó de tal forma que el cañonazo no la tocara y fue hasta el navío. Disparó y con la fuerte vibración, la botella se rompió en mil pedazos dejando libre a la cautiva.  Cuando por fin se vio libre, la chica se abrazó a su rescatista.

     Con el paso de los días,  los jóvenes se fueron enamorando. El amor que sentían el uno por la otra se iba tejiendo con lazos fuertes pese a la situación en la que se encontraban. Sin embargo, gracias a sus ganas de seguir adelante lograron grandes cosas en aquella isla hasta llegar a adaptarse a ella. Allí vivieron y tuvieron hijos. Y aunque han pasado muchos años no pierden la esperanza de que alguien llegue un día y los descubra. Mientras tanto aprenden a vivir y a sobrevivir en ese lugar que el destino les deparó para conocerse y hacer una vida. Ellos enseñaron a sus hijos a leer y a escribir y a ser valientes para poder seguir en esa hermosa tierra que quisieran poblar un día no muy lejano. Entre otras cosas, aprendieron a hacer una mezcla con los pétalos de las flores y arena. Las remojaban con el agua del mar y los molían hasta que se hiciera un líquido. Luego,  sumergían en ella la punta de una pluma de águila y escribían. Fue así como inmortalizaron su historia sobre  piedras enormes y troncos de árboles.


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