martes, 14 de septiembre de 2021

MÁS ALLÁ DE UNA AVENTURA - CAPÍTULO II - SOLAMENTE AMIGOS

 



-Mi bella luna- dijo Yassine, mientras la saludaba con un beso en la mejilla. -¡Te extrañé d!
-¿Cómo estás?- respondió sonriendo, y agachando la mirada. «¡Dios mío! ¡Qué mirada! Me envuelve con el negro tan profundo de sus ojos» pensó.
-Nervioso. No sabes con qué ansia esperaba volver a ver tus ojos. Me encanta perderme en ellos.
Una vez sentados, Bella estaba indecisa en qué ordenar para comer. Yassine había decidido invitarla a un restaurante de comida árabe. Leía el menú, pero no sabía qué clase de comida era. Cada que leía algo, le preguntaba a él si era pollo, res o lechón.
-No hay nada de cerdo. Los musulmanes no lo comemos- dijo sonriendo.
-¡Oh!- volvió la vista hacia el menú. -¿Porqué no eliges tú la comida? Por favor- suplicó mordiéndose el labio inferior.
-Está bien. Puedes confiar en mi buen gusto.


Más tarde el mesero llevaba los platos a la mesa. La comida se veía deliciosa. Consistía en carne de pollo picada en pedazos de tamaño regular, rodeada de arroz; garbanzos, calabazas, zanahorias y ejotes al vapor; rebanadas de jitomate y hojitas de cilantro encima. Todo bañado por el jugo que soltaron las verduras al cocerse. A Bella se le hizo agua la boca cuando vió el platillo.
-¿Se te antojó, verdad?- preguntó él, mientras se llevaba la servilleta a sus piernas.
-Mucho. Huele muy rico.
Mientras comían, ella quiso saber más sobre él.
-Platícame de Marruecos. ¿Cómo es?
-A mí me encanta mi país. Es un lugar hermoso. Tenemos el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo. También hay montañas y ríos.
-¿Hay camellos?- preguntó intrigada.
-Claro que hay camellos. ¿Te gustaría un paseo en camello a la orilla del mar?
-¿A quién no? Claro que sí- sonrió.
-Ven conmigo. Te llevaré a pasear a las ciudades antiguas y pasearemos en camello- le dijo viéndola a los ojos, con un brillo especial en ellos.
-Imposible. De verdad me encantaría, pero no puedo- dijo borrando la sonrisa de sus labios. Y volviendo a sonreir, después de llevarse otro bocado a la boca, siguió: -Hay un cantante árabe que me gusta. Se llama Kathem Al Saher. ¿Lo conoces?
-Kathem. Por supuesto que sí. Y te apuesto lo que quieras a que estás enamorada de él- dijo acariciándole el brazo con el dedo índice.
-¿Qué he perdido?- respondió ella soltando la carcajada. -¿Cómo sabes que estoy enamorada de él?
-Todas las mujeres están enamoradas de él. Él es poeta y canta sus poemas; y poemas de otros poetas. Canta canciones de amor; muy románticas y utiliza un lenguaje único; lleno de romanticismo. Juega con las palabras y crea metáforas hermosas. Es iraquí. ¿Cómo es que lo conoces, mi Bella?
-Un día estaba buscando en YouTube, sin buscar nada en especial, y lo encontré con la canción Koli Ohiboka. Me gustó mucho y busqué más de él. Fue entonces que encontré esta otra canción que no sé cómo se llama porque él título y los subtítulos están escritos con signos árabes. Pero me encanta.  Y me encanta el lenguaje corporal de este hombre.
-Las canciones de él son preciosas. ¿Cómo es la que te gusta?
Bella empezó a tararearla. Él la veía atento. Le gustaba cómo cantaba. Por fin, ella se calló y él aplaudió. Bella se sonrojó.
-Cantas muy bonito, mi Bella. Se llama “Ekhtari”, que significa “Elige”. No vas a creerme, pero es mi canción favorita de Kathem.
-¿De qué habla?- preguntó intrigada. -Dice mi...- titubeó - mi amiga que pueden ser groserías en árabe.
-No, claro que no. Es de amor. Él está retando a una mujer a que lo ame. Ahora, hablemos de lo que me debes.
-¿Lo que te debo? ¿De qué me hablas?- lo miró sorprendida.
-Gané la apuesta. Mañana es mi último día por estos rumbos. Así que lo que tienes que pagar es muy sencillo- la miró fijamente a los ojos. -Mañana iremos a la playa por la noche.
-Ya lo has decidido, ¿verdad?- suspiró ella.
-¿No piensas pagar la apuesta?
-Nunca acepté la apuesta. Tú solito la hiciste sin esperar a que yo aceptara- le dijo muy seria.
-Es una broma, mi Bella. Pero sinceramente, me gustaría mucho esa caminata de noche- le dijo mientras le quitaba un mechón de la cara.
Bella se estremecía cada vez que él la rozaba. Así que se hizo hacia atrás, delicadamente, y entonces suspiró profundamente, como ahora lo hacía en estos días.
-Está bien. Acepto.


Bella no podía dormir. Había subido las persianas de una de las ventanas, para mirar la luna que iluminaba el cielo oscuro. Mientras la veía recordaba a Yassine. «Es tan atento y dice cada cosa» pensaba. Trataba de dormir, pero no lo conseguía. Cuando cerraba los ojos, lo veía a él. Veía sus ojos mirándola fijamente. De pronto sonó su celular.
-¿Qué haces, mi Bella?- lo escuchó del otro lado de la línea.
-Viendo la luna.
-¿Te gusta?
-Mucho- sonrió. -¿Y tú, qué haces?
-Pensando en ti. En nuestra cita de mañana.
-¡Oh!- no dijo más. Siguió mirando la luna desde su cama.
-¿Qué tienes puesto?- preguntó él de pronto.
-¿Cómo dices?- se asustó.
-Quiero saber con qué ropa duermes- insistió.
-No te lo voy a decir. Mejor dime… ¿qué edad tienes?
-Veintinueve años. ¿Porqué?
-Curiosidad- respondió ella. «Veintinueve años y yo sintiéndome en las nubes a su lado» pensó abochornada.
-¿Qué piensas?- preguntó él.
-Nada. Creo que me ha dado sueño.
-Está bien, mi luna. Que tengas dulces sueños. Nos vemos mañana.


Todo el día tuvo la sensación de tener un dolorcito en la boca del estómago. Estaba inquieta y nerviosa. Deseaba ir a encontrarse con Yassine, pero al mismo tiempo no quería hacerlo. Le parecía que estaba pasando los límites. Una cosa era tener un amigo con quién platicar y otra muy diferente era pensar en él toda la noche, hasta el grado de no poder dormir. La atracción que sentía por él era demasiado fuerte y le daba miedo cometer una estupidez. Sin embargo, llamó a Irene para que fuera a cuidar a sus hijos esa noche. Total, sería la última vez que lo vería. Sólo tendría que controlarse y pasar un rato agradable. Después de esa noche, no volvería a verlo jamás.
Antes de ir con él, decidió llamarle a Adolfo. Platicó un rato con él. Le dijo que iría con Sonia a tomar un café. Que ella le había pedido hacerlo pues tenía cosas qué contarle. No era algo raro, ya que lo hacían con frecuencia, y Adolfo le creyó fácilmente todo. Bella se sintió mal con él. Nunca antes le había mentido y ahora…. en menos de una semana lo había hecho tres veces.


-Gracias, mi Bella- dijo Yassine cuando se encontraron.
-¿Por qué?
-Por venir. Sinceramente tuve miedo de que no lo hicieras- la tomó de la mano y fueron hacia la playa. Había muy poca gente caminando. Recorrieron un buen tramo platicando. 
-¿Nos sentamos aquí?
-Está bien- dijo Bella sin poder verlo fijamente. No podía sostenerle la mirada. Además, cuando él la veía, ella temblaba. Decidió no despegar la vista del mar.
-Quedémonos callados por un rato- dijo él. -Escucha todo lo que puedas.
Bella dobló sus piernas mientras las sostenía con los brazos. Él, a su lado, estaba sentado al estilo indio; con las piernas cruzadas, mientras arrastraba arena de un lado a otro. -¿Te gusta lo que oyes?- le preguntó.
-Sí. Es la primera vez que vengo de noche- respondió con los ojos cerrados. -Tenías razón. Es bonita la playa de noche. Me gusta cómo se escuchan las olas y el viento.
-Me gustas mucho Bella- le soltó él. Ella se puso tensa. Sintió el corazón acelerarse, pero no dijo nada. Después de unos minutos en silencio, él continuó: -Te estoy dando las opciones para elegir; así que elige- Bella volteó a verlo sorprendida. -Elige entre morir sobre mi pecho  o sobre mis libros de poesías. Elige amar o no amar, porque es una cobardía no elegir. No hay punto medio entre el cielo y el infierno. Te estoy dando el derecho de elegir; así que elige entre morir sobre mi pecho o sobre mis libros de poesías.
-¿De qué me hablas?- preguntó sorprendida.
-Es la letra de la canción de Kathem; la que te gusta mucho. Se llama “Elige”, ¿recuerdas?
-¿Qué más dice?- preguntó interesada.
-Tira todas tus cartas y aceptaré cualquier decisión que tomes- él continuó. -Habla, actúa, agítate, explota; pero no estés de pie sin hacer nada. Yo no puedo estar siempre bajo la lluvia sin moverme, como si fuera una planta- Bella lo escuchaba atenta. -Estás cansada y asustada; y el viaje es muy largo. Sumérgete en el mar, o aléjate de él. No hay mar sin vértigo. El amor es una gran batalla contra la marea. En él hay crucificción, hay tortura y hay lágrimas que te llevan a la luna.
Bella suspiraba, pero no decía nada. Sólo lo escuchaba.
-Tu cobardía me está matando; la percibo através de la barrera que has levantado- continuó. -No creo en un amor que no tiene la fuerza de las revoluciones, que no golpea con la fuerza de los huracanes, que no rompe todas las barreras- siguió cantando.
-Es muy linda la letra- comentó Bella, suspirando.
-Tal vez la letra te parezca extraña. Es poesía árabe.
-¿Rara?- se sorprendió. -Es hermosa. Ahora me gusta mucho más. Sabía que se trataba de una canción de amor. Lo podía percibir. Y la música me fascina. Yo - dijo volviendo la mirada hacia el cielo -veo todas las noches ese video. Me encanta. Me hace suspirar.
-Me doy cuenta que eres especial. No sabes absolutamente nada de árabe y has podido percibir algo de esa canción. Eso me gusta en ti- le dijo acariciándole el cabello.


Yassine miró su reloj. Eran casi las once de la noche. No quería separarse de ella, sin embargo le recordó la hora. Ella suspiró, levantó la cara hacia el cielo, y sacudió su cabellera. Su cabello era castaño oscuro, ondulado y lo usaba entre los hombros y la cintura. El seguía moviéndole los mechones que se le iban hacia enfrente. Los regresaba a su lugar con cuidado, tratando de no tocarla. Aún así, Bella se estremecía cada vez que él extendía su mano hacia ella.
-Yassine… me ha dado mucho gusto conocerte- le dijo con la voz queda.
-Igual a mí, mi Bella- respondió él. -Cuando te dije que eres lo más hermoso que han visto mis ojos, no mentí- la veía de una manera diferente, más profunda que las otras ocasiones.
-He pasado unos momentos muy agradables contigo. Siempre me voy a acordar de ti- dijo con la voz entrecortada por la emoción.
-Me gustaría volver a verte. ¿Podría?- Le dijo mientras la ayudaba a ponerse de pie.
-Cuando vengas de vacaciones nuevamente, me llamas, ¿te parece?- dijo suspirando mientras se agachaba. Él le levantó el rostro con una mano y con la otra la tomó de la cintura acercándola hacia él. Se agachó y rozó sus labios con los suyos, suavemente. Cuando se retiró, vió que ella estaba quieta, con los ojos cerrados. Entonces volvió a besarla. Bella abrió un poco su boca, y él aprovechó para meter su lengua, despacio, suavecito. Ella correspondió de la misma manera, mientras lo abrazaba del cuello. Fue un beso largo y muy tierno.


Bella se sentía muy triste. No era normal. Estaba segura de amar con toda su alma a Adolfo. Pero Yassine había entrado en su corazón. Debía de estar confundida. Eso era todo. Todo era a causa de que Adolfo estaba lejos y el destino había querido que conociera a Yassine. Debido a la sensación de soledad mientras su esposo no estaba, se confundió. ¡Claro! Eso era lo que pasaba. «Pero… ¿porqué esta tristeza?» pensaba insistentemente. «¡No! No debo obsesionarme con este asunto. Yassine está volando hacia Marruecos y al llegar allá, sólo recordará a esta señora, con la cual pasó cuatro días, como la mujer que no permitió que se aburriera. Así va a ser» se dijo una y otra vez, mientras preparaba a sus hijos para ir a comer con Sonia y sus dos niños.
-Te lo dije- dijo Sonia, mientras meneaba la cabeza negativamente. -Te dije que tuvieras cuidado.
-No pasa nada, caramba. Lo que sucede es que me siento mal por lo del beso. No debí permitirlo.
-Pues trata de olvidarte de este asunto. Adolfo te va a notar cambiada.
-No estoy cambiada. Lo sigo amando igual que siempre. Sólo que… ¡me descontrolé!
-Ya pasó. Dale la vuelta a esta página y sigue adelante. Un beso no significa nada. Incluso- continuó Sonia -puedes llegar a tener una aventura, ¿porqué no? pero todo con cautela. Lo más importante en tu vida debe ser tu familia. ¿Me entiendes?
-¿Cómo puedes decirme eso?- la vió sorprendida. -No me digas que tú has tenido alguna aventura.
-Bella, si un día regresa tu amigo, sólo te pido que seas discreta y tengas cuidado. ¿Lo prometes?
Bella volvió la mirada hacia sus hijos. Sí. Ellos eran lo más importante en su vida y no los iba a arriesgar por una estupidez. Los llamó y les dió un beso a cada uno de ellos, diciéndoles que los amaba.
-¡Ay, mami!, ¿para esto nos llamaste?- dijo la niña. -¡Vamos, rápido!- les gritó a sus hermanos mientras salían corriendo otra vez hacia el jardín. Sonia sonrió y le palmeó la mano.


Mientras trataba de revisar los planos de un puente que se iba a construir sobre un lago en la ciudad de Casablanca, Yassine no dejaba de pensar en Bella. Había pasado una semana desde la última vez que la vio y hoy era su primer día de regreso en su trabajo. Nunca se le había dificultado su trabajo. Desde siempre le apasionó todo lo relacionado con construir edificios y carreteras. Sin embargo, y a pesar de que había tenido tres semanas de descanso, no podía concentrarse. Tenía la imagen de Bella en su cerebro. No podía apartarla de su mente. Por más esfuerzos que hacía, ella seguía ahí, en su mente. Podía escuchar claramente su voz, su risa, y podía ver sus ojos que tanto le gustaban. Así estuvo todo el día; trabajando y pensando en ella. Más tarde, después de hacer unas consultas con otro de los ingenieros, fue a su casa a comer con su familia. Mientras iba manejando, vió el reloj.  Eran las cuatro de la tarde; las doce del medio día en Miami. «¿Se alegrará si la llamo?», pensó.
Después de comer fue a su cuarto y decidió escuchar música. Optó por escuchar a Kathem Al Saher. Seleccionó la canción que a Bella le gustaba, Ekhtari. Mientras la escuchaba se acostó y cerró los ojos pensando en ella, en ese beso que se dieron en la playa. Recordaba perfectamente el sabor de su boca, la forma en que ella suspiró cuando él retiró su boca de la suya y recordaba muy bien cómo abrió sus ojos, lentamente, viéndolo fijamente a los ojos, después de ese beso. Brillaban de una manera diferente.


Mientras tanto, en Miami la vida para Bella había vuelto a la normalidad. Recordaba a Yassine como un muchacho agradable, inteligente y muy guapo que la descontroló por unos días, pero nada más. No pensaba mucho en el beso.  Cuando se acordaba de él, pensaba en las cosas que le decía, la forma en que la miraba. Los días que Adolfo salía de la ciudad, Bella dormía con las persianas abiertas, mirando la luna. Sonreía pensando en cómo, un muchacho tan joven se había fijado en ella. Aunque fuera únicamente para no estar solo en Miami durante sus vacaciones. «Pero aún así, ¿por qué no buscar una muchacha de su edad?», pensaba Bella mirando la luna.
Los días siguieron su curso. Y como siempre, antes de ir a dormir, veía su video favorito.
-¿Cómo es posible que no te aburras de ver eso todas las noches?- dijo Adolfo bostezando.
-Ahora me gusta mucho más. Ya se de qué habla la canción y siento mucho decirte que te equivocaste horriblemente al pensar que decía groserías. Yo tenía razón- dijo mientras se quitaba la bata para acostarse junto a él. -Se trata de una canción de amor- continuó diciéndole la letra.
-¡Vaya! ¿Y cómo investigaste la letra?
-Bueno, tú sabes que en internet todo se averigua. -«Una mentira más» pensó. -En los comentarios de esta canción, escribí en inglés, que si alguien sabía la letra, que por favor me la dijera porque me encantaba la canción. Pronto recibí la respuesta. Así que por favor, no vuelvas a hablar mal de mi novio.
-Entonces castígame como tú sabes, mi amor. Me lo merezco.
Bella se subió en él y lo besó en la boca y en todo el cuerpo. Él la abrazaba y acariciaba, jugaba con su cabello revuelto. Después de hacer el amor se quedaron profundamente dormidos.


Bella estaba almorzando con Sonia, mientras los alumnos jugaban afuera, al cuidado de las maestras auxiliares. Estaban planeando la fiesta de cumpleaños del hijo menor de Sonia. De pronto sonó el celular de Bella.
-¿Hola?
-Te estoy dando las opciones para elegir; así que elige. Elige entre morir sobre mi pecho o sobre mis libros de poesías.
-¿¡Cómo estás!?- gritó llena de emoción. Habían pasado poco más de tres meses desde que Yassine se fuera, y estaba segura de que él no la volvería a llamar nunca más. Sentía el corazón latiéndole rápidamente.
-Extrañándote mucho, mi Bella. No sabes cuánto. ¿Has pensado en mí?
-Sí. Sí me he acordado de ti- respondió con voz baja, mientras veía sonriente a Sonia. -¿Cuándo vienes?- preguntó casi sin aliento.
-No tengo planes por el momento. Créeme que me encantaría ir ahora mismo, pero no puedo. ¿Qué tal si tú vienes acá? Puedes venir con tus hijos.
-Imposible.
-¿Porqué imposible? Marruecos está en el mismo planeta en que está Estados Unidos- respondió mientras reía.
-Lo que pasa es que no puedo ir y dejar a los niños acá solos- repuso ella.
-Te estoy diciendo que los traigas. Los cuatro están invitados.
-¿Crees que tengo todo el dinero del mundo para hacer un gasto tan grande?
-Sólo responde: ¿Te gustaría venir?- preguntó con tono muy serio.
-Por supuesto que sí. Conocer otro país…. volver a verte…- dijo mientras bajaba todavía más el tono de su voz.
-Entonces hagamos un trato- propuso él. Y después de una breve pausa. -Te ayudo con los gastos de los niños y tú pagas tu pasaje. ¿Qué te parece?
-¿Cómo se te ocurre?- preguntó ella abriendo los ojos sorprendida.
-¿Porqué no? Quiero verte y quiero conocer a tus hijos.
-Mira… te propongo otra cosa. Démosle tiempo al tiempo. Y el mismo tiempo nos dirá qué hacer. ¿Te parece?
-Mi bella luna. Siempre tomando las cosas con calma. Está bien. Acepto tu trato.
Estuvieron platicando por aproximadamente unos cuarenta minutos, hasta que ella le anunció que su hora de descanso estaba por terminar.
-Mañana te llamo por la noche- dijo Yassine.
-¡No! Por la noche no, por favor- respondió sobresaltada. -Últimamente apago mi celular por las noches, para poder dormir bien- dijo tratando de controlar su nerviosismo.
-¿A qué hora te parece bien, entonces?- insistió.
-A esta misma hora está perfecto.


Más tarde, cuando los alumnos ya se habían ido, Sonia entró al salón de Bella. Sonreía de una manera peculiar.
-Te llamó tu marroquí. Platícame todo.
-Solo quiso saludarme- respondió sonriendo, mientras se sentaba en una silla junto a su amiga.
-¡Te invitó a Marruecos! Me dí cuenta. Y también invitó a tus hijos.
-Cosa que nunca va a suceder.
-¿Porqué no?- preguntó haciéndose la tonta.
-¿Te olvidas que estoy casada?
-¿Porqué no se lo dices y te quitas de andar diciendo mentiras aquí y allá?
-No puedo.
-¿Vas a ir?- insistió Sonia.
-Claro que no.
Sonia soltó la carcajada y ambas salieron del salón hacia sus respectivas casas.


Pasaron algunos cuantos meses más, durante los cuales, Bella y Yassine se comunicaban mediante correos electrónicos y una vez por mes, él la llamaba por teléfono.  Ella encontró más canciones de su artista favorito, Kathem, y él le traducía cada una de ellas. El tenía razón. El lenguaje que utilizaba ese hombre era único. Las letras eran completamente de amor. Llegó el mes de Enero; hacía nueve meses que se habían visto por última vez. Yassine estaba completamente seguro de haberse enamorado de Bella. No se lo había dicho todavía, pero comenzó a hacerse ilusiones con ella.
-Me he enamorado irremediablemente- dijo sonriendo a Hayat. Ella lo miró sorprendida. No quería que volvieran a lastimar a su hermano. Hacía algunos años, él estuvo enamorado de una muchacha de su edad. Él era muy joven y todavía no terminaba su carrera. Aquella muchacha conoció a otro hombre, quien ya tenía su fortuna propia bien cimentada y prefirió casarse con él. Yassine sufrió mucho. Fue tal su decepción que se había negado al amor. Ahora su familia lo veía muy entusiasmado. Por eso Hayat tenía miedo de que volviera a sufrir.
-¿Cómo puedes estar enamorado de una mujer que nunca ves? ¡Nunca convives con ella!- le dijo mientras arreglaba la mesa para comer.
-Convivo con ella seguido; aunque no como tú dices. A pesar de que estamos muy lejos físicamente, nuestros corazones están cerca. Lo nuestro es algo especial.
-Pero no sabes nada de ella, ni de su familia- insistió.
-Sé lo suficiente, Hayat- dijo mientras le ayudaba a acomodar los cubiertos sobre la mesa. -Sé que es una mujer buena, con un alma limpia y sentimientos sinceros.
-¿Qué hay de los hijos? Además… está bien, estás enamorado, ¿y?- le dijo viéndolo fijamente. Hayat era una mujer delgada y alta. Tenía una cara muy bonita, aunque su mirada era triste. Usaba un chal que le cubría el cabello, a la usanza árabe.
-¿Y?- él sonrió.
En eso llegaron Fátima y Mohamed, con sus respectivas familias. Se trataba de una comida en familia organizada por Hayat, para celebrar el cumpleaños de su esposo.
-¡Les gané en llegar!- dijo Yassine sonriente. -Pero qué bueno que ya están aquí. Tengo algo importante qué decirles.
Hayat se fue molesta a la cocina, mientras los recién llegados la miraban desconcertados y volvían la mirada hacia Yassine.
-Ya lo sabrán- les dijo mientras cargaba a uno de sus sobrinitos.


La comida transcurrió dentro de un ambiente alegre. Todos platicaban y reían. Después de comer y una vez que las mujeres pusieron orden, se fueron a platicar a la sala. Fue entonces que Yassine decidió hablar.
-Tengo que hablar con ustedes- hizo una pausa mientras tomaba suficiente aire para continuar- estoy pensando seriamente en casarme.
-¡Vaya! ¿Y cómo piensas hacerlo? ¿Por internet?- preguntó Hayat con burla.
-Por favor, esto es lo más serio que he decidido en mi vida.
-Quiere casarse con esta mujer, sabrá Dios cuántos años mayor que él, divorciada, con tres hijos, y que además, y para variar, vive del otro lado del mundo- lo interrumpió Hayat, diciéndoles a los demás, mientras volteaba los ojos y se cruzaba de brazos notoriamente molesta.
-¿Has hablado con ella?- le preguntó Mohamed, ignorando a Hayat.
-Todavía no. Quiero tratarla un poco más. Conocer a sus hijos. Ganarme su confianza y entonces, se lo pediré. Quiero traerlos para que se conozcan con ustedes.
-Tienes nuestro apoyo, hermano- dijo Mohamed abrazándolo cariñosamente- ¿verdad?- se dirigió a los demás.
-Por supuesto- respondieron todos, menos Hayat, que se encontraba mirando hacia el techo.


Mientras veía otro video de Kathem, Bella apagaba su celular. Desde que conoció a Yassine, lo apagaba todas las noches. Le daba miedo que la llamara y Adolfo la descubriera. Tampoco quería que Yassine supiera que era casada. «Al fin que no pasa nada. Sólo es una amistad a distancia» se decía una y otra vez. Y su amor por Adolfo no había cambiado en lo absoluto. Era completamente feliz a su lado.


Por la mañana, después de que Adolfo se fuera hacia su trabajo y mientras ella se alistaba, encendió su celular. Se dio cuenta de que tenía un mensaje de voz.

-Hola, mi bella luna- decía la voz de Yassine. -Perdóname, pero no pude resistirme. Tenía que decírtelo hoy, aunque sabía que iba a contestar tu grabadora- continuó. -Quiero que sepas que estoy pensando mucho en ti. Estoy pensando mucho, creo que demasiado en ti. Tengo tantas ganas de verte, que estoy pensando en ir a finales de este mes para allá. Escríbeme, por favor, un correo electrónico para que me digas qué te parece esta idea- y después de un silencio: -Extraño esos ojos verdes, tu sonrisa, te extraño toda.
Bella se quedó sin aliento. Esperaba todo menos eso. «¡Verlo de nuevo!» pensó suspirando.


-Nos vemos más tarde en la cafetería. No tardes- le dijo a Sonia cuando la vio mientras iba hacia su salón.
Toda la mañana estuvo ansiosa. No dejaba de pensar en Yassine. Cuando por fin llegó la hora del almuerzo, platicó con su amiga.
-¿Qué piensas hacer?
-Es que todo esto es tan… increíble. Siempre se me facilitan las cosas con él- dijo mientras se acomodaba el cabello hacia atrás. -La vez pasada lo pude ver sin ningún problema, y ahora quiere venir justo cuando Adolfo va a salir para Brasil. ¿Te das cuenta? Parece que Dios nos abre el camino para que podamos vernos.
-¡No metas a Dios en estas cosas!- respondió Sonia. -Entonces, sí lo vas a ver, ¿verdad?
-¿Tú qué piensas?- la miró preocupada.
-Lo que yo piense está de más. ¿Qué es lo que tú quieres?
-Quiero verlo. Claro que quiero verlo- dijo casi en un susurro. -Aunque está claro que solo como amigos. No va a pasar nada.
-¿Estás segura? Yo no lo estaría. ¿Tú crees que él va a viajar desde Marruecos hasta acá, solo para platicar?
-¿Y por qué no? Solo somos amigos- insistió Bella.
-¡Por favor, ubícate!- y mientras le daba vueltas a su té con una cuchara, continuó. -Bella, no lo hagas venir hasta acá, si no va a pasar nada entre ustedes.
Bella se quedó pensativa. Ni siquiera se tomó su té. Más tarde en su casa, mientras comía con su familia le preguntó a Adolfo sobre su viaje.
-Mi amor, ¿cuántos días vas a estar en Brasil?
-Cuatro semanas, exactamente.
-Es mucho tiempo. Me vas a hacer mucha falta- le dijo tomándolo de la mano y besándolo en la mejilla. -¿No hay forma de que vuelvas antes?
-No, mi amor. Estas clases son obligatorias y tengo que tomar todo el curso, completito.


Por la noche, mientras Adolfo revisaba unos papeles, Bella le escribió un correo a Yassine.
“Yassine, me parece una idea estupenda que vengas. Me dará mucho gusto verte. Si pudieras venir entre la última semana de Enero y las tres primeras de Febrero, sería fabuloso, porque en esos días no tengo mucho trabajo. Recibe un abrazo. Bella”.
«Dios, ¿no estaré yendo demasiado lejos?» se preguntó, mientras se llevaba las manos a la boca.

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