martes, 14 de septiembre de 2021

MÁS ALLÁ DE UNA AVENTURA - CAPÍTULO III - EL REENCUENTRO

 


-Por favor, hermano. Piensa bien las cosas- le decía Hayat. Su rostro denotaba gran preocupación, cosa que a Yassine le daba mucha risa. Estaba completamente seguro de que su hermana exageraba en su preocupación.
-Tranquila. Ven acá- dijo mientras la abrazaba y caminaban hacia la sala. -No he venido hasta tu casa, para oírte decir cosas que no me agradan- la besó en la mejilla. -Tú verás cómo estás equivocada. Cuando la conozcas vas a darte cuenta.
-¿Cuántos años es mayor que tú?
-No lo sé. Tal vez uno o dos. Se ve muy joven y es muy bonita.
-¿Cómo saber si es una buena persona?- insistió ella, mirándolo a los ojos.
-Yo lo sé, Hayat- dijo él, serio. -Con que yo sepa que es una mujer buena, basta. Te va a caer bien y van a ser buenas amigas- dijo él, sonriendo nuevamente.


-Hola, mi bella luna- dijo a través del teléfono. -¿Te interrumpo?
-Por supuesto que no. Estoy en mi descanso. ¿Cuándo vienes?- le soltó, sorprendiéndose ella misma.
-Por eso te he llamado. Acabo de comprar el boleto. Salgo la primera semana de Febrero para Miami. Solamente voy a estar nueve días por allá. No sé si sean muchos o pocos, pero pienso aprovecharlos al máximo- dijo riendo.
-Está perfecto- respondió ella con el corazón latiéndole a mil por hora. «aprovecharlos al máximo» pensó. «¿Qué me quiso decir?»
-No quiero perder tiempo, mi bella. Voy a llegar un viernes a las ocho de la mañana. ¿A qué hora nos podemos ver ese mismo día?- preguntó ansioso.
-A las ocho, guapo. Te esperaré en el aeropuerto- y con la voz temblando siguió.  -¿Te parece bien?
-Por supuesto. Más que bien. Bella, mi luna bella, no sabes las ganas que tengo de verte- dijo hablando en voz muy baja. -Me haces tanta falta.
-Ya no digas más, por favor- suplicó ella.
-Perdóname, pero es la verdad.
-Entonces así quedamos. Te recojo en el aeropuerto- cambió el tema.
-De cualquier forma, seguimos estos días en contacto mediante correos.


Cuando colgó, Sonia la veía muy seria. No decía nada, esperando a que Bella dijera algo. Sin embargo, ella solo sonrió y bajó la mirada. Sonia buscaba su mirada insistentemente. Al ver que ella no soltaba prenda, no tuvo más remedio que iniciar ella con el interrogatorio.
-¿Y bien?
-Nada.
-¿Cómo nada? Vamos- dijo dando unos golpes en la mesa con la palma de su mano. -Vas a ir por él… ¿y luego? ¿qué va a pasar?
-¡Por el amor de Dios! ¡No lo sé! Voy a dejar que todo transcurra como el destino quiera- bajó la mirada.
-¿Estás segura de querer hacer esto?
-Completamente.


A partir de entonces, Bella no dejaba de estar nerviosa. Además estaba muy pensativa. No dejaba de pensar en lo que se le venía encima. Tenía miedo y a la  misma vez ansiaba ver nuevamente a Yassine. Deseaba que los días transcurrieran rápido y que Adolfo se fuera a su viaje. Pero al mismo tiempo no quería que se fuera, y así no poder verse con Yassine. Su cabeza era un caos. Adolfo notó su nerviosismo.
-¿Qué tienes, mi amor?- le preguntó un día preocupado.
-Me duele mucho la cabeza- respondió desviando la mirada.
-Pero te he visto nerviosa. ¿Hay algo que yo deba saber?
-Ya sabes, amor- dijo abrazándolo mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. -No me acostumbro a estos viajes tuyos. Cuatro semanas es demasiado tiempo.
-¡Oh, cariño! No me digas eso, por favor- le dijo besándole los ojos. – Necesito tomar estas clases. Es importante para mí.
-No te digo que no vayas, mi amor. Solo que voy a extrañarte mucho.
-Te llamaré a diario, cariño.
Más tarde, mientras Adolfo dormía, Bella no dejaba de pensar. Se sentía muy incómoda. Adolfo había pensado que ella lloraba por que él iba a estar lejos. Pero la realidad era que lloraba porque tenía miedo de que él descubriera algo. «¡Dios, mío! Estoy pasándome de la raya peligrosamente» pensó preocupándose aún más.


-Necesito que me ayudes, amiga- le pidió a Sonia. -¿Puedo contar contigo?
-Claro. No te preocupes. Sólo prométeme que vas a hacer las cosas bien- agachó la cabeza y continuó con seriedad. -Bella, esto es delicado. Ten cuidado, por favor. Un error que cometas… no sabes el problema que se te vendría encima.
-Tú le fuiste infiel a Javier, ¿verdad?
-Hace varios años- dijo recargándose en la silla. -Él me descubrió y se armó un lío enorme. Después de muchos problemas, me perdonó. Pero queda el sentimiento de culpa- dijo suspirando.
-¿Javier te menciona esto en ocasiones?
-No. Nunca. Pareciera que nunca pasó nada. Y a veces eso me incomoda. Me siento muy mal al pensar en todo lo que él sufrió. Me siento pésima, pensando como fuí tan estúpida como para estar a punto de desbaratar mi familia- dijo suspirando.
Bella no dijo ni preguntó nada más al respecto. Sintió una especie de temor. Sin embargo decidió seguir con aquéllo. Nunca, en toda su vida de casada le había llamado la atención otro hombre; mucho menos un hombre varios años menor que ella. Pero ahora… de cualquier forma no iba a pasar nada grave. Se trataba solamente de un amigo con quien le gustaba platicar. Eso era todo.
-No se qué va a pasar, pero quizás voy a necesitar dejar a mis niños contigo alguna noche.
-No sabes qué va a pasar, pero sí sabes lo que deseas, ¿verdad?
Bella se sonrojó. Era muy cierto lo que Sonia decía. Aunque no lo aceptaba, deseaba hacer el amor con Yassine.
-No quiero dejarlos con Irene, porque no sabría qué pretexto poner. En cambio contigo, las cosas son más naturales. Tus hijos podrían invitar a los míos a pasar la noche en tu casa. ¿Me explico?
-Perfectamente. Cuenta conmigo. Pero… no quiero fastidiarte, así que es la última vez que te lo digo. Recuerda que Adolfo es un gran hombre. No te desubiques, por favor, y ten en mente siempre, que este asunto es solo para pasar un buen rato y se acabó.
-Gracias, amiga… lo tengo presente siempre. Yo quiero a Adolfo con toda mi alma, pero no se qué me pasa.
-No tienes que decir nada, Bella. Te entiendo. Sólo ten cuidado.


Hacía casi una semana que Adolfo saliera para Brasil. Bella no podía con los nervios. En dos días más llegaría Yassine. Quería oírle decir todas esas cosas bonitas que le dijo la vez anterior. Quería que le cantara Ekhtari en árabe. Deseaba que la volviera a besar. Fue hacia su ordenador. Buscó una canción nueva del mismo artista y mientras la escuchaba, revisó su correo electrónico.
-"En dos días podré ver nuevamente un par de ojos hermosos de color verde. Se me hará eterno este par de días"- leyó con el corazón acelerado por la emoción. A lo cual decidió responder:
-"Espero con ansias ese día. Yo también deseo verte pronto".


-Todavía están dormidos, pero ya saben que tú los llevarás hoy a la escuela. Llegaré antes de las once de la noche. Si algo se ofrece, me llamas, por favor. De cualquier forma yo les llamaré, igual que siempre lo hago cuando no estoy.
-No te preocupes. Ve sin pendiente a tu curso- respondió Irene.
La niñera pensaba que Bella iría a tomar un curso que le hacía falta para su desarrollo como maestra.


Llegó unos cinco minutos tarde al aeropuerto. Había mucha gente. Bella buscaba con la mirada entre toda la multitud. Se estiraba viendo para un lado y para otro. De pronto escuchó una voz muy conocida detrás de ella.
-Mi bella luna.
Volteó rápidamente y lo vió. Alto, guapísimo, impecable y muy sonriente. No pudo contenerse y lo abrazó emocionada. Le rodeó el cuello con sus brazos y él le rodeó la cintura con los suyos. Se dieron un beso en la mejilla.
-Bienvenido- dijo Bella. ¿Tienes mucho esperándome?
-No, mi bella. Acabo de llegar.
Después de recoger su equipaje, fueron hacia el carro de ella. Se dirigieron al hotel en el que Yassine había hecho su reservación. Bella no dejaba de platicarle cosas de su trabajo, mientras él, sonriente, parecía escucharla atentamente. La veía fijamente, con los ojos entrecerrados. A ella le parecía tan guapo; era un hombre impecable. Todo le gustaba de él. Vestía un pantalón de vestir color negro y una camisa azul de manga corta. Los zapatos negros brillaban, perfectamente boleados. Le encantaba su cabello negro y abundante. Y esos ojos de mirada negra penetrante. También le gustaba su boca, de labios gruesos.
«¡Dios, me gusta mucho!» pensó mientras seguía conduciendo y platicando.


Una vez dentro de la habitación, Bella no dejaba de pasear en ella, nerviosa. Después de acomodar su equipaje, Yassine se daba una ducha y ella encendió el televisor. Estaba viendo las noticias cuando él salió del baño envuelto en una toalla. Su pecho estaba al descubierto. Bella no pudo dejar de admirar ese cuerpo. Sin embargo apartó de él la vista rápidamente y siguió viendo las noticias. Su corazón latía aceleradamente. Le había gustado mucho lo que vió. Él escogió ropa limpia y regresó al baño. Cuando salió nuevamente, estaba totalmente vestido.
-¿Tienes hambre?- le preguntó a ella.
-No mucha ¿y tú?- no podía mirarlo fijamente.
-Yo sí. Me estoy muriendo de hambre. Vamos a desayunar algo, ¿te parece?- dijo sonriéndole.
Iban a salir, cuando él se interpuso entre Bella y la puerta. La jaló de la cintura y le dió un beso en la boca. Un beso largo y suave. Ella le rodeó el cuello y también lo besó, metiendo su lengua en la boca de él. Disfrutando su sabor.
-Me moría por besarte, mi bella- le dijo al oído y luego le besó la oreja.
Ella abrió los ojos. Estaba temblando. Pensaba que él seguiría besándola, pero no fue así. Le dió un golpecito con el dedo índice en la nariz y sonrió. -Tus ojos son muy hermosos. Me encanta perderme en ellos, mi luna- dijo abriendo la puerta e invitándola a salir.


Después de desayunar, caminaban por un parque. Ella se sentía muy bien con él, aunque todavía se sentía turbada por la forma en que él la miraba. Se sentía envuelta por esa mirada negra tan penetrante. Compraron nieves y fueron a sentarse en un banco, debajo de un árbol.
-Mi bella luna. No sabes cómo te extrañé. Todos los días pensaba en ti.
-Eso es una mentira- dijo mientras daba una probada a su nieve. -No te creo que hayas pensado en mí todos los días.
-¿Me estás llamando mentiroso?- la miró muy serio.
-No, claro que no. Estoy jugando- respondió ella riendo.
-Es verdad lo que te digo. Por las noches veía la luna y cerraba los ojos para evocar tu imagen. Y cada noche lo comprobaba… Tú eres mucho más hermosa que la luna.
Bella sonrió y después se puso seria. Llenó la cucharita con nieve y se la llevó lentamente a la boca. Tomó la nieve y sacó muy despacito la cuchara de su boca, viéndolo fijamente a los ojos. A Yassine se le oscureció todavía más la mirada. Entonces ella, sonriendo con coquetería, se llevó la copa de nieve a la boca y la chupó, para después invitarlo a él a chupar ahí, donde ella lo había hecho. El chupó ahí mismo, excitándose. Entonces la jaló del cuello y la besó en la boca.
-¿Te gusta provocarme?- le dijo con voz ronca.
-Sólo quería que probaras mi nieve. Es todo.


Más tarde paseaban por el centro de Miami. Y después de caminar un rato por las tiendas fueron a dar un paseo en bote.  Mientras Bella veía el agua del mar, podía sentir la mirada de Yassine en ella. Sentía cómo su mirada la traspasaba y toda ella se estremecía. De pronto él acarició su cabello, rozándole la nuca; ella sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal.
-Igual a tu nombre… eres bella.
-Gracias- dijo sin despegar la vista del mar.
-Bella, mi bella luna- le dijo al oído suavemente. -Mi amor por ti está creciendo. Eres el mejor ataque que he tenido en toda mi locura. Deseo ahogarme, el océano me está llamando. Quiero morir y deseo, que si la muerte me lleva, me regrese vivo.  Eres la mujer más hermosa de todo el mundo. Ámame. Yo te amaré hasta que el amor del mundo se consuma. Ámame- le cantó al oído, muy bajito.
-¿Qué canción es?- volteó a verlo.
-Sólo escucha, mi luna- y siguió cantando -Los mapas ya no significan nada para mí, porque tu amor es mi guía. Sin tu amor, soy la capital mas antigua de la tristeza. Mi herida es una inscripción faraónica. Mi dolor crece como una parvada de palomas.
-¿La canta Kathem?- preguntó.
-Sí, mi luna- le dijo abrazándola por la cintura; él detrás de ella. -Eres la luz de mi vida, el aroma de mis jardines. Con tu fragancia, extiende un puente para pasar debajo de él, y así poder impregnarme de tu olor. Conviérteme en un pequeño peine de marfil, escóndelo entre tu cabello y olvídame ahí, siempre contigo. Mi amor por ti está creciendo.
Bella suspiró. Tenía los ojos cerrados.
-Ese hombre debe estar enamorado del amor.
-Es muy romántico, ¿verdad?
-Sí, aunque en ocasiones me resulta un poco difícil entender las letras.
-Recuerda que es poesía árabe.
Yassine le dio vuelta y la besó en los labios. Fue un beso suave, delicado. Cuando se separó de ella, vió sus ojos verdes, igual que aquella vez en la playa. La abrazó fuerte y ella recargó la cabeza en su pecho.
-Te quiero- le dijo él, sin soltarla.


-¿Puedes hacer que tus hijos inviten a los míos a pasar todo el fin de semana con ustedes?- le pidió a Sonia por teléfono.
-Claro. Pensé que llegarías hasta en la noche- respondió.
-Me vine antes, para organizar esto de los niños- dijo bajando la voz y asegurándose de que sus hijos no la oyeran. -Yassine me pidió que me quedara con él el fin de semana completo. Por eso decidí regresarme temprano para hablar contigo.
-¿Te acostaste con él?
-No. Ni siquiera me lo pidió. Sólo me dio algunos besos, durante el día.
-¿No te pidió que te acostaras con él? ¿Y cómo entonces, quiere que te quedes dos días con él?
-Te digo que es todo un caballero. Quizás nosotras estamos dejando volar nuestra imaginación. Tal vez él solamente quiere pasear, platicar, qué se yo!- soltó la carcajada.
-Seguramente. Y por eso ha volado quince horas hasta acá.
-Ya te platicaré el domingo por la noche.


Antes de que oscureciera, Sonia y sus hijos llegaron a casa de Bella. Todos los niños salieron corriendo a jugar al jardín, mientras Sonia y Bella se sentaban en el sofá a platicar.
-Le pedí a Javier que nos llevara a Disney World. Salimos mañana muy temprano y regresamos el domingo por la noche. Así podremos ir a dos parques- se asomó hacia el jardín y continuó. -Les pregunté a los niños si querían invitar a tus hijos y por supuesto que aceptaron emocionados.
-Muchas gracias, Sonia. No sabes cómo te lo agradezco.
En eso entraron corriendo todos los niños. Entre gritos, los tres hijos de Bella, hacían esfuerzos por hacerse escuchar por su mamá. Ella fingía estar muy entretenida con la plática que sostenía con Sonia.
-¡Te estamos hablando, mami!- gritó la pequeña.
-¿Qué es eso tan importante que me quieren decir?- fingió Bella.
-Han venido a invitarnos a Disney World. ¿Nos das permiso de ir?- De pronto todos estaban callados, esperando la respuesta. -Por favor, mami- suplicó la niña.
Bella fingió estarlo pensando y después de hacerle varias preguntas a Sonia sobre los precios y cuándo regresarían, por fin aceptó.
-¡Gracias!- gritaron todos, abrazándola.
-Entonces vayan a preparar sus maletas, porque hoy tienen que irse con nosotros- avisó Sonia. -Así, se duermen temprano para levantarnos sin problemas mañana.
-Te lo agradezco tanto, amiga- dijo bella abranzándola.


Mientras iba llegando al hotel, Bella sentía su corazón latir aceleradamente. Estaba nerviosa porque no sabía exactamente lo que sucedería durante esos días junto a ese hombre. Le encantaba la forma en que la besaba, pero también la volvía loca la forma en que se comportaba con ella. Era muy caballeroso, muy atento. Eso le gustaba mucho. Casi ya no había hombres así. Una vez que se estacionó y mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad, Yassine abrió la puerta del coche. Ella dió un brinco, asustada.
-¡Perdón, mi bella! No quise asustarte- le dijo mientras le extendía la mano para ayudarla a bajar. Y sin soltarla, con la otra mano la enlazó por la cintura atrayéndola hacia él. La vió a los ojos, así como él lo hacía, entrecerrando los suyos, viéndola fijamente. Bella lo miraba aturdida, respirando agitadamente. Entonces, él la besó intensamente, metiendo la lengua en la boca de ella, mientras la atraía todavía más hacia él. Estaban tan juntos, que ella pudo sentir su virilidad y un estremecimiento se apoderó de su cuerpo.
Cuando por fin se separó de ella, Bella suspiró profundamente. De pronto recordó que se encontraban en plena calle.
-Nos puede ver alguien- dijo volteando hacia todos lados mientras se acomodaba el cabello revuelto.
-¿Qué tiene de malo que nos vean?- dijo él, riendo.
-Bueno, es que solo somos amigos- soltó, sin saber qué excusa dar.
-¡Ah! ¿Entonces estamos haciendo mal?- la empujó suavemente con su cuerpo, hasta dejarla completamente recargada en el carro. -No te preocupes, mi alma. Está tan oscuro a esta hora, que nadie nos puede ver- dijo mientras le besaba el cuello.
Bella se deshizo de su abrazo y buscó encaminarse rápidamente hacia adentro del hotel.
Solo subieron al cuarto a dejar la maleta en la que Bella llevaba algo de ropa y enseguida salieron a caminar. No llevaban un rumbo fijo, caminaban por las calles iluminadas por las luces de los hoteles, restaurantes, bares y salones de baile. Había mucha gente paseando. De pronto Bella escuchó música estilo jamaiquina.
-¿De dónde viene esa música?- le preguntó a él. -¿La escuchas?
-Sí. Parece que de ese bar. ¿Quieres que lleguemos?
-Vamos. Me gusta esa música- dijo riendo.
Yassine la tomó de la mano y así entraron. Una vez ahí, platicaban animadamente. Ella no se cansaba de hacerle mil preguntas.
-¿Qué quieres saber, mi bella?
-Háblame de tus hermanos. ¿Te llevas bien con ellos?
-Por supuesto. Pero siento especial cariño por Hayat. Es la menor y es una mujer muy luchadora.
-¿Ellos saben que has venido a verme?
-Sí, mi bella. Saben toda la verdad.
-¿Cuál verdad?- preguntó frunciendo el ceño.
-Que estoy enamorado de ti, mi luna.
Bella se removió incómoda en su asiento. Entonces él puso su mano sobre la de ella y acariciándosela, le dijo:- Es la verdad, mi alma.
-Creo que se me antoja tomar una piña colada- cambió el tema.
-¿Estás segura?- preguntó mientras le hacía una seña al camarero.
-Creo que sí- dijo soplándose el cabello que caía sobre su frente.
Bella bebió tres piñas coladas, mientras él sólo bebió agua. De cuando en cuando se paraban a bailar y a las dos de la mañana se retiraron de ahí.


Entraron riendo a la habitación. Bella le contaba chistes, los cuales él no entendía muy bien. Ella se los tenía que explicar, y era así, como él lograba entenderlos. Eso la hacía reir mucho. De pronto, se dió cuenta de que él la miraba de una forma diferente. Sonreía sentado en una silla, mientras ella paseaba por el cuarto contándole más chistes. Se quedó callada y se hizo un silencio entre ellos. Bella no aguantó más.
-¿Qué pasa?
-Nada, mi bella.
-¿Porqué me miras así?- dijo parada enfrente de él, con los brazos en la cintura.
-Me gustas mucho.
-¡Oh!- no dijo más.
El solo imaginaba cómo quitarle esos pantalones tan ajustados. Deseaba verla en ropa interior, y mejor aún, sin ropa. Se puso de pie, y ella, rápidamente se metió al baño, con el pretexto de cepillarse los dientes. Él sonrió al darse cuenta con ello, de su nerviosismo. Cuando salió del baño, fue hacia la cómoda y empezó a cepillarse el cabello. Lo tenía muy brilloso.
-Tienes un cabello muy bonito. Me gustan tus rizos- dijo mientras le quitaba el cepillo y lo dejaba sobre la cómoda.
Bella se levantó tratando de alejarse de él. Yassine le dió alcance y la acorraló en la pared. Ella se encontraba entre la pared y él. Sus pechos subían y bajaban agitadamente. Él tenía una mano sobre la pared y la otra en el cuello de ella.
-¿Me tienes miedo, mi bella?- dijo mientras le acariciaba suavemente el cuello con el pulgar.
-Claro que no- dijo con la voz entrecortada.
-Me da gusto oír eso- le dijo al oído.
Entonces le dió un beso suave, rozando sus labios con la boca, mientras del cuello, bajaba su mano y la ponía en uno de sus pechos. Bella dejó escapar un gemido ahogado. Sin dejar de besarla, fue abriendo su blusa hasta que logró quitársela. Luego acarició sus pechos por encima del sostén. Ella abrió su boca y le ofreció la lengua, la cual él aceptó gustoso. Bella, de igual manera, le quitó la camisa. Entonces él se separó y ella pudo ver su pecho desnudo.
-Te deseo, mi bella.
La llevó hacia la cama y la recostó boca arriba. Le quitó el sostén y le pasó la lengua por un pezón, despacio, lentamente. Luego siguió con el otro. Ella acariciaba su espalda. Entonces, él le quitó el pantalón y el bikini, y se tumbó sobre ella. Bella sentía el vello de Yassine sobre sus pechos, lo cual la excitaba mucho. Después rodaron en la cama, quedando ella encima de él. Bella comenzó a besarle el pecho; lo besaba despacio camino abajo. El se estremecía con cada beso, pero cuando sintió la lengua de Bella, moverse de arriba a abajo, no pudo reprimir un gemido de placer.
-¿Te gusta?- preguntó ella.
-Me encanta, mi alma.
Antes de que no pudiera reprimir más su reacción, tomó su cara entre sus manos llevándola hacia su boca; la besó y la acostó ahora, boca abajo. Le besó la espalda, pasando la lengua por su espina dorsal, mientras con una mano la levantaba por el vientre, atrayéndola hacia él, y con la otra le acariciaba los pechos. Bella estaba muy excitada. Le gustaba sentir las manos grandes de él por todo su cuerpo.
-Así te ves muy bonita, mi luna- dijo con la voz enronquecida. -Tus caderas me vuelven loco.
Nuevamente rodaron por la cama, quedando ahora, él encima de ella, y despacio, lentamente, la fue penetrando. Bella gozaba, con los ojos cerrados.
-Abre los ojos, mi luna- le pidió él. -Quiero ver esos hermosos ojos verdes, mientras te hago mi mujer.
Ella los abrió, al tiempo que lanzaba un grito, al sentirlo totalmente adentro de ella. Comenzaron a moverse rítmicamente, mientras no dejaban de verse a los ojos.
-Te quiero, mi bella- le decía él, mientras se movía al ritmo de ella.
Bella lanzó un último grito, viéndolo fijamente, mientras su cuerpo temblaba por la sensación que la llevaba al clímax.


Yassine salió del baño, envuelto en una toalla. La luz del sol apenas se filtraba entre las cortinas e iluminaba ligeramente el cuerpo de Bella. El suspiró mientras la veía dormir boca abajo abrazando la almohada. El color oscuro de su cabello contrastaba con la piel blanca. De pronto Bella lanzó un suspiro. Se dió la vuelta, aún con los ojos cerrados, y quitándose los rizos de la cara los abrió. Volteó y lo vió parado, a un lado de ella, mirándola con una sonrisa en los labios. Ella sonrió, se estiró y luego jaló la sábana para cubrirse con ella.
-No, por favor- suplicó él. -No te cubras. Me gusta verte.
Bella sonrió aún más. Aventó la sábana con los pies mientras se mordía el labio inferior. Yassine se inclinó sobre ella y la besó en la boca.


Más tarde, después de almorzar, fueron a los Everglades. Mientras hacían el recorrido en un hidrodeslizador por los pantanos, Yassine la abrazaba y le repetía una y otra vez lo contento que se sentía por estar ahí, con ella. Todo ese día estuvieron viendo lagartos y cocodrilos. Antes de que oscureciera, llegaron al hotel. Apenas iban entrando al cuarto, cuando sonó el celular de Bella. El identificador de llamadas decía que era una llamada desconocida. Sospechó que se trataba de Adolfo. Con la mano, le indicó a Yassine que tomaría la llamada afuera.


-Hola, cariño- escuchó a Adolfo. -¿Cómo están por allá?
Bella le explicó que los niños andaban en Orlando con Sonia y su familia.
-Te extraño- dijo Bella.
-Yo también, mi amor. Espero que pasen pronto los días.
Cuando terminó de hablar con él, les llamó a sus hijos. Ellos estaban felices con su paseo. Después de hablar con ellos y con Sonia, se quedó un rato en el lobby. Pensaba en lo que estaba pasando y en la facilidad con que le mentía a Adolfo. Aunque se sentía un poco incómoda por estar engañándolo, reconocía estar disfrutando esa aventura.
-Eran mis hijos- explicó cuando regresó al cuarto.
-¿Están bien?
-Están felices- sonrió. -Creo que no me extrañan nadita.
-Me gustaría conocerlos, mi luna.
Ella se removió incómoda. Por supuesto, eso no pasaría nunca.
-Quizás un día- dijo en un susurro.
El la abrazó por detrás, mientras le mordía suavemente una oreja. Ella se recargó en él, dejándose llevar. Con una mano le retiró el cabello del cuello para besárselo delicadamente, mientras la otra mano la deslizaba por debajo de la blusa hasta llegar a uno de sus pechos. Bella se dió la vuelta para quedar enfrente de él y poder besarlo. De pronto, ella lo aventó en la cama y se subió sobre él. Con las manos temblando por el deseo, le desabrochó la camisa hasta dejar su pecho al descubierto. Yassine se enderezó un poco, sólo para terminar de quitarse la camisa. Bella puso las dos manos sobre su pecho, acariciándolo. Luego, con el dedo índice, recorrió el camino que formaba el vello de su pecho hacia abajo, hasta toparse con los pantalones. Entonces, emprendió el camino de regreso, ahora con la boca, besándolo despacio, muy despacito. Al llegar a su boca, lo besó apasionadamente. Después de unos minutos, Yassine se levantó de la cama y rápidamente terminó de desvestirse. Como ella quedó sentada a la orilla de la cama, él se acercó a ella.  Entonces Bella, sentada como estaba, lo jaló de la cintura hasta acercarlo completamente a ella, y comenzó a pasar la punta de la lengua alrededor de su virilidad. Él se estremeció de placer, pero cuando sintió la boca de Bella cerrándose alrededor de él, al tiempo que su lengua se movía despacito, de arriba a abajo, lanzó un gemido.
-Sigue, mi Bella- dijo con voz quebrada. -No pares.
Antes de terminar ahí, Yassine la levantó, tomándola por un brazo y la besó en la boca, mientras le quitaba la blusa y el sostén. Ella se bajó los pantalones y la tanga, sin dejar de besarlo. Cuando estuvo completamente desnuda, se repegó completamente a él. Tenía los pezones duros por la excitación. Entonces, Yassine se sentó en la cama, recargándose en la cabecera, y tomándola de la cintura, la sentó sobre él. Los dos gimieron al mismo tiempo.
-Deliciosa, mi luna- le decía al oído. -Me vuelve loco tu humedad.
Bella le rodeó la cintura con las piernas. Así podía tenerlo completamente dentro de ella.
-¿Te gusta lo que sientes?- preguntó chupándole la oreja.
-Me fascina, mi alma- dijo volviendo a besarla en la boca.
Bella llevaba el control. Se movía despacio mientras enredaba los dedos en el cabello de él. Se hacía ligeramente hacia atrás y él aprovechaba para besarle los pechos. Mordía los pezones duros y ella se estremecía aún más.
-Así, mi Bella- decía él. -¡Qué forma de moverte!- dijo moviéndola de las caderas.
Llegaron juntos al clímax, mientras Bella daba pequeños gritos de placer.

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