miércoles, 22 de septiembre de 2021

DESAPARECIDA


 


          Aquella mañana de verano, caminaba una pareja por la playa. Aunque la temperatura era muy alta, el cielo estaba nublado pues una fuerte tormenta se avecinaba. Las aguas del mar comenzaban a agitarse y las olas empezaban a cobrar fuerza y tamaño. Pese a la alerta de la tempestad, la pareja había decidido salir a hacer su caminata diaria, pues no sabían si iban a poder salir los siguientes días.

          El hombre comenzó a trotar y ella siguió caminando. Las olas ya llegaban golpeando más fuerte. Entonces él alcanzó a escuchar el grito de su mujer. Volteó y al no verla se detuvo mirando en todas direcciones y regresó sobre sus pasos. La chica no estaba por ningún lado. La llamó a gritos sin obtener respuesta y luego al celular sin que lo atendiera. En eso comenzó a llover muy fuerte. Buscó las huellas en la arena pero no había rastro, acaso por la lluvia. Después de buscarla un buen rato volvió al hotel y allí preguntó si había regresado, a lo que le respondieron que no, mirándolo extrañados.

          Después de pasar una noche terrible sin saber nada de ella, se comunicó a la estación de policía para dar aviso de la desaparición de su mujer. Los policías fueron al hotel y le dijeron que no se podía hacer nada hasta después de 48 horas. El chico estaba desesperado. No podía salir a buscarla por la fuerte tempestad que no cesaba así que solo atinaba a dar vueltas por el hotel, mirando una y otra vez su teléfono y llamándola sin resultado alguno. Por la noche, que ya era la segunda, sonó el teléfono de la habitación.

-Ayúdame -la escuchó del otro lado de la línea.

-¿En dónde estás?

-En Hawaii, pero esto es muy extraño -le dijo. -Me dicen que estamos en el año 2018.

-¿Cómo has llegado a Hawaii? -preguntó él.

-No lo se. Una ola me arrastró. Tuve que nadar con todas mis fuerzas y cuando llegué a la arena, estaba en Hawaii. ¿Me has escuchado que estoy tres años en el pasado?

Una interferencia impidió que siguieran hablando. Se comunicó a recepción para que le dieran el número de donde ella había llamado, pero éste no se había grabado en el identificador. Llamó a la policía, quienes le pidieron que se calmara, que quizás se trataba de una broma de su mujer. Por más intentos que hizo, no logró convencerlos de actuar antes del tiempo que le dijeron que había que esperar.

          Por la mañana volvió a llamar a la comisaría exigiendo que lo ayudaran a buscar a su mujer, dado que ya habían transcurrido las 48 horas. Volvieron a tomar su declaración y prometieron encontrarla. El joven no podía con la angustia y como ya no llovía fue a la playa para buscar alguna pista. Estuvo caminando y poniendo atención a cualquier detalle. Después de varias horas se sentó sobre la arena, exhausto y fijó la mirada en las aguas tranquilas. Éstas se acercaban suavemente a la arena y regresaban de igual manera. De pronto la marea trajo una botella hasta sus pies y dentro de ella había una carta.

“Que alguien me ayude. Me tienen secuestrada en una cabaña en una isla desierta, en algún lugar de Hawaii. Soy americana y mi nombre es Sandy McClannahan.

Julio 17, 2018”.

          El hombre se puso inmediatamente de pie y fue a la estación policíaca. Después de leer la carta, se convencieron aún más de que se trataba de una broma. El muchacho explotó en contra de los uniformados. Ellos no conocían a Sandy. Ella lo amaba y no le iba a gastar una broma de tan mal gusto. Él estaba seguro de que algo raro estaba sucediendo. El jefe de la estación de acercó y le dijo que si no se controlaba lo iba a encerrar en una celda. El joven salió de ahí frustrado y angustiado. Sandy estaba en peligro y no sabía cómo ayudarla. Antes de llegar al hotel sonó su celular.

-¡Ayúdame, por favor! -Alcanzó a escucharla en medio de mucha interferencia. Estos hombre me van... -Se cortó la comunicación.

          Terriblemente angustiado volvió a la comisaría para suplicarles que lo ayudaran y al entrar, vió que todos miraban las noticias en el televisor de la dependencia.

“...El cuerpo cercenado y muy descompuesto, fue encontrado dentro de una bolsa de lona en una cabaña de la playa Wailea, Hawaii. Se trata de una mujer americana de nombre Sandy McClannahan, a quien sus familiares reportaron como desaparecida desde hace tres años, en 2018. Se desconoce el motivo...”

          El joven quedó petrificado. No entendía qué estaba sucediendo. Sin terminar de escuchar las notas de la periodista salió del lugar sin rumbo fijo, descontrolado. A punto de volverse loco gritó fuertemente: ¡No!


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