martes, 28 de junio de 2022

LÁGRIMAS CRISTALINAS

 



          Flora nació árbol y nunca tuvo problema con ello hasta que uno de los muchos hombres que llegaban a reposar bajo su sombra le robó la calma. Cada vez que este humano se sentaba junto a su cuerpo para leer un libro, ella disfrutaba de su roce. Aprovechaba cualquier soplido de Eolo para dejar caer algunas hojas de su frondosa cabellera verde y hacerle sentir de esa manera su amor. Un día en que el hombre llegó con algunos amigos, lo escuchó decir que amaba ese lugar, que ahí encontraba la paz que tanta falta le hacía. Ella, dentro de su inocencia y perdidamente enamorada de él, tomó dichas palabras literalmente. “¡Está enamorado de mí!”, pensó emocionada. Grandes esfuerzos hacía extendiendo sus oscuros brazos para poder abrazarlo, pero éstos se extendían hacia el cielo, siendo cada vez más imposible lograrlo.

 

Muchos días pasaron y el amor de ella crecía y crecía. Ilusionada lo esperaba todas las tardes para poder sentir su espalda sobre ella. Entonces ocurrió lo que menos pensó que pasaría: El hombre llegó con una mujer y leyó poemas muy bonitos. La intrusa sonreía feliz y de pronto, él la besó en la boca. Muchos celos sintió Flora y esto ocasionó que muchas de sus hojas cayeran sobre ellos, molestándolos y haciendo así que se retiraran de allí. La mujer árbol los miró con tristeza, alejarse de ella. El tiempo siguió avanzando y aquel hombre no volvió jamás. Flora se sentía engañada, traicionada en lo más profundo de su ser. Desde entonces, todas las tardes, a la misma hora en que el traidor solía llegar hasta ella, Flora lloraba intensamente. Gotas cristalinas caían de sus hojas llamando la atención de los humanos. Esto se volvió un espectáculo que mucha gente iba a ver por las tardes, pero aquél, su gran amor, no volvió jamás.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario