A veces, cuando pensar se me ocurre,
pienso en una vida color de rosa,
donde se desconoce el sufrimiento
y la alegría y sonrisas abundan.
Mil veces he imaginado vivir
en un mundo en el que paz se respira,
con mares de aguas tibias honestas
que nos bañan de bondad y justicia.
Pero cuando llego al fin de mis sueños
las dudas me invaden pegando fuerte...
¿Si existiera ese lugar ideal,
seríamos felices de verdad?
Sonreiríamos siempre, ¿pero alegres?
Y es que vale más la felicidad
después de un camino escabroso y largo,
que calma sin saber de la tormenta.
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