Bella y Sonia fueron a comer mientras sus hijos estaban en una actividad para niños en la iglesia. Bella estaba muy nerviosa. Se sobaba las manos, se tronaba los dedos, se movía de un lado a otro en la silla.
-Es la última vez que te lo digo, Bella. ¿Estás segura de que Yassine no te ha engañado?
-Aquí la única que está engañando soy yo. Tú lo sabes- respondió sonriendo tristemente.
-Me refiero a que tal vez él te lleve con engaños para allá y luego ya no te deje regresar. Dicen que los marroquíes son muy malos. Que allá las mujeres no tienen derechos y que son consideradas inferiores a los hombres.
-Estoy completamente segura de que él no es así. Yo se que la cultura de ellos es totalmente diferente a la nuestra, pero también se que ya están cambiando su forma de pensar. Se que, al igual que en todo el mundo, hay gente buena y gente mala- respiró hondamente. -Y no me cabe la menor duda de que Yassine es bueno.
-¿Y cómo es que sabes que ya están cambiando las cosas en Marruecos? ¿Te lo dijo Yassine?- preguntó Sonia, sonriendo mientras movía la cabeza negativamente.
-Lo he leído. He investigado un poco sobre la cultura en este país- dijo agachándose.
-Entonces…. ¿Estás completamente decidida a ir?
-Sí- respondió viéndola a los ojos. -¿Me vas a ayudar?
Sonia se recargó en el respaldo de la silla, levantó la mirada al cielo, y cerrando los ojos respondió:
-Eres mi amiga y te quiero mucho. Y aunque no estoy de acuerdo en esto, te voy a ayudar.
-¡Gracias!- respondió tomándole las manos. -Todo va a salir bien. Ya lo verás.
-Javier me ha sugerido ir a visitar a mi mamá a Idaho. He aceptado, y le comenté que te invitaría. El viaje es para los días en que los niños van a estar en el campamento de la iglesia.
-¡Perfecto! – Eso es en Julio, y Yassine me ha invitado a ir en ese mes- dijo mientras se quitaba un mechón de su cabello que caía sobre uno de sus ojos. -¡Perfecto!- repitió.
-No tan perfecto, amiga- dijo Sonia muy seria. -Esto se pone cada vez más peligroso.
-No te entiendo- dijo desconcertada.
-Algún día, Javier puede mencionarle a mi mamá mi visita contigo a su casa. Y mi mamá podría descubrirnos.
Guardaron silencio por unos momentos, hasta que Bella se entusiasmó nuevamente.
-No va a pasar nada. Te lo aseguro.
Sonia movió la cabeza resignada. Y juntas, empezaron a planearlo todo, para que Bella pudiera ir a Marruecos a encontrarse con Yassine.
De regreso a su casa con sus hijos, Bella iba pensando en las mentiras que le diría a Adolfo para que la dejara ir con Sonia a Idaho. Primero se imaginaba que él se negaba rotundamente, que no estaba dispuesto a que ella se fuera por dos semanas sola. Luego, veía las cosas muy fáciles y lo imaginaba tan entusiasmado como ella, apoyándola con lo del viaje para que descansara. Todo el camino iba callada, estaba muy nerviosa.
«Si Adolfo se niega a que vaya, me voy a poner a llorar ahí mismo, enfrente de él» pensaba mientras sentía un dolorcito en la boca del estómago.
Una vez que sus hijos dormían, Bella fue a la biblioteca para plantearle su viaje a Adolfo. Se detuvo en la puerta para tomar aire y tranquilizarse un poco. Cuando abrió la puerta, su esposo estaba parado de espaldas mirando por la ventana, mientras hablaba por su celular. Cuando la escuchó entrar, se dio la vuelta rápidamente y a Bella le pareció notar que se ponía nervioso.
-No se preocupe, todo va a estar bien- le dijo a la persona con quien hablaba. -Todo va a salir bien. En cuanto tenga novedades, me comunico con usted. Hasta luego.
Se quedó en silencio, muy serio, sin moverse, mientras veía a Bella.
-¿Con quién hablabas?- preguntó ella.
-Un cliente- respondió mientras metía su celular en el bolsillo de su pantalón.
-Hay problemas, ¿verdad?
-¿Por qué crees que siempre hay problemas?- contestó molesto, mientras movía la cabeza negativamente y se sentaba al escritorio, mientras organizaba unos papeles.
-Perdona- dijo ella descontrolada por la forma en que él le contestó.
-Perdóname tú a mí- se levantó y la abrazó. -Estoy un poco estresado, es todo. Dime…- la tomó de la mano, llevándola hacia una de las sillas del escritorio. -¿cómo les fue esta tarde?
-Muy bien. A los niños les encantan las actividades de la iglesia. Mientras ellos estaban ahí, Sonia y yo fuimos a comer- Tomó aire nuevamente. -Me ha invitado a ir a Idaho en Julio, mientras los niños están en el campamento.
-Ah, ¡Qué bien!- respondió sonriendo. -¿Te gustaría ir?
-En realidad, sí- dijo acomodándose el cabello detrás de las orejas. -Durante las dos semanas en que los niños están en el campamento, me siento muy sola aquí en la casa. Tú con tanto trabajo últimamente, y yo solita en mis vacaciones aquí…- se agachó- no es muy agradable pasar tanto tiempo sola- dijo débilmente.
-Ve, entonces. Se que te hace falta distraerte. ¡Adelante!
-¿Estás seguro?- no podía creerlo.
-Por supuesto.
Tuvo que hacer grandes esfuerzos por no brincar de gusto, ahí enfrente de su esposo. Cuando salió de la biblioteca fue casi corriedo hacia su habitación y se sentó enfrente del ordenador.
“Yassine, tengo todo resuelto para Julio. Puedes comprar el boleto para que te vaya a visitar. No sabes lo feliz que estoy por que pronto voy a volverte a ver.”
-Estoy feliz- le dijo a Sonia, después de que quedaron solas en el salón.
-¿No te puso ninguna traba?- preguntó sorprendida.
-No. Fue de lo más fácil- dijo mientras se sentaban. -Simplemente le dije que me hacía falta distraerme y él lo entendió.
-¡Vaya!- dijo Sonia frunciendo el ceño extrañada. -Tienes razón al decir que siempre se te facilitan las cosas con tu marroquí. -Apenas puedo creer que así de fácil haya aceptado. Pero… ¡bien!, bien por ti, amiga.
De pronto Bella se quedó pensativa. Recordando cómo fue la conversación que tuvo con su esposo la noche anterior.
-Tienes razón- dijo por fin. -Me puse tan contenta al saber que voy a ir a Marruecos, que no le dí importancia a eso.
-¿A qué?- preguntó extrañada.
-A la facilidad con que Adolfo me dejó hacer el viaje contigo. Ahora que lo pienso, es raro eso. Creo que no le importó que me desaparezca por unos días.
-No vayas a salir ahora, con que te duele que Adolfo no se haya mostrado triste por que te le vas a ir por dos semanas- movió la cabeza a manera de confusión.
-Claro que no. Es solo que lo he notado raro últimamente, pero es por tanto trabajo que tiene. En fin- dijo soplándose los rizos que caían sobre uno de sus ojos. -Lo que ahora me importa es que pronto voy a estar con Yassine.
-Ya saben, mis amores. Cualquier cosa que suceda, llamen a su papá. Recuerden que yo voy a ir con Sonia de vacaciones- dijo a sus hijos mientras los besaba en el campamento.
Una vez en su casa, estaba muy emocionada pensando en que en un par de días estaría con Yassine. Tenía que apurarse a hacer sus maletas, para estar lista. En eso estaba cuando Adolfo entró a la recámara.
-¿Lista para tu viaje?
-Ya casi- respondió sin verlo a la cara.
-¿Dónde está tu boleto?- preguntó él, buscándolo en el tocador.
-Los compramos por internet, así que solo tenemos los números de confirmación.
-Ah, ya veo. Bella…- le dijo caminando nerviosamente por la recámara. -No voy a poder acompañarte al aeropuerto.
-No te preocupes. Sonia va a venir a recogerme para irnos juntas. Vamos a dejar su coche en el estacionamiento del aeropuerto.
-Bien- respondió aliviado. -Tengo que salir a una reunión. Quizás llegue tarde.
-¿Te veré por la mañana, antes de irme?
-Por supuesto- le dio un beso en la mejilla y salió de la habitación.
«Algo le pasa» pensó mientras veía la puerta por donde Adolfo salió. Pero rápidamente se olvidó del asunto y terminó de arreglar su maleta.
Después de bañarse, Bella se arreglaba esa mañana para irse. Adolfo despertó y se enderezó en la cama. No decía nada, solamente la miraba.
-¿Qué pasa?- le preguntó Bella, viéndolo por el espejo.
-Te voy a extrañar- respondió sonriendo.
-Sólo serán dos semanas- dijo desviando la mirada. Se puso nerviosa. Temía que Adolfo le pidiera que no fuera.
-Lo sé. Aún así voy a extrañarte.
En eso escucharon el timbre de la casa. Era Sonia, y Bella corrió a abrirle la puerta.
-Pasa, en unos segundos nos vamos.
-¿Te robas a mi mujer?- dijo Adolfo, mientras besaba a Sonia en la mejilla.
-Ya era hora, ¿no crees?- sonrió. -Ahora vas a sentir lo que ella, cuando tú te vas.
-Yo me voy por cuestiones de trabajo, no de placer- replicó.
-¿Quieres que me quede contigo?- preguntó Bella, con la voz temblorosa.
-Estoy bromeando, cariño- la abrazó. -Te mereces una vacaciones.
Bella no podía con los nervios. En unos momentos, se separaría de su amiga. Cada una tomaría difentes aviones. Sonia la notó un poco pálida.
-¿Te encuentras bien?
-Sí. Sólo un poco nerviosa.
-Estás a tiempo, Bella. Si de pronto has tenido dudas con este viaje, no vayas- le dijo tomándola de los brazos.
-No tengo dudas- dijo con determinación. -Estoy nerviosa, por la emoción de volver a ver a Yassine.
-Bien. No dudes en llamarme para cualquier cosa que se te ofrezca.
-Gracias- se despidieron con un abrazo.
-Bella…- alcanzó a escuchar a Sonia. -Ten cuidado, por favor.
Ella sonrió y asintió con la cabeza.
Yassine tenía poco menos de una hora en el aeropuerto de Casablanca. Había decidido llegar temprano, para estar allí antes de que Bella llegara. Estaba nervioso; deseaba tenerla ya entre sus brazos. Desde que supo que Bella iría a visitarlo, se había organizado con su familia, para darle una calurosa bienvenida. Le había pedido a Hayat y a Fatima que hicieran una rica comida tradicional. Quería que Bella se sintiera cómoda y feliz con su familia.
Caminaba de un lado a otro por los pasillos del aeropuerto. Veía cómo la demás gente recibía a las pesonas que esperaban. El tiempo pasaba muy lento. Por ratos se sentaba, pero la ansiedad hacía que volviera a levantarse. Cada que consultaba su reloj, se daba cuenta que solo habían pasado unos cuantos minutos, pero que a él le parecían horas. De pronto, escuchó el anuncio por el altavoz. El avión que venía de París estaba llegando. Consultó el número de vuelo, y sí, era el avión en que Bella venía.
Fue hacia la sala de llegada, cuando la alcanzó a ver caminando. Ella no lo vio a él, parecía poner atención a la maleta rodante que jalaba. Yassine corrió hacia ella, mas quiso sorprenderla. Llegó por detrás de ella, y le tapó los ojos.
Bella se sobresaltó. Se llevó las manos hacia las manos que le tapaban los ojos.
-Adivina quién soy- le dijo Yassine al oído.
-¿Qué premio me gano, si adivino?- preguntó al reconocer la voz.
-Todo mi amor- respondió mordiendo suavemente el lóbulo de la oreja.
La enlazó por la cintura, dándole vuelta y colocándola de frente a él.
-Gracias, mi Bella- la besó en la boca.
-Gracias, ¿porqué?- sonrió.
-Por estar aquí conmigo.
-Tienes un lindo coche- dijo mientras Yassine conducía hacia su casa.
-Tú eres mucho más linda, mi luna- dijo mientras ponía su mano sobre la pierna de Bella.
Ella se estremeció cuando sintió su contacto.
-¿A dónde vamos?
-A casa. Quiero que conozcas a mi familia.
-Preferiría llegar primero a un hotel, para asearme y dejar ahí mis cosas.
-¿Cómo se te ocurre pensar eso, mi bella?- dijo acariciando una de sus mejillas. -No vas a quedarte en ningún hotel. Te quedarás en mi casa.
-¡No!, por favor. No puedo quedarme en tu casa.
-Mi casa es tu casa, Bella.
-Por favor, Yassine. Llévame a un hotel. Traigo dinero para pagarlo.
-No se trata de dinero- soltó la carcajada. -Eres mi novia, Bella. Vas a ser parte de mi familia. Te quedarás en mi casa.
-No. No puedo. Me da mucha vergüenza. ¿Qué va a pensar tu familia?
-¡Por favor, mi alma! Ellos no van a pensar nada malo. Saben que eres la mujer que amo y con quien me casaré pronto.
Bella volteó a verlo sorprendida. Creyó haber entendido mal. Volteó la mirada hacia la calle, pensando en lo que estaba sucediendo.
«¿Y si Sonia tenía razón?» comenzó a preocuparse.
-Por favor, detén el auto- le pidió.
Una vez que se pararon a la orilla de la calle, Bella tomó aire.
-¿Te sientes mal? Estás pálida.
-Yassine, siempre he pensado que eres un hombre bueno. Pero de pronto me has hecho dudar- dijo viéndolo a los ojos.
-¿Porqué dices eso?- la vio sorprendido.
-Me quieres llevar a tu casa sabiendo que para mí es un poco incómodo. Y has mencionado que nos casaremos.
-¿Eso te ha hecho pensar que no soy un hombre bueno?- sonrió.
-Me niego a creer que eres de los hombres que piensan que las mujeres no podemos opinar. Pero siento como si te estuvieras imponiendo sobre mí.
-Nada de eso, mi alma. Hagamos un trato- sugirió él, después de un breve silencio. -Vamos a mi casa a comer, a platicar con mi familia. Si para en la noche no te sientes a gusto, nos vamos a un hotel. ¿Te parece?
-Está bien- suspiró. -En cuanto al tema de casarnos, lo dejamos pendiente, ¿de acuerdo? Es muy pronto para hablar sobre eso.
Yassine rio y le dio un beso en la frente.
Después de conducir por aproximadamente unos veinticinco minutos, salieron de la ciudad y pronto tomaron un camino de terracería. El camino era muy angosto, y ambos lados de la carretera estaban llenos de enormes árboles frondosos.
Nuevamente se sintió nerviosa y él lo percibió.
-Me tienes confianza, ¿verdad, mi alma?
-Sí, claro- respondió bajito.
-Vivimos en una casa afuera de la ciudad, en el campo- dijo riendo divertido, al ver que Bella estaba nerviosa. -Pronto llegaremos.
De pronto, el camino se hizo mucho más ancho, hasta convertirse en un terreno completamente abierto. El pasto era muy verde y muy bien cuidado. Más allá se alcanzaba a ver una casa enorme de dos pisos. Cuando llegaron a ella, Bella no pudo dejar de admirar la belleza de esa casa. El jardín estaba lleno de rosales rojos y blancos, perfectamente podados. También había muchos árboles de troncos delgados y de ramas muy frondosas. Del verde intenso de sus hojas resaltaban unas bolitas rojas. Eran cerezas.
-¿Lista para conocer a la familia?- le preguntó Yassine.
Ella asintió con la cabeza, mientras se acomodaba el cabello. Subieron una escalinata para llegar a la puerta principal de la casa. Entraron a un salón grande. Bella no podía dejar de voltear para todos lados. Era un salón muy elegante, muy iluminado. Tenía ventanas grandes, con largas cortinas doradas abiertas de par en par, para permitir que la luz del día iluminara. Los sillones de la sala eran muy grandes y había varios tapetes decorando el suelo.
-Tu casa es muy bonita- dijo sin dejar de mirar para todos lados.
-Es tu presencia la que la hace verse bonita, mi bella.
En eso escucharon voces acercándose.
Entraron al salón una mujer con un chal alrededor de la cabeza, y un hombre. Le sonrieron mientras hablaban en árabe con Yassine. Bella se incomodó. No tenía idea de lo que hablaban. Entonces, la mujer la abrazó y le habló en español.
-Bienvenida, Bella.
-Muchas gracias- respondió aliviada. De pronto pensó que no se podrían comunicar.
-Bella, ella es mi hermana Hayat, y su esposo- dijo señalando al hombre.
Él la abrazó también y le dijo algo en árabe.
-No habla español- dijo Hayat. -Dice que le da mucho gusto conocerte. Vamos, Bella, imagino que quieres asearte.
Bella la siguió hacia el que sería su dormitorio. Al salir del salón se encontraba un patio enorme con una fuente en medio. Alrededor de ella había cuatro macetas con tulipanes rojos y amarillos. Siguieron caminando por la orilla de otras habitaciones con puertas grandes de cristal hasta llegar a una escalera. Subieron al segundo piso y caminaron hasta llegar a la última habitación.
-Este es tu cuarto- dijo Hayat sonriendo, mientras abría las puertas de cristal de par en par. -Aquél es el baño- señaló una puerta. -Puedes acomodar tu ropa en este armario.
-Muchas gracias- respondió. -Hablas muy bien el español.
Hayat salió cerrando tras de ella las puertas. Bella no pudo dejar de soltar un “wow”. Era una casa increíble. Parecía sacada de un cuento. Cerró las cortinas largas de color rojo que colgaban a los lados de las puertas. No se molestó en cerrar las de la ventana; nadie la podría ver, ya que estaba en el segundo piso, y no había nada más que campo alrededor de la finca. Cuando entró al baño, vio una bañera blanca y no pensó en nada más que en meterse en ella con agua tibia.
Más tarde, cuando terminaba de arreglarse, oyó que tocaban a su puerta. Abrió y vio a Yassine.
-Mi bella luna… más bonita que nunca- le dijo besándola en la boca mientras entraba en la habitación.
-Hace calor- dijo sonriendo.
-Vamos, mi luna. Toda mi familia está esperándonos en el comedor. Supongo que tienes hambre.
Tomados de la mano bajaron. Una vez en el patio, Bella fue hacia la fuente y se quedó pensativa viendo el agua saltarina.
-Vamos, mi alma. Pasemos al comedor.
-Espera- dijo con la voz temblorosa. -¿Estás seguro de que no me hace falta usar algo en la cabeza?
-Estás perfecta- dijo él, soltando la carcajada. -Sabemos que en tu cultura no usan el chal, y créeme- dijo abrazándola, -respetamos todas las culturas.
Bella suspiró y pasaron a la habitación en la que estaba el comedor. De pronto, los tres hombres que estaban allí se pusieron de pie, respetuosamente.
-Quiero presentarles a Bella, mi novia- dijo Yassine muy emocionado.
Las mujeres se levantaron de los asientos y la saludaron muy sonrientes. Todas llevaban un chal cubriendo su cabello.
-Bienvenida, Bella- dijo Fátima. Ella también hablaba español. -Tenía muchas ganas de conocerte. Espero que seamos buenas amigas.
-Mucho gusto en conocerte- dijo Dahara, la esposa de Mohamed. Su español era malo, pero le podía entender bien.
Después la saludaron el esposo de Fátima y Mohamed. También hablaban español. Por fin, Yassine la invitó a sentarse y cuando ella se hubo sentado, todos los hombres hicieron lo mismo.
«Todos muy amables y caballerosos» pensó sorprendida.
Fue entonces que se percató de que las mujeres estaban en la cocina. Rápidamente se puso de pie, y todos los hombres hicieron lo mismo.
-Voy a ayudarlas- dijo sin poder evitar una risa.
-No, Bella- dijo Fátima, acercándose con una vianda. -Eres nuestra invitada y nosotras tus anfitrionas.
-Pero no me siento a gusto. Prefiero ayudar.
-De ninguna manera- dijo mientras le tocaba el hombro, haciendo que volviera a sentarse. -Si insistes, nos vamos a molestar. ¿Entendido?
Bella sonrió y todos volvieron a sentarse.
Después, durante la comida, todos platicaban animadamente. Hayat le traducía a su esposo. Poco a poco, Bella fue sintiéndose mejor. En realidad, eran una familia muy unida y muy amable.
-¿Cómo es que saben español?- les preguntó.
-Por la cercanía con España.
Pasaron una tarde excelente platicando y riendo mucho. Le estaba resultando muy fácil convivir con esa familia. Todos eran muy amables y le parecía que todos la aceptaban de buena gana.
-¿No hay niños en esta familia?- se atrevió a preguntar.
-Por supuesto que sí- respondió Hayat. -Yo tengo tres hijos varones, y Dahara tiene un varoncito y una hembrita.
-Dios no me ha concedido la fortuna de tener bebés aún- dijo Fátima.
-Pronto vendrán- dijo Yassine, abrazándola.
-Entonces… ¿En dónde están los niños?- preguntó Bella.
-Mañana los conocerás. Hoy, por ser la primera vez que vienes a casa, preferimos estar solo los adultos- respondió Mohamed.
-¡Ah! Ya veo.
Por la noche, Hayat y su esposo decidieron irse a su casa. Yassine los acompañó hasta el jardín, mientras Bella seguía en el salón platicando con los demás.
-Te agradezco tanto tu amabilidad- dijo Yassine mientras la abrazaba.
-Parece una buena mujer. Tenías razón, me cayó muy bien.
Bella estaba sentada en el borde de la fuente. Le gustaba ver los destellos que emanaban de ella, debido a las luces de colores que había bajo el agua. El patio estaba tenuemente iluminado. Y también le gustaba el olor de los tulipanes que había alrededor de la fuente.
-Gracias, mi bella.
-¿Y ahora porqué me das las gracias?- sonrió.
-Por haber viajado hasta acá, por ser tan encantadora con mi familia, por aceptar quedarte en casa- dijo sentándose a su lado. -¿Te gusta la fuente?- preguntó al ver que metía la mano dentro del agua.
-Mucho. Y me gusta escuchar el chapoteo del agua, enmedio del silencio.
Yassine guardó silencio mientras la tomaba de la mano. Así permanecieron largo rato. Escuchando el sonido del agua, cayendo. Bella volteó la mirada al cielo y vio la luna; era cuarto menguante; preciosa como siempre, y no pudo evitar suspirar.
-Te extrañé mucho- dijo ella.
-Yo más, mi alma- respondió él acercándose a ella.
Rozó sus labios con los suyos, suavemente, delicadamente. Bella cerró los ojos y un ruidito de su garganta escapó. Él se retiró un poco, para verla. Luego, se acercó nuevamente y volvió a rozar sus labios, pero ahora abriendo la boca. Ella abrió la suya también, esperando su lengua. Sin embargo, él sólo humedeció ligeramente sus labios y seguía rozándolos suavemente.
A pesar de que la caricia no parecía erótica, Bella estaba excitada. Su corazón estaba acelerando su ritmo y suspiró profundamente.
-Ven- le dijo él con voz ronca.
Fueron a la habitación de Bella. Cuando Yassine abrió una de las puertas, ella se quedó de una pieza. El cuarto estaba tenuemente iluminado por las velas de un gran candelabro que pendía del techo. En el suelo, perfectamente ordenadas, había varias macetas con flores rojas y blancas; flores que ella nunca había visto, pero que eran preciosas y que despedían un aroma delicioso. Las enormes cortinas estaban abiertas de par en par y se movían ligeramente al ritmo del viento que pasaba através de la ventana que estaba abierta.
Una vez adentro y con las puertas cerradas, Yassine le besó las orejas mientras le decía cuánto la quería. Bella cerró los ojos, emocionada, mientras él la tumbaba delicadamente sobre la cama. Besaba sus ojos, su cuello, sus hombros, su frente y por fin, besó su boca. Bella disfrutó ese beso, como si fuera el primero en su vida. Enlazados, se dieron la vuelta, quedando él, debajo de ella. Mientras seguían besándose, ella hizo el intento de quitarse la blusa.
-Espera, mi luna. Quiero ser yo quien te desvista- dijo atrayéndola hacia él, para seguir besándola.
Lentamente la desvistió, entre besos y caricias. Luego, él se puso de pie para desvestirse, pero entonces Bella se ofreció a hacerlo. Ella no logró hacerlo despacio. Lo hizo lo más rápido que pudo, de rodillas en la cama, besando su pecho y su estómago. Cuando Yassine quedó totalmente desnudo, lo abrazó del cuello jalándolo hacia la cama, mientras lo besaba apasionadamente.
Hicieron el amor diciéndose cuánto se querían, entre una mezcla de ternura y erotismo, que los llevó a la cima del placer.
-Creo que mejor los veo desde aquí- dijo Bella nerviosa. Nunca había montado a caballo y tenía miedo de caerse.
-Vamos- dijo Mohamed. -Nosotros te cuidamos.
En eso se acercó Yassine montando un bello caballo gris. Desmontó y besó a Bella, abrazándola de la cintura.
-Le estoy diciendo que se anime a montar a Relámpago- dijo Mohamed.
-Anda, Bella- insistió Yassine.
-No. De verdad, me da mucho miedo.
-No voy a permitir que te pase nada malo, yo te cuidaré.
Más tarde, Bella montaba a Relámpago. Yassine sujetaba las riendas, caminando a su lado. Mohamed iba en otro caballo negro, precioso.
-¿Te gusta?- preguntó Yassine.
-Claro- dijo riendo. -Pero por favor, no vayas a soltar las riendas.
Los tres rieron al mismo tiempo. Fue un paseo agradable. Platicaron mucho. De regreso, Yassine montó con ella. Relámpago aceleró el paso y Bella iba abrazando a Yassine, con la cara recargada en su espalda.
Cuando llegaron a casa, los hijos de Hayat y Dahara estaban jugando en el jardín. Fueron a saludarla.
-¿Eres la novia de mi tío Yassine?- preguntó la nena.
-Sí, corazón.
-¿Y es verdad que tienes tres hijos?- la veía sorprendida.
-Sí, pequeña. Tengo dos niños y una niña, igual de hermosa que tú- dijo acariciando el cabello de la niña.
La primera semana la pasaron muy bien. Pasearon por varias ciudades antiguas. Fueron a nadar a la playa con toda la familia. Pasearon por la orilla de la playa en camello. También pasaron alegres veladas en casa, en las cuales Bella se encargó de cocinar comida latina. Todos estaban gratamente sorprendidos con ella. Era una buena persona, alegre, amable, cariñosa con Yassine y además cocinaba muy sabroso.
Una mañana, al despertar, Bella vio a Yassine sentado en un sillón enfrente de la cama. La estaba observando muy sonriente.
-Buenos días- la saludó.
-¿Llevas mucho tiempo despierto?
-Hace una media hora.
-Me hubieras despertado. Es tarde ya- dijo enderezándose en la cama.
-Anda. Ve a bañarte porque vamos a salir.
Bella sonrió.
Más tarde se encontraban en un gran mercado. Ahí había de todo. Vendían joyas, tapetes, artesanías, zapatos y ropa típica de Marruecos. El mercado estaba repleto de gente; mucha de ella eran turistas. Los puestos contaban con una gran cantidad de productos y eso le daba mucho color al mercado, además de la algarabía que había en él, debido a tanta gente.
Después de ver muchas cosas, se detuvieron en un puesto de ropa típica de Marruecos.
-¡Qué ropa tan bonita!- dijo Bella al ver los vestidos.
-¿Te gustan?
-Por supuesto que sí- respondió mientras con la mano buscaba más de ellos.
-Me da gusto que te gusten, porque hemos venido a comprar un vestido.
-¿Para quién?- preguntó Bella sin voltear a verlo, entretenida con tantos tipos de vestidos.
-Para ti, mi bella.
Bella volteó a mirarlo sorprendida
-No. ¿Cómo se te ocurre?- preguntó riendo.
-Estoy seguro que te verás hermosa con un vestido de éstos.
-No tengo ningún tipo de ocasión en el que pueda lucir algo así- soltó la carcajada. -De verdad, gracias, pero no necesito algo así. Ni siquiera como recuerdo- dijo tristemente. -Sería un gasto innecesario.
-Bella, hoy por la noche te voy a llevar a un lugar que te va a encantar. Para esa ocasión es el vestido- dijo besándole una mejilla.
-¿A dónde me vas a llevar?- preguntó intrigada.
-Es una sorpresa.
-Dime, por favor… ¿A dónde vamos a ir?- insistió.
-Si te digo ya no sería una sorpresa.
Yassine platicaba con Mohamed y el esposo de Fátima en el salón. Vestía elegantemente un traje negro, el cual contaba con un chaleco del mismo color; camisa blanca perfectamente almidonada y corbata azul grisáceo. Los zapatos negros brillaban muy bien lustrados.
De pronto escucharon las voces de Dahara y Fátima, entrando en el salón. Todos se pusieron de pie.
-¿Estás listo, Yassine?- preguntaron riendo.
Yassine volteó hacia la puerta. Bella apareció sonriendo. Él, con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón quedó inmóvil, incapaz de moverse; solo admirándola.
-Como tu nombre- dijo cuando pudo reaccionar. -Eres bella, mi luna. Te ves fabulosa- dijo besándola en la frente.
Bella lucía un vestido marroquí de color rosa, con colores vivos morados y bordados dorados. El vestido era largo, y usaba un chal rosa que le cubría el cabello.
-¿De verdad te gusta como me veo?- no dejaba de sonreir.
-Por supuesto, mi alma. Vas a ser la mujer más bella del evento.
-Dime, por favor, ¿a dónde vamos?- le rogó por enésima vez.
-Ya lo sabrás.
Yassine la tomó de la cintura, invitándola a salir. Iban contentos, aunque ella no tenía idea de a dónde iban.
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