Solo bastó un segundo
para que la confianza
y la seguridad
se alejaran de mí.
Perdida me encontré
en un pozo sin fin,
donde solo traición
y maldad existía.
Después de una gran lucha
en contra de mí misma,
solo atiné a seguir
hundida en mis pesares.
Entonces, un buen día,
apareció a mi lado
una buena persona
con cara de ángel.
Con una voz hermosa
y cálida mirada,
me llenó del calor
que me había abandonado.
Con enorme paciencia
me sacó del abismo
y con dulces consejos
me dio seguridad.
Hoy ya no me acompaña
en mi nuevo comienzo,
mas lo llevo muy dentro
de mis bellos recuerdos.
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