Buscando un poco de luz natural, salió al jardín. Iba descalza y comenzó a caminar entre los rosales y árboles. Agradecidos, sus pies disfrutaron la sensación que les provocaba el césped mojado. Sus ojos gozaron de los colores hermosos que veían y del maravilloso espectáculo que un jardín era capaz de brindar. A su cuerpo le encantó sentir la caricia de los tibios rayos del sol.
Cerró los ojos para sentir todo aquello con todos los sentidos. Un suave viento llegó; la rodeó y alborotó su cabello. Entonces lo escuchó: "No dejes de disfrutar cada momento de tu vida, cada sensación. Goza cada cosa que te rodee, sin importar si es algo muy sencillo. Tienes la gran capacidad de ser feliz con tan solo lo que te rodea".